Alimentos, agua y energía, satisfactores

Contribuyen expertos a mejorar la vida en comunidades costeras

Investigaciones del Instituto de Ingeniería benefician a habitantes de Veracruz, Chiapas y Quintana Roo

Con el propósito de que el conocimiento de los procesos costeros se aplique en beneficio de los habitantes de los litorales mexicanos, un grupo de investigadores, coordinado por Edgar Gerardo Mendoza Baldwin, trabaja en el Laboratorio de Costas y Puertos del Instituto de Ingeniería a fin de mejorar la calidad de vida de las comunidades costeras.

Desde la perspectiva de la ingeniería de costas, la calidad de vida de una comunidad se define en la medida en que se satisfacen tres elementos básicos: alimentos, agua y energía.

En opinión del investigador, a la par del avance económico, las comunidades costeras requieren que sus actividades cotidianas reúnan condiciones de seguridad, de bajo riesgo y, al mismo tiempo, sostenibles; es decir, que no dañen el ecosistema.

La meta académica del Laboratorio de Costas y Puertos, comentó el especialista, es crear infraestructura de seguridad, incluso de prohibición de algunas acciones, con el objetivo de cumplir con los requisitos mínimos tendiente a que las poblaciones puedan ser incluidas en los estándares de calidad de vida.

Zonas de estudio

Mendoza Baldwin y su equipo de trabajo ha interactuado con comunidades costeras de Veracruz, Chiapas y Quintana Roo en la solución de problemas de erosión. Muchas veces, señaló, “la erosión no se deriva de las actividades de la comunidad sino que es heredada de otros sitios donde se han ejecutado obras o acciones que impactan la playa o simplemente son parte de otro tipo de obras como puertos o gran infraestructura, de alguna manera inevitables. De modo que hay que colaborar con los poblados para solventar ese tipo de situaciones.

“Al mismo tiempo, hemos trabajado en apoyo a la industria turística y a otras cuestiones como la generación nucleoeléctrica de Veracruz para que estas actividades cumplan con los requisitos mínimos de sostenibilidad, de protección de los ecosistemas y contar con playas sanas y saludables en la medida de lo posible”. El objetivo, aclaró, es apoyar con conocimiento y con desarrollo de tecnología a las labores productivas.

Estas zonas requieren que sus actividades cotidianas reúnan condiciones de seguridad, de bajo riesgo y, al mismo tiempo, sostenibles; es decir, que no dañen el ecosistema.
Estas zonas requieren que sus actividades cotidianas reúnan condiciones de seguridad, de bajo riesgo y, al mismo tiempo, sostenibles; es decir, que no dañen el ecosistema.

Ciencia aplicada

Parte de lo generado en el Laboratorio de Mendoza Baldwin se aplicó en la revisión de los parámetros de seguridad contra inundaciones y erosión o crecimiento no deseado de playa de la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde, de la CFE en Veracruz.

Laguna Verde, dijo el investigador, “tiene condicionantes específicas: toma y descarga de agua hacia el mar. Esas operaciones se tienen que efectuar con base en un correcto entendimiento de los ecosistemas para protegerlos, no causar daños y, al mismo tiempo, una instalación tan compleja y delicada pueda ejecutar sus funciones de manera segura. La revisión que hicimos hace un par de años, tuvo como efecto que las instalaciones sigan operando en condiciones de seguridad. Al menos no hay de qué preocuparse por algún tipo de riesgo que venga del mar hacia tierra”.

El Laboratorio de Costas y Puertos tiene varias utilidades, de ahí la relevancia que ha adquirido en el plano nacional e internacional. “Éstas se han relacionado con la formación de recursos humanos y la generación de conocimiento básico; no obstante, una de sus virtudes es la creación de proyectos de ciencia aplicada.

“Asimismo, se trata de aprovechar el conocimiento generado al entender los procesos costeros, relacionados con el sedimento, la hidrodinámica, la estabilidad y la protección de las playas para impulsar a la sociedad a que realice sus actividades con seguridad y con la certeza de que los proyectos que se desarrollen están basados en el mejor conocimiento disponible y con las herramientas científicas y tecnológicas más avanzadas.”

Aquí, continuó el especialista, “se prueban modelos a pequeña escala de diferentes obras costeras (rompeolas, estrategias de protección de la playa, como la infraestructura verde, una de las más importantes hoy en día: el aprovechamiento de seres vivos o de elementos vivos del ecosistema para ofrecer protección a la playa, ganando resiliencia, disminuyendo la opresión costera y la vulnerabilidad de las comunidades que habitan la costa). En ese sentido, una instalación científica como esta ofrece diversos servicios que se han aplicado tanto en el país como en el extranjero. Estamos aportando buenas soluciones para el quehacer en la zona costera, consideró Mendoza.

Foto: Juan Antonio López.
Foto: Juan Antonio López.

Pérdida de arena

Sobre el fenómeno marino de pérdida de arena en las playas, el ingeniero consideró diversas causas: “Una, obviamente, de origen natural; un sinnúmero de playas de arena en el planeta pierden volumen por situaciones atribuibles a los cambios globales, tanto atmosféricos como climáticos y del nivel del mar. No obstante, una componente decisiva es la actividad humana que por obras mal planeadas, sin el conocimiento necesario, ocasionan cambios en los agentes físicos costeros (corrientes, transporte de sedimentos, llegada de diferentes elementos a la costa) que generan pérdida de playa. De modo que buscamos estudiar causas y efectos, buscar soluciones y, sobre todo, prevenir este tipo de fallas”.

Se sabe de playas mexicanas donde se han perdido cientos de metros. “En algunos lugares son tantos que alcanza alrededor de tres o cuatro metros por año. Ese fenómeno es preocupante para las comunidades, incluso para la industria, de ahí la pertinencia de buscar soluciones y sobre todo prevenir este tipo de problemas”.

Algunas propuestas surgidas en el laboratorio se han aplicado en las costas de Quintana Roo, finalizó Mendoza, donde los expertos han “apoyado con el diseño, supervisión y construcción de diferentes obras de protección, imitando el funcionamiento de los arrecifes coralinos naturales para controlar la energía del oleaje, atrapar sedimento y generar playa con un ancho razonable, parecido al natural y estabilidad suficiente para resistir condiciones normales y de tormenta con capacidad de autorrecuperarse después de eventos extraordinarios”.

Las metas del Laboratorio de Costas y Puertos del Instituto de Ingeniería se centran en ofrecer este conocimiento a los tomadores de decisiones para que las actividades de la costa y el aprovechamiento de los recursos de esas zonas sean sostenibles en beneficio de la sociedad, sin dañar los ecosistemas.

Una de las investigaciones en curso pretende aprovechar la energía marina para generar electricidad. Se trata de un elemento rotatorio que se excita con la energía potencial de las olas, que al traducirse en energía mecánica mediante un generador se convierte en energía eléctrica “limpia” que puede utilizarse en infinidad de aplicaciones.

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