Ciudad, un encuentro de subjetividades

El documental que compite en Ahora México de FICUNAM reúne las miradas de los cineastas Carlos F. Rossini, Maya Goded, Julio Hernández Cordón y Nuria Ibáñez sobre la Ciudad de México

La décimo primera edición del Festival Internacional de Cine UNAM será testigo de la lucha por una decena de producciones mexicanas que buscan llevarse el Puma de Plata a casa. Entre ellas, participantes de Ahora México, se encuentra el documental Ciudad donde cuatro directores mexicanos capturan la forma en que miran la capital del país.

“Más que componer el retrato de una urbe, este documental ofrece la construcción de un encuentro con lo que aflora en ella. Carlos F. Rossini invita a Maya Goded, Julio Hernández Cordón y Nuria Ibáñez a codirigir “una mirada” que nos plantea la búsqueda y el descubrimiento de los gestos de esa ciudad. Ellos eligen desde dónde explorar, sumergirse y compartir esta experiencia: una serie de espejismos en una urbe monumental”, subraya el catálogo del festival.

Rossini, coordinador del proyecto, reflexionó previo al inicio del FICUNAM sobre cómo evolucionó el documental a lo largo de más de una década, la importancia de las miradas de sus compañeros y el deseo por darle a cada espectador la oportunidad de encontrar su propia Ciudad.

Gaceta UNAM (GU): Aunque se filmó antes de la pandemia, ¿la cuarentena resignificó el documental?

Carlos Rossini (CR): El objetivo era frenar y ver. Obviamente, no teníamos la idea de vaciar una ciudad para ponernos a ver. Es complejo porque, al mismo tiempo, muy conscientemente durante los últimos rodajes –se hicieron justo antes de declararse la cuarentena– fue la última fiesta callejera a la que fuimos. Si bien faltaban filmar partes del final y el comienzo de la película, había muchas secuencias que queríamos hacer pero no tenía ganas de que la película tuviera algo tan contextual, tan de un momento.

El concepto de Ciudad no está ligado a una pandemia, no me interesaba ver urbes llenas de tapabocas y situaciones extrañas. Tampoco salí a filmar una ciudad desolada, atacada por zombies. Hay algo importante, la pandemia hace que ahora lo veamos y digamos “¿te acuerdas cómo era?” Así volverá a ser, no me cabe la menor duda. Significa mucho para los que la ven ahora.

Para mí ha sido un proceso muy continuo desde hace muchos años, pensarla, armala, producirla, filmarla y después editar junto a León Felipe González, el diseño sonoro con José Miguel Enriquez, la música con Galo Durán, es un proceso continuado, siempre he visto a la ciudad de la manera en que se ve en la película, verla afuera es más shock para mí que ver la película ahora. Es una línea continua, pero aquellos que hicieron una pausa y ahora se encuentran con esto, es resignificante. Nunca pretendimos ser una película que usara la pandemia como un espacio para presentar un mundo distópico, ya éramos distópicos sin necesidad de una pandemia hace un rato.

GU: El documental habla de una ciudad viva, llena de gente, cosas, formas, etcétera. ¿Por qué decidiste retrarla en blanco y negro?

CR: Tiene muchos objetivos pragmáticos y estéticos. Yo hago foto, por lo general, a pesar de que sea digital, las tomo en color pero nunca las veo en color hasta que estoy por editar. En el visor se ven en blanco y negro, es una cuestión de valoración de contrastes. Lo aprendí en la escuela de cine, tomaba fotos en blanco y negro cuando era adolescente porque el rollo era más barato.

El consumo de imágenes que se me quedaron en la memoria en general es en blanco y negro. Hay razones pragmáticas, no me interesaba hacer una película documental de un espacio público hablando del espacio publicitario, estamos invadidos en la ciudad de publicidad. Es increíble la cantidad e información visual que nos hace referencia a algo que nos quieren vender, supuestamente vamos a estar mejor si lo compramos. No era parte de esta película.

Vamos por una experiencia humana, a un nivel más orgánico. No es una película que hable de lo social y su relación con el capital, aunque los matices se cuelan. Era muy importante borrar las marcas, en un documental pensar que vas a borrar todo digitalmente es una locura. No hay presupuesto y cómo íbamos a estar en un terreno salvaje poblado de eso, para poder borrar el color rojo de un refresco o el amarillo de unas papas fritas, el recurso más fácil era usar blanco y negro. Elimina las referencias cromáticas a un producto.

Las marcas están en nuestro inconsciente, les hemos permitido que penentran por los ojos y se alojen en el cerebro ocupando espacio que podríamos usar mucho mejor. Al mismo tiempo, cuando veo las imágenes y la valoración del contraste tengo una relación de redescubrimiento de lo que veo, es un despertar a una nueva conciencia que te abstrae por un instante de lo que es directamente adquirido, empiezas a revalorizar toda la imagen. Hay una fuerte predilección en mí de tomar fotos en blanco y negro, también tengo una buena relación con el color. Me gusta. Pero así mucha gente podrá verlo desde otro lugar, hacer un valor nuevo de la experiencia cotidiana. El cine es un juego de ver, es complejo y muy atractivo, interactúa de una manera increíble con el cerebro.

