Sonido del silencio

Concierto conmemorativo de las orquestas de la UNAM y el IPN

Interpretaron Marchas de duelo y de ira , Heroica y el 4:33, en memoria del 13 de septiembre de 1968

Foto: Barry Domínguez.
Foto: Barry Domínguez.

El poder del silencio volvió a imponerse un 13 de septiembre, pero ahora de 2018, frente al Museo Nacional de Antropología. En esta ocasión fue durante 4 minutos con 33 segundos en los que la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM) y la Orquesta Sinfónica del IPN (OSIPN) dieron un sentido homenaje a la Marcha del Silencio de 1968, una movilización previa a la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco.

Hace 50 años, con una mezcla de miedo e incertidumbre, pero también de mucho coraje y valentía, cerca de 300 mil jóvenes marcharon sobre Paseo de la Reforma, del Museo de Antropología al Zócalo.

“El silencio será más elocuente que las palabras que acallaron las bayonetas”, fue un lema de aquella marcha. Lo ocurrido 15 días después marcó la historia política y social de México.

El homenaje musical del jueves pasado, a cargo del director de orquesta Juan Carlos Lomónaco, arrancó con las Marchas de duelo y de ira, de Arturo Márquez; luego fue interpretada la Sinfonía No. 3, Heroica, de Ludwig van Beethoven, y finalmente el famoso 4:33, de John Cage, acompañado de un performance.

Performance

De entre las sillas del público, en medio del poderoso 4:33, un grupo de mujeres empezó a levantarse de sus lugares para salir en fila. Todas iban calladas. Con paso firme. Con la cabeza bien erguida. Valientes. Seguras.

En el escenario, los violines y los chelos de ambas orquestas simulaban ser tocados. Los músicos hacían movimientos, pero respetando el armonioso sonido del silencio. El sonido de un silencio que en realidad gritaba con furia lo acontecido el 2 de octubre de 1968, así como el dolor y las injusticias de un país al que le ha costado mucho crear pactos, respetar derechos y construir su democracia.

Tras el caluroso aplauso de los asistentes, el acto concluyó con un gran “¡goya! ¡goya! ¡cachún, cachún ra, ra!…” y un “¡huelum! ¡huelum! ¡gloria! A la cachi cachi porra…”. Todos evocaron los himnos con el puño en alto.

Este es un homenaje “al heroísmo de los jóvenes que desde el 13 de septiembre de 1847 (con los Niños Héroes) han entregado su entusiasmo, su imaginación y su vida para defender a su nación. También al de aquellos que hace 50 años se movilizaron y, por qué no, al de los que hoy también están imaginando un México mejor”, destacó Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

“Se siente una gran emoción. Esto fue un homenaje a la lucha que hicieron los estudiantes a la libertad de expresión que se debe dar siempre. La educación es primordial para obtener esas libertades”, dijo Griselda Ramírez, ama de casa de 46 años y madre de dos estudiantes universitarios.

Horas después, la actual movilización estudiantil, la de 2018, partió de las puertas del museo con rumbo al Zócalo para protestar contra la inseguridad y la presencia de porros en los espacios universitarios.

En algunos tramos de Paseo de la Reforma también lo hizo en silencio, con sus bocas selladas. En otros lo hizo con gritos, a todo pulmón.

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