Conmemorantes, expresión escénica entre la memoria y el olvido

Obra para recordar y entender un momento de nuestra historia más reciente y que ha dejado huellas profundas

Foto: Barry Domínguez.
Foto: Barry Domínguez.

Para la primera actriz Marta Aura, lo maravilloso del teatro es que es efímero. Nunca una función es igual a otra, ni para el público ni para el actor. El teatro está vivo, es comunicación momentánea, sobre todo cuando se hace con amor, pasión y dedicación. Y con esa entrega representará a la madre, papel protagónico de la obra Conmemorantes, de Emilio Carballido, escrita en 1981 y que se estrenará en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario el jueves 27 de septiembre, ofreciéndose dos funciones más, viernes y sábado a las 19 horas.

Conmemorantes nos invita a juntarnos para recordar y tener historias en común. Los diálogos entre los personajes darán pie a reflexiones y discusiones en torno a una temática que no deja de dolernos, y a que hagamos un profundo ejercicio de memoria. Esta es la oportunidad de voltear a 1968 de cara al futuro, a lo que la sociedad mexicana y, particularmente los jóvenes de hoy, ya no están dispuestos a tolerar”, reflexiona la actriz con casi 60 años de trayectoria en diversos escenarios del país, así como en cine, radio y televisión.

La historia

Este drama cuenta el viacrucis de una madre que 50 años atrás tiene que transitar para encontrar a su hijo desaparecido, algo que desafortunadamente sigue ocurriendo en el presente. “Me imagino a esta mujer buscándolo entre miles de rostros desechos e irreconocibles. ¿Cómo puede un ser humano resistir esa angustia y desesperación? Sólo a través de volverse un niño indefenso. Ella es una buscadora humilde. No queremos esta desesperanza, nadie la quiere”.

En el trascurso de la obra vamos a testimoniar el terrible dolor que tiene la madre, su desesperación por no encontrar a su niño de 17 años, y poco a poco descubriremos cuando el hijo se le aparece, lo que puede interpretarse como una figura fantasmal, un espíritu o desdoblamiento, lo que le ayuda a sanar y salir de la oscuridad para finalmente experimentar la audición de la luz. El dolor también tiene belleza.

Asistir a Conmemorantes será para recordar y entender un momento de nuestra historia más reciente y que ha dejado profundas huellas. Aquí no se trata de revictimizar a los jóvenes del movimiento, sino de abrirse paso lejos de la oscuridad, adentrarse en un ambiente sonoro y lumínico que aspira al contraste, donde el final son puntos suspensivos, y lo que sigue es hacernos más preguntas a partir de una joya dramática, que en su aparente brevedad condensa diversas capas de experiencia y de sentido. Carballido y su inagotable imaginación.

Emilio Méndez, director del montaje, apunta que esta pieza “se ocupa de la manifestación escénica entre la memoria y el olvido, entre presencia y ausencia, entre el aquí y el entonces. Carballido quiso encauzar su experiencia de espectador o lector del teatro Noh japonés, dispositivo escénico que permite el diálogo espacial entre el más allá y el más acá, la zona de los muertos y de las ausencias con el presente de los vivos”. Conmemorantes enciende la flama intensa que para México representa el M68.

Además de la madre, 15 jóvenes abren el diálogo sobre una realidad que avasalla, y lo hacen no desde el entendimiento, sino a partir de la imaginación. El espectador capta sensaciones claroscuras que no puede nombrar y que le tomará tiempo designarlas con palabras. Son jóvenes críticos que quieren modificar su entorno y la respuesta autoritaria y violenta es perseguirlos, agredirlos, desaparecerlos o asesinarlos. Esta obra no ofrece soluciones y sí abre preguntas, a veces problemáticas y muchas otras hirientes.

Emilio Méndez reconoce la prodigiosa escucha de Carballido como poeta dramático. “Siempre tuvo un oído excepcional para el habla cotidiana. De golpe te presenta una forma diferente de nombrar la realidad”. Espera que en estas tres funciones se propicie una acumulación de preguntas entre quienes estén en escena y quienes ocupen sus butacas. Jóvenes con mucho talento actoral, como Monserrat Estrada y Héctor Sandoval, son parte del elenco.

Regresemos con la madre: “El miedo nos domina, nos angustia y fascina. No es cuestión de perdonar o no, sino de sanar y encontrar otro camino. Esta obra es otra voz desde el teatro”.

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