Programa México 500

Mujeres indígenas cineastas: la vida a través de su propio cristal

Visiones colonizadoras entorpecieron el trabajo de taller comunitario en 1985; película de Teófila Palafox, en FilminLatino

La vida de una familia ikoots, Teófila Palafox, 1985. Foto: cortesía Gloria Mbajnüx.

En 1985, tras un breve e intensivo taller, Teófila Palafox, indígena ikoot, partera, educadora y practicante de la medicina tradicional de Oaxaca, pudo realizar su primera obra cinematográfica, cuyo estreno, difusión e incluso participación en festivales internacionales fueron entorpecidos por la censura y discriminación oficialista de la época.

Para conversar del caso, y en general de la contribución de los indígenas como realizadores, la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras en Danza y sus Vínculos Interdisciplinarios organizó la charla Cine y Comunidad, con la que dio inicio el Encuentro Proyecciones Decoloniales: Arte para Resistir, celebrado en el contexto del Programa México 500.

Aquel taller, un ejercicio sin precedentes impulsado por el cineasta Luis Lupone, fue impartido a ocho mujeres de la comunidad de San Mateo del Mar, Oaxaca, durante cinco semanas, en las que las participantes, que oscilaban entre los 21 y 70 años de edad y de oficio tejedoras o comerciantes, se capacitaron en preproducción y producción de cine.

Tres obras

Como resultado se obtuvieron tres obras: La vida de una familia ikoots, de Teófila Palafox, El cuento del nagual Teat Monteok y Una boda antigua, con la dirección de Elvira Palafox.

“Fue una experiencia nueva para nosotras como artesanas, pero nos armamos de valor para recibir el taller, dejar de lado un rato el telar”, dijo Teófila, considerada pionera en el cine comunitario, durante la charla organizada en colaboración con Danza UNAM, el Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM) y Ambulante.

Sin embargo, el proyecto fue cancelado, pues funcionarios del entonces Instituto Nacional Indigenista, que auspició el taller, arguyeron que “las películas se veían mal y eran muy caóticas”, sin tomar en cuenta que eran el primer producto generado por noveles realizadoras, lo que fue calificado por Lupone como censura.

Tuvieron que pasar dos años y un par de advertencias de movilizaciones sociales para que se estrenara sólo una de ellas, la de Teófila Palafox, en la plaza central de San Mateo del Mar. Y aunque hubo posibilidad de inscribirlas en festivales internacionales, nunca se contó con apoyo oficial. Después, las obras quedaron en el olvido.

“Pareciera que hubo una especie de laguna o de olvido al trabajo que llevó a cabo Luis Lupone, en donde trataba justamente de darle voz a las comunidades que habían sido retratadas muchas veces mediante las miradas de terceros, muchas veces a través de miradas coloniales, que decían cómo eran, cómo se vestían, cómo se sentían las comunidades originarias de nuestro país. Y de pronto, él lo que propone es: ¿por qué no pueden ser ellos los que nos digan sus historias?”, comentó Abril Alzaga, directora ejecutiva de FICUNAM.

“El Imcine (Instituto Mexicano de Cinematografía) propuso rescatar lo hecho y darlo a conocer ampliamente este año. Creo que es una reparación que les debíamos: dar a conocer los trabajos, los talleres, cómo se involucraron estas mujeres y las comunidades en estos retratos”, añadió, en referencia al estreno de la obra en la plataforma FilminLatino.

Lupone afirmó alguna vez que el trabajo de cineastas que filmaban a indígenas era más parecido al de entomólogos catalogando especies, encerrándolas en un frasquito (las latas de cine) y rotulándolas con títulos como “curandero curando”, “volador de Papantla volando”, “consejo de ancianos hablando”, “sacerdote dando misa”, “atardecer” y “fogata de mujeres cocinando”, entre otras obviedades que dejaban ver actitudes paternalistas y condescendientes, cuando no colonizadoras. Es por ello que impulsó el taller para que fueran los propios indígenas quienes lo hicieran.

“Llegamos a la reflexión de que el arte ha sido un factor clave para resistir en piel viva y transformar los paradigmas generados de viejas batallas. No olvidemos que este encuentro se da en el marco de México 500, que invita a hacer una reflexión decolonial sobre nuestro tránsito en las expresiones artísticas y humanas en los diversos territorios que han estado ocupados por pensamientos, cuerpos y hábitos colonizadores; está enfocado a visibilizar el trabajo de artistas dedicados a temas de impacto corpo-social”, opinó en su turno Raissa Pomposo, coordinadora de la Cátedra Gloria Contreras.

Además de cine, el Encuentro Proyecciones Decoloniales: Arte para Resistir presentó propuestas plásticas, performáticas y dancísticas sobre vivencias plenas en comunidades indígenas como un ejercicio de preservación de la memoria. Las sesiones pueden verse en las páginas de Facebook y YouTube de la Cátedra Gloria Contreras.

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