“Con los talibanes, extrema pobreza y marginación”

Para obtener reconocimiento internacional deberían instaurar un gobierno inclusivo y ofrecer las mínimas garantías de respeto a los derechos humanos: Moisés Garduño

Foto: Reuters.

Si los talibanes en Afganistán no acceden a instaurar un gobierno inclusivo que ofrezca las mínimas garantías de respeto a los derechos humanos, no obtendrán el reconocimiento formal de la comunidad internacional y estarán condenando a la población a seguir viviendo en condiciones de extrema pobreza y marginación, advirtió Moisés Garduño, catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

El especialista comentó que a un año de haber retomado el poder, el gobierno talibán enfrenta un serio dilema que tiene que ver con el reconocimiento internacional para poder acceder a fondos extranjeros, sobre todo liquidez en dólares, y contar con los recursos necesarios para paliar cuestiones relacionadas con el subdesarrollo, el desempleo y la marginación.

Afganistán siempre ha dependido de la ayuda extranjera y ha enfrentado muchos conflictos desde la época soviética, después con la invasión estadunidense y ahora con el regreso de los talibanes, pero en términos humanitarios nunca había enfrentado esta situación de arrojar a mucha gente a la pobreza, a una migración obligada y, sobre todo, dejar sin oportunidades de estudio o empleo a los miles de jóvenes que representan una parte importante de la pirámide poblacional de lo que es hoy ese país, apuntó.

El también investigador del Programa Universitario sobre Asia y África consideró que es muy poco probable que los talibanes accedan a transitar hacia un gobierno islámico incluyente, pues en este caso no es sólo una cuestión dogmática, sino también un asunto estratégico relacionado con los órganos centrales del gobierno que son decisivos en el pensamiento talibán y que ostentan un poder que difícilmente están dispuestos a ceder.

Ante este escenario, alertó, el país podría enfrentar nuevamente una crisis de gobernabilidad, pues bajo la óptica de los talibanes no se puede acceder a impulsar un gobierno inclusivo porque se estaría perdiendo fuerza en términos de seguridad y de control fronterizo; el problema es que si no se obtiene ese reconocimiento internacional, por mucho control territorial que tengan no van a tener liquidez ni recursos para poder gobernar.

Sobre el tema de las violaciones a los derechos humanos y la preocupación de la comunidad internacional por los retrocesos que se perciben en la materia, Moisés Garduño mencionó que en ese caso no hay excepciones y se debe seguir señalando y denunciando cualquier tipo de atropello, pero al mismo tiempo se debe ser muy cuidadosos en el análisis, pues la información que difundieron los medios de comunicación sobre los avances democráticos que se habrían alcanzado durante las dos décadas de ocupación estadunidense, con cuotas de género en el parlamento, libertad de expresión, acceso de las mujeres a educación y empleos formales, fueron relativos y se limitaron a beneficiar a quienes vivían en la capital, Kabul, en tanto que el resto del país experimentó los estragos de una economía de guerra.

“A un año de que los talibanes han vuelto al poder, decir que se retrocede nuevamente en esa materia es relativo y superficial, pues en estricto sentido nunca ha habido un avance real como nación. La ruralidad en los veinte años de ocupación estadunidense se mantuvo en una economía sustentada por la venta de drogas, sobre todo de opio. Había mucha migración también, e incluso muchísimos actos de corrupción.”

Lo que es claro, apuntó el catedrático, es que falló el modelo estadunidense que se trató de imponer en la región, principalmente en Afganistán, y que el supuesto progreso que se mantenía con alfileres en la zona de Kabul no era sostenible a largo plazo. El proyecto norteamericano falló porque de los trillones de dólares que gastó Estados Unidos en los veinte años de invasión, sólo una proporción muy baja fue destinada para desarrollo y el resto se gastó en armamento y el sueldo de los soldados.

Sobre la posible ayuda solidaria de países vecinos como China, Rusia, Irán y Pakistán, consideró que esta sólo fluiría en la medida en que puedan ver que realmente los talibanes controlan el gobierno y el territorio, y que les puedan garantizar que no habrá más eventos terroristas. Dichos países, aunque públicamente manifiestan su preocupación por los derechos humanos y la pobreza, su principal interés es que les garanticen que habrá seguridad en las fronteras.

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