Coloquio arqueológico revela nuevos estilos arquitectónicos

La tecnología prehispánica con tierra cruda, distinta y opuesta a las normas modernas


La tecnología de construcción prehispánica con tierra cruda es en muchos aspectos distinta y opuesta a la normativa moderna. En la obra vernácula, trabajar con tierra apilada se asocia, por lo regular, a edificaciones bastante modestas; sin embargo, estamos descubriendo ahora que aparte de los rellenos de tierra apisonada y el uso de adobes, se empleó la técnica de tierra apilada en sitios de arquitectura monumental como La Joya, en Veracruz, señaló Annick Daneels, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA).

Al participar en el Coloquio Arqueología: Nuevas Interrogantes bajo la Lupa, la especialista comentó que incluso dicho procedimiento se ha observado en unidades residenciales de lujo en Teotihuacan.

Método antiguo

En el encuentro virtual, la universitaria indicó que la construcción en tierra apilada es desconocida para una mayor parte de arqueólogos en el continente americano, no así en el Viejo Mundo donde se sabe mucho de ese método antiguo, pues se levantaban muros con bolas húmedas de lodo que se amontonaban una sobre otra hasta erigir un muro monolítico.

Destacó que lo interesante de ese tipo de arquitectura es que está elaborada con tierra, pero no ha tenido mucho interés a pesar de que es más voluminosa que las edificaciones de piedra que hay en el Centro Norte.

Expuso que, de los ocho proyectos realizados en esa zona, los primeros cuatro fueron de corte arqueológico, es decir dedicados al estudio de edificios y para qué servían; su cronología y cómo se asociaban; “pero a partir del descubrimiento de algunos muy sofisticados en la temporada de campo 2007-2008, en 2009 comenzamos planes formales para entender la tecnología de la construcción con tierra.

“Ese fue el detonante, cuando empezamos a excavar y encontramos, en lo que quedaba de la pirámide principal del sitio, una subestructura que nos hizo cambiar totalmente la concepción que teníamos de esos montículos de tierra con zacate, tan recurrentes y tan observados por arqueólogos que trabajamos en tierras bajas y costa del Golfo.”

Se trata de una arquitectura formal, acorde con las normas de construcción mesoamericanas, en este caso una pirámide con escalinatas principales, “que nos hace revisar nuestras ideas sobre esos montículos”.

Resaltó que como parte de esta investigación han observado que se utilizaron mezclas más arcillosas y que los adobes arqueológicos hechos en un muro doble no tienen las esquinas cuadradas, sino redondeadas en una parte, lo que los condujo a inferir que pudieron haber sido elaborados en moldes cavados en hoyos, “una nueva tecnología con implicaciones de organización y producción”.

Asimismo, relató que al examinar la micromorfología del material, notaron que la textura está bien medida a nivel granulométrico y casi no tiene poros, lo que implica que fue compactada de manera intensa, para dar el acabado necesario para la resistencia de la arquitectura en ambientes adversos como en La Joya.

Al analizar los aditivos que pudieran tener este tipo de construcciones, destacó que los primeros estudios de resonancia magnética no marcaron la presencia de agregados conocidos como el nopal o plantas, sino de hidrocarburos, “entonces empezamos a especular sobre la posibilidad de que ya hubieran utilizado derivados del petróleo para estabilizar la tierra, ya que la emulsión asfáltica se usa en la edificación moderna”.

Ello los obligó a aplicar un protocolo de análisis de petróleo por cromatografía de gases acoplado a espectrometría de masas, para determinar los biomarcadores diagnósticos del hidrocarburo y luego comparar los valores isotópicos de los extractos. Como parte de estos estudios se pudo mostrar la presencia intencional de bitúmenes en las muestras constructivas y que no se trató de una contaminación natural de los suelos.

Apuntó que esta línea de investigación les ha permitido determinar la existencia de una tecnología sofisticada, útil durante miles de años para el trópico húmedo, donde hoy arquitectos e ingenieros básicamente, están renuentes a construir en tierra.

Tanto en el altiplano como en las tierras bajas, son diversos los procedimientos al respecto: rellenos estructurados, adobes y tierra apilada. “Debemos aprender a reconocerlos, pues cada uno de ellos tendría implicaciones sobre la estructura social y la profesionalización del oficio constructivo, lo que permite entender la organización de la obra”.

Lo más interesante, abundó Annick Daneels, es que hay un impacto sobre la arqueología mesoamericana, pero también para la preservación del patrimonio, porque sólo se conserva bien lo que se entiende cómo fue edificado. Eso a su vez impacta sobre la gestión de sitios de tierra abiertos al público y, sobre todo, aporta nuevas líneas de construcción para la arquitectura moderna en el mundo.

Por último, dijo que la arquitectura de tierra es una opción que empieza a promoverse por encima de construcción de cemento, por tratarse de una alternativa económica, ecológica, renovable y bioclimática.

En la sesión virtual semanal también intervinieron Jorge Manuel Herrera Tovar, investigador del IIA, quien expuso Arqueología Marítima: ¿qué es?, ¿qué investiga?, y ¿cómo integra tecnologías de punta?, así como Marta Mateu Sagués, investigadora posdoctoral, quien presentó el tema Tecnología de la arquitectura en tierra prehispánica estudiada mediante la micromorfología.

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