Cero tolerancia, mensaje preventivo contra el acoso

Las víctimas tienen que saber que hay instancias responsables para atender estos casos

El acoso puede prevenirse si se manda un mensaje de cero tolerancia a este tipo de conductas en cualquier espacio y si realmente se hacen cumplir los mecanismos existentes para su prevención, atención, sanción y erradicación, afirmó Ana Celia Chapa Romero, académica de la Facultad de Psicología.

Las víctimas tienen que saber que hay instancias responsables para atender estos casos; para ello, deben reforzarse los canales de difusión sobre las leyes y protocolos de atención en casos de violencia de género, pero también éstos deben ser cumplidos por las instancias y autoridades correspondientes.

“Debemos saber que si se da en una relación de tipo laboral nos protege la Ley Federal del Trabajo; también tenemos la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y en instituciones educativas se cuenta, por ejemplo en la UNAM, con el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género y la recién creada Coordinación para la Igualdad de Género.

Esas acciones, aseguró, nos hablan de que hoy en día ya se reconoce la prevalencia de este problema y se busca dar soluciones para saber cómo manejarlo. “Dicen qué situaciones no deben permitirse y cómo generar solidaridad entre los compañeros de la víctima que de alguna manera son testigos de este delito”.

Es importante señalar que el que actualmente haya una preocupación sobre el tema, algunas acciones emprendidas en parte obedecen a la organización de la comunidad universitaria, sobre todo a las estudiantes, enfatizó.

Un problema complejo

De hecho, apuntó, está demostrado que cuando una víctima de hostigamiento y/o acoso sexual (HAS) se atreve a denunciar lo que le pasa, vive situaciones de aislamiento en su entorno, lo que hace más difícil que se generen ambientes libres de este tipo de violencia. “Se trata de un problema muy complejo porque quien denuncia sabe que al hacer visible lo que le ocurre habrá un deterioro en sus relaciones sociales, que será relegada por sus pares o superiores, lo cual a su vez afectará su salud mental.

Algunas de las repercusiones que pueden presentarse en las víctimas de violencia sexual son: depresión, ansiedad, trastorno por estrés postraumático, cansancio, consumo de sustancias, trastornos de alimentación o de sueño, advirtió.

Es bien conocido, concluyó, que los casos de HAS denunciados son muy pocos, debido principalmente a la desconfianza en las autoridades y a la revictimización de la que son objeto las personas que deciden iniciar este proceso, ya que muchas veces se pone en duda el testimonio o se culpabiliza a la víctima por “haberse puesto en riesgo”.

El acoso sexual es cualquier comportamiento físico o verbal e incluso no verbal, de naturaleza sexual que tiene como propósito afectar la dignidad de una persona y que se produce una o en reiteradas ocasiones y puede ser desde leve hasta severo.

Además, este tipo de violencia va acompañada de ejercicio de poder e intimidación mediante el comportamiento de naturaleza sexual. Está presente básicamente en los ámbitos laboral y escolar y pueden ser víctimas tanto hombres como mujeres, aunque es mucho más alta la cifra de mujeres, quienes además lo reportan como una experiencia sistemática a lo largo de su vida. En el caso de los varones el acoso es ejercido en mayor medida por otros varones y se ejerce principalmente por motivos de orientación sexual y/o identidad de género. Las cifras apuntan que son los hombres los principales agresores tanto de mujeres como de otros varones.

El hostigamiento y/o acoso sexual (HAS) puede identificarse si se empieza a sentir malestar ante ciertas miradas de naturaleza lasciva, roces, acercamientos incesantes, comentarios o preguntas de índole sexual, mensajes ofensivos, publicaciones en redes sociales y gestos con connotación sexual, entre otros.

Cabe aclarar que el acoso se presenta cuando no hay poder formal por parte de quien lo ejerce, por ejemplo, puede ser un compañero de la escuela o del trabajo; en cambio, en el hostigamiento hay una relación de poder formal, por ejemplo, el jefe o un profesor.

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