Centenario de un constructor universitario

El arquitecto dejó huella invaluable en Ciudad Universitaria, sobre todo en la Torre de Rectoría y el multifamiliar de maestros

Con la Jornada Salvador Ortega Flores, la Facultad de Arquitectura (FA) de la Universidad Nacional rindió homenaje al destacado arquitecto en el centenario de su nacimiento.

En el auditorio del Museo Universitario de Ciencias y Arte, Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de esta casa de estudios, señaló que ésta “es una ocasión muy importante para recordar a uno de los arquitectos mexicanos del siglo XX que, en el caso particular de la Universidad, dejó una huella invaluable al haber participado en el diseño y la construcción de CU, y de uno de sus edificios más emblemáticos: la Torre de la Rectoría”.

Tan sólo por eso, abundó, sería muy importante recordarlo; pero su legado no se circunscribe a esta obra representativa de nuestra institución, y al multifamiliar de maestros (que en su concepción fue muy revolucionario y vale la pena recuperar), sino que es también un arquitecto que tuvo una presencia muy importante en otras obras, como el Centro Urbano Presidente Juárez.

Participó en otros proyectos, en varios de ellos en asociación con Mario Pani. “Muchas de las grandes obras que se llevaron a cabo a mediados del siglo XX, de los primeros conjuntos urbanos multifamiliares, en ésta y otras ciudades de la República, fueron obra de Salvador Ortega”.

Por todo ello, finalizó el secretario general, es muy merecido este homenaje. “Celebro que la FA recupere su obra, y que quede constancia de él en una publicación que nos hable de sus contribuciones en la arquitectura mexicana del siglo XX”.

Juan Ignacio del Cueto, director de la Facultad, recordó que Salvador Ortega cumpliría este 22 de marzo 102 años. “Este homenaje estaba pensado para hace dos años, pero se cruzó la pandemia”.

En este encuentro, destacados especialistas hablaron de la vida y obra de un arquitecto que ha sido injustamente olvidado y quien, en sociedad con Mario Pani y Enrique del Moral, hizo los proyectos del edificio de Rectoría y el multifamiliar de maestros en Ciudad Universitaria, entre otras muchas obras. “Tenemos la intención de publicar un libro que revalore la trayectoria de este arquitecto”, reiteró.

Louise Noelle Gras, secretaria técnica del Comité de Análisis para las Intervenciones Urbanas, Arquitectónicas y de las Ingenierías en el campus Ciudad Universitaria y los campi de la UNAM, también mencionó que los planes iniciales de celebrar la jornada se vieron cancelados por el confinamiento que propició la pandemia, por lo que “hoy es muy satisfactorio estar de forma presencial”.

Agradeció a Marcos Mazari, entonces director de la FA, y quien había acogido la celebración original, misma que con entusiasmo retomó Juan Ignacio del Cueto.

Esta pausa, opinó, fue benéfica para el proyecto, ya que se fueron uniendo más colaboradores, quienes han enriquecido la revisión de la obra de Ortega Flores. “El día de hoy culmina la primera parte de un ciclo, que tendrá una necesaria continuidad en una publicación”.

Así, prevalece un ánimo celebratorio con el que se amplían los conocimientos sobre la arquitectura del movimiento moderno y de uno de sus arquitectos. “Ésta es la razón por la cual Documentación y Conservación del Movimiento Moderno, sección Mexicana, que me precio de presidir, también participa en esta jornada”.

Integración plástica

Carlos Ortega Guerrero, coordinador de Reconocimientos Institucionales de la Secretaría General e hijo del homenajeado, recordó que su padre nació el 22 de marzo de 1920 y murió el 16 de diciembre de 1972; quien en sólo 27 años de actividad profesional logró realizar un conjunto de aportaciones arquitectónicas y urbanísticas notables.

Creció en un entorno, el de la colonia Santa María la Ribera, estimulante para su vocación, con la presencia de edificios como el de Mascarones, el Kiosco Morisco, y los museos de Geología y del Chopo, que estuvieron presentes como estímulo en sus paseos, y en el gusto por la arquitectura y sus potencialidades.

Estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura, en San Carlos, de 1940 a 1945, y ahí dio clases de composición y dibujo desde antes de concluir la carrera y hasta 1949. Se recibió en 1945 con la tesis “Museo Biblioteca en la ciudad de Hermosillo, Sonora”, el cual se edificó. Ese trabajo se publicó en tres números consecutivos de la revista Arquitectura, y lo demás ese mismo año.

Con Mario Pani construyó el Conjunto Urbano Presidente Juárez, donde se cumple la idea de la integración plástica en la arquitectura, además de una serie de satisfactores esenciales para la vida cotidiana, como un espacio de guardería y kínder, cafetería, espacios de reunión, etcétera.

Era una arquitectura que planteaba resolver el problema de la necesidad de vivienda colectiva en una ciudad creciente y que ya no podía moverse en el viejo concepto de las vecindades. La influencia de Le Corbusier, arquitecto francés de origen suizo, es patente.

El edificio Reforma fue el primero de condominios en México; ahí vivió Octavio Paz, y vemos de nuevo el tema de la integración plástica, refirió el universitario.

Además de un conjunto de casas habitación, edificó la glorieta del metro Insurgentes, obra de gran simpleza y armonía estética que incorpora ciertos elementos prehispánicos, como glifos mayas, con las líneas puras de la contemporaneidad arquitectónica, finalizó Carlos Ortega.

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