Conversaciones para sentipensar la danza

Habitar el cuerpo es habitar el espacio, afirma la coreógrafa Coral Montejano

Foto: Danza UNAM.

Los viernes de marzo, en punto de las cinco de la tarde, se transmiten por Facebook Live de Danza UNAM diálogos con cada uno de los cuatro autores de los ensayos seleccionados en la convocatoria Redes para la Danza, Alternativas para la Acción.

Conversemos sobre Danza y Escritura, título de las pláticas, es un espacio para reflexionar, entre otros temas, sobre sus inquietudes y trayectorias personales, a la par de la importancia de pensar y escribir la danza.

En la primera de las charlas conducidas por Virginia Gutiérrez, jefa de Programación de Danza UNAM, Coral Montejano Cantoral habló de su ensayo Escribir sobre otro dolor. La bailarina, coreógrafa y artista del cuerpo se interesa por el proceso, sensación y percepción del cuerpo cuando baila, más allá de cómo se ve éste. Habitar el cuerpo es para ella como habitar el espacio.

Durante este año de encierro la escritura ha sido para Coral una salida, opción cercana para visibilizar su trabajo como bailarina y coreógrafa en un contexto caótico. Hace de su diario del dolor un escaparate y se plantea, al igual que Susan Leigh Foster, editora de la serie de ensayos compilados en el libro Choreographing History (unnatural acts: theorizing the performative), que ella es un cuerpo que escribe.

Las lesiones y el dolor son una constante en la vida de los bailarines y Coral no es la excepción. Estaba totalmente permeada por la experiencia del dolor, de ahí que empezara a escribir el diario como una opción que le permitiera rastrearlo y entenderlo.

Imposibilitada temporalmente para moverse en los escenarios, se interna en la escritura y así reconoce que en ésta permanece oculto el cuerpo que escribe, pues difícilmente se sabe qué forma tiene, cuáles son sus condiciones, color y privilegios.

Para su texto decide intercalar los temas de forma muy orgánica, los plantea como una constelación y así se adentra por muchos lugares. Incorpora su propio cuerpo al texto, lo transforma en un caligrama, en una secuencia de signos radiografiados de sus lumbares lesionadas. Dilucida sobre lo que significa habitar un cuerpo de mujer joven.

El cuerpo

Una de sus grandes inquietudes y búsquedas es cómo enunciarse como artista del cuerpo sin caer en la hegemonía de la representación de la mujer en la escena. Expresa que su cuerpo le pertenece, aunque no del todo. Una idea dolorosa y provocativa que contradice aquella de que el cuerpo es el único lugar donde uno puede refugiarse y encontrarse.

Comienza su ensayo desmenuzando la frase “Sobre los potenciales expresivos del cuerpo en el arte actual” y con ella crea una imagen tipográfica. Enseguida transcribe un primer fragmento de su diario del dolor: “Lunes veintidós: empezó hace unos días; una sensación extraña y desconocida del lado del muslo, a la altura de la inserción del fémur”. Y da paso a una primera reflexión: “La idea de que ‘el arte no tiene género’ me parece, sin exagerar, caduca”.

“Creíamos que el arte era neutro, que representaba a la humanidad; una especie de creación divina para el gozo de quienes merecen apreciarlo. Olvidamos, o no le dimos tanta importancia, al cuerpo que creó ese arte que alabamos, y por lo tanto ignoramos también las condiciones en las que ese cuerpo se pudo desarrollar.”

Propone abrir más conversaciones, encontrar grietas: “Viernes veintiséis: leo una convocatoria que dice ‘escribir un ensayo libre sobre los potenciales expresivos del cuerpo en el arte actual’. Me recuesto en el piso, trato de relajarme, sentir que mi materia se derrite hacia el centro de la Tierra, no lo logro del todo; ambos lados se sienten muy distintos, como si fueran dos cuerpos con sus propias historias”.

“Miércoles veintidós: entre sollozos y un instante de arrebato pienso que no voy a poder volver a bailar nunca más, al día siguiente mi padre me dice: más bien vas a tener que bailar toda tu vida”. Así de contundente y promisorio.

Los otros tres ensayos seleccionados fueron Manifiesto sobre la in-movilidad, de Wendoline Robles; Consideraciones para cultivar volcanes, de Shantí Vera; y Bailarina amateur, de Carla Lamoyi.

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