Hay algo en lo cinematográfico, en esa apuesta del espacio urbano con el blanco y negro. Cuando decidí hace 10-15 que si algún día hacía la película, sería en blanco y negro. Entonces era visto como una película vieja, el cine independiente durante muchos años se hizo así porque no había de otra: era más barato. Le sacaban el jugo a lo estético, detrás había una razón económica, el revelado y la película era más barata. Te preocupas menos por algunas cosas del arte. La mente tiene que encontrar la manera de ver de nuevo.

GU: ¿Cambió tu idea de la Ciudad de México?

CR: La primera idea de la película surgió cuando llegué a vivir a la ciudad hace más de veinte años. Como soy de un lugar pequeño, pienso que hay que recorrer los lugares a pie. Esta ciudad la recorrí mucho a pie cuando llegué, tomaba un pesero me bajaba en quién sabe dónde, hacía una especie de cuadrilla, luego iba a otro lado caminando.

Durante mucho tiempo, entre 1999 y el 2002, dejé de viajar en transporte público sólo para obligarme a caminarla. Salía una hora antes para llegar a cualquier lugar. Tengo esa idea de ciudad de esa época, pero la vivencia de la ciudad ha cambiado mucho. En ese momento, pensaba que la película trataba de mostrar que la ciudad es una especie de infierno, un demonio que te obliga a vivir un tormento eterno. Más o menos sigo pensando eso de las urbes. Sin dejar de decir que disfruto mucho de vivir en la ciudad.

Algo tiene que comanda tus movimientos. Eso está en la película. Ese discurso de chamaco lo abandoné hace mucho, pensé que tenía que ser una celebración del hecho de vivir todos juntos y las cosas que aparecen porque estamos en un espacio demasiado complejo, no organizado. No es como otras ciudad, cuando viajas y conoces otros lugares dices “no me jodas, qué impresión”. En nuestro mundo latino, los conquistadores no pensaron que merecíamos una buena organización, que no necesitamos espacios verdes. Todo eso está metido en la película.

Al abrir el juego a otros directores, es un ejercicio de mamonería muy tonto pensar que sólo yo puedo ser un retrato –aunque no lo es, sólo es fácil explicarlo así–, un encuentro con situaciones urbanas que sólo la urbe puede generar. Es tonto platicar esto como una obsesión personal y subjetiva, son sólo mías, no las de todos. Al hablar con los otros y querer escuchar que ciudad ven ellos, qué encuentran ellos, la película cambia a ser, y la frase que más encontré para explicarselo a mis compañeres, fue “lo que buscas en tu rodaje es lo que ves, lo que te llama la atención y genera incógnita, una expresión que se da sólo en una ciudad, lo que aflora sólo porque estamos en esta tierra.”

Tampoco podían ser historias de personajes porque sólo se hablaría de un personaje, el espacio no es historias íntimas, sino la interrelación de esas intimidades con el espacio y otras intimidades. La película es eso: diferentes subjetividades, la mía, la de Julio, la de Maya, la de Nuria.

Es un espejismo porque no asumimos que vivimos en este mundo de irracionalidades tan complejas como a las que nos sometemos día a día. La pandemia nos ha permitido pensarlas. Mucha gente cómoda pudo pensar en vivir en el campo, tener un jardín, “ahora vamos y nos mudamos allá”. Los que no tienen chance de eso, probablemente ha pensado qué hace aquí. Son dos pensamientos muy diferentes, el segundo es más complejo porque plantea todo un sistema de organización del capital.

Es una película que no me gusta definir plantea una no definición, no un límite porque es una experiencia subjetiva. Cada uno descubrirá o reafirmará experiencias subjetivas propias. Al compartir las nuestras, crearán nuevas subjetividades.

GU: ¿Qué te llevó a elegir a tus codirectores?

CR: Su mirada es muy particular, tiene la conciencia para entender el balance de la experiencia íntima con su entorno. Son gente con la que me relaciono a un nivel personal y profesional bueno.

La mirada de Maya Goded con la cámara fija poca gente podría dudar de que es de las cosas más singulares que puedes en encontrar en fotografía. Es impresionante. Su mirada es hermosa, compleja y desafiante. Cuando hizo su primera película, me invitó a ver un corte y me llamó mucho la atención su nivel de intimidad conseguido con un par de gestos. Lo valoro mucho en un documental. ¿Cuántos gestos tienes que hacer para darle vida a un plano?

El equipo que quedó armado tiene esa particularidad. Ves las películas de Nuria y, también, hay una potencia en lo íntimo, en su relación con el espacio. Julio tiene una vivencia del espacio muy grande, compartir esa experiencia y ver cómo lo hace en sus películas, tiene que ver con cómo me gusta trabajar a mi. Es lo que veo en el cine que no hay escrito, ni ensayo que pueda emular el compartir el tiempo presente con una precisión muy grande, espacios, colores.

No necesariamente provocarlos en el cerebro, sino con una cantidad de imágenes precisas. Éstas generan un nuevo espacio en la mente del que ve las películas. Es más interesante. Hay una relación de admiración, son personas que conozco desde hace muchos años. Fue un placer trabajar con ellos.

La programación de la décimo primera edición de FICUNAM estará disponible en las plataformas Cinépolis Klic y MUBI, así como en el micrositio Cine en línea, de la Filmoteca de la UNAM. Más información: ficunam.unam.mx

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