Cátedra Carlos Fuentes

Como lectores, que no nos engañen los fenómenos literarios

Diego Zúñiga dictó la conferencia Nuevas escrituras en Latinoamérica: Los amigos invisibles

El escritor chileno. Foto: Cátedra Carlos Fuentes.

¿Qué ha pasado en estos casi 20 años que han transcurrido tras el encuentro de escritores latinoamericanos celebrado en Sevilla en aquel fatídico 2003, el año que se llevó en sus hojas la vida de Roberto Bolaño en un accidente de automóvil?

“Irrumpieron las editoriales independientes, surgió una generación nueva de narradores nacidos en los 70 cuyos libros han encontrado lectores mucho más allá de las fronteras de sus países, acometió el tsunami feminista, aparecieron las traducciones y los reconocimientos, las escritoras se tomaron la vanguardia, Internet hizo que el mundo pareciera un lugar más abordable, más cercano, el mercado se tragó la literatura y María Moreno se volvió un nombre ineludible para pensar cómo se escribe desde aquí la literatura del futuro”.

El resumen del escritor Diego Zúñiga Henríquez, director de la Cátedra Abierta en Homenaje a Roberto Bolaño de la Universidad Diego Portales de Chile y fundador de la editorial Montacerdos, abrió la conferencia Nuevas escrituras en Latinoamérica: Los amigos invisibles, que inauguró la segunda edición del Diplomado de Actualización en Literatura Hispanoamericana Siglo XXI. Nuevas perspectivas temáticas y críticas de la narrativa reciente, organizado en línea por la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura y la Cátedra Carlos Fuentes.

“En medio de todo esto se publicó 2666, y la literatura latinoamericana no sabe aún qué hacer con esas más de mil páginas”, comentó Zúñiga sobre la obra de Bolaño.

Recordó las letras de la argentina Hebe Uhart, quien tuvo toda una vida de escritura publicada en editoriales pequeñas, para una cofradía de lectores a lo largo de décadas. “Hasta que sus narraciones extraordinarias comenzaron a traspasar las fronteras y a hallar más lectores hispanohablantes”. La suya era una escritura contemporánea: “Textos vivos, raros, que desbordaban curiosidad y belleza. Tenía más de 70 años cuando la conocí, pero era la más joven de todas. Sigue siéndolo, aunque ya no esté”.

Nueva generación

Por eso, advirtió, pone en duda el tema de la edad como fecha límite para hablar de una nueva literatura latinoamericana o una nueva generación de escritores de América Latina.

En la primera década del siglo XXI –prosiguió– eran trasnacionales las que publicaban, fuera de las fronteras de sus propios países, a aquellos nuevos autores, como Gonzalo Garcés, Mario Mendoza, Xavier Velasco o Jorge Volpi. “El mundo independiente recién comenzaba a tomar fuerza”.

Recordó suplementos culturales de la época, como la revista de libros del diario El Mercurio, que salía cada viernes. Diez páginas en las que siempre había uno o dos artículos valiosos, y aparecían estos nombres de escritores. Pero cubrían también a la generación misma de Bolaño: Horacio Castellanos Moya, Rodrigo Fresán, Daniel Sada, Juan Villoro, Enrique Vila-Matas… “Sí, puros hombres, hay que decirlo”. En aquel encuentro sevillano, el último de Bolaño, sólo asistió una mujer: Cristina Rivera Garza. “Eso ha cambiado mucho”.

“Desconfío del periodismo cultural, de los gestores, los festivales, encuentros y ferias que van armando con y sin querer listas, cánones y cartografías en las que se van repitiendo nombres de autoras y autores que terminan por configurar el paisaje de lo que se conoce como la narrativa latinoamericana o hispanoamericana. Desconfío porque los conozco, porque sé cómo se arma todo esto, he visto cómo muchas veces la literatura nada tiene que decir en aquellos lugares, pero sí mucho el mercado y los medios, y cualquier cosa menos lo que debiera convocarnos”.

Por ello, propuso hacer una lectura consciente, tanto a los lectores comunes como profesionales: “Nosotros los lectores no bajemos la guardia nunca, no nos dejemos engañar. Que el último fenómeno de la literatura no nos pille desprevenidos; siempre hay que dudar porque pocas veces esos fenómenos valen la pena”.

Acerca del diplomado –en cuya inauguración participaron su coordinadora, Karla Elisa Morales, y la titular de la Cátedra Carlos Fuentes, Alexandra Saavedra–, la directora de Literatura y Fomento a la Lectura, Anel Pérez, explicó que el programa busca llevar a cabo una agenda que no puede hacerse en la currícula de la licenciatura: revisar los últimos 30 años de la literatura hispanoamericana para comprenderla y ofrecer una actualización.

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