Cómics y el 11-S, entre la catarsis y la propaganda

El cómic tiene una gran fuerza y es cercano a la gente; para bien o para mal, cuando los documentos históricos o autorizados no pueden llegar a las personas, el cómic y la imagen sí, señala la jefa de la Biblioteca Alaíde Foppa del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, Áurea Xaydé Esquivel Flores.

“El cómic, además de ser un medio de diversión, es un medio esencial de educación, lo cual es un arma de doble filo: los discursos más complejos se pueden simplificar y volverse maniqueos para buscar agendas políticas”, comenta la maestra Áurea Xaydé Esquivel Flores, maestra en letras modernas, experta en cómics y jefa de la Biblioteca Alaíde Foppa del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

Después de los ataques a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, las expresiones artísticas se abrieron paso después de meses de dominio de las noticias, los análisis y artículos periodísticos. Las producciones cinematográficas tardaron en llegar, pero los cómics, hicieron su aparición relativamente rápido.

9-11: Artists Respond Volume One, se publicó el primero de enero de 2002, y fue una compilación de historias gráficas realizadas por grandes artistas de los cómics, como Will Eisner, Frank Miller, Layla Lawlor, y un centenar más. Las ganancias por las ventas de este volumen, fueron a beneficencia de The World Trade Center Relief Fund, Survivors Fund, September 11th Fund, y el fondo Twin Towers Fund.

El segundo volumen, también a beneficio de las mismas fundaciones, se llamó 9-11: The World’s Finest Comic Book Writers & Artists, Tell Stories to Remember, y se publicó el mismo 1 de enero.

Entre catarsis y propaganda

“No dudaría de la sinceridad de las intenciones de los artistas que participaron”, señala la maestra Esquivel Flores, pues el tono que tienen muchas de estas historias es muy personal. Hubo autoras y autores, como Art Spiegelman, que estuvieron en las inmediaciones del lugar del ataque y no hay que olvidar que Marvel tiene sus oficinas centrales en Nueva York; por otro lado, la mayoría de quienes murieron ese día fueron de la clase trabajadora. Fue una situación sin precedente, y la respuesta fue unirse bajo un discurso de cohesión absoluta y fijar la atención en un enemigo común: ‘somos norteamericanos, vamos a salir de todo esto más allá de nuestras diferencias”.

Sin embargo, también es cierto que los cómics pueden servir para llevar propaganda, o para simplificarse en discursos maniqueos, por ejemplo, en la adaptación gráfica del reporte de los ataques del 11 de septiembre realizada por Sid Jacobson, y Edie Colón, basado completamente en el Reporte Final de la Comisión sobre los Ataques Terroristas contra Estados Unidos.

La idea de estos artistas con más de 50 años en el mundo de las novelas gráficas, era que más estadounidenses tuvieran acceso a dicho reporte y supieran, en palabras de los artistas, “la verdad”.

Para la maestra Áurea Xaydé Esquivel, los cómics “forman parte de la historia, dan cuenta de los sucesos y dan cuenta del contexto histórico y de las circunstancias que les dan origen en tanto productos culturales… cuando te narran una historia, puedes imaginártela, pero en el cómic, no sólo la puedes ver, sino que te vuelves testigo del hecho y los afectos que rodean la situación por medio del estilo de dibujo, la paleta de colores, el layout

“Por eso el cómic educativo, documental y testimonial tiene una fuerza singular; para bien o para mal, cuando los documentos históricos o autorizados no pueden llegar a las personas, ya sea por su lenguaje abstruso o por cuestiones de distribución, el cómic y la imagen sí, dejando una impronta que afecta la manera en que piensan y sienten las comunidades” termina Esquivel Flores.

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