Preservación del orden cósmico

Cuerpos vegetales y espíritus animales, en la concepción maya

El ser humano, integrado hasta por 13 elementos

 Mario Humberto Ruz Sosa. Foto: Francisco Parra.
Mario Humberto Ruz Sosa. Foto: Francisco Parra.

A diferencia de cómo se concibe a la persona en occidente, en forma binaria (cuerpo y alma) o trinaria (cuerpo, mente y espíritu), entre los mayas al ser humano se le considera integrado por más elementos (hasta 13 en ciertas culturas), entre los cuales destacan aspectos vegetales y animales.

Durante su conferencia Cuerpos Vegetales, Espíritus Animales: el Concepto de Persona Entre los Mayas que dio como parte de las celebraciones de los 80 años de la Facultad de Ciencias, Mario Humberto Ruz Sosa, director del Instituto de Investigaciones Filológicas, analizó el concepto de persona en el mundo maya con el objetivo de mostrar la forma en que se enlazaba con la naturaleza y que aún puede observarse en los pueblos mayas actuales.

“Cuando hablamos de los mayas hablamos de una forma cultural específica y de una familia lingüística, algo parecido con el latín y las lenguas romances. La familia maya tiene 29 o 30 idiomas del mismo tronco y muchos dialectos, que son variaciones regionales de una lengua particular. Son un grupo de lenguas que forman el tronco maya con diferentes subfamilias”, dijo el investigador.

Por lo anterior, no es fácil tratándose de los mayas porque hay muchas diferencias que tienen que ver con procesos históricos y culturales. “Me interesa mostrar cómo, desde una perspectiva cultural, se aprecia la persona humana”.

Correspondencia

Según la cosmovisión maya los hombres fueron formados para servir a los dioses, y mutuamente. Según el Popol Vuh, los dioses se reunieron y decidieron que había llegado el momento de crear a los humanos. “Hablamos de una actitud de correspondencia, algo muy importante porque va marcar la relación de los pueblos mayas con la naturaleza”, señaló.

En el Popol Vuh también se menciona que la gente tiene que vivir para multiplicarse pero no sólo para orar a dios, como ocurre en la tradición cristiana, sino para mantener a los dioses. “Los dioses necesitan a los seres humanos y por eso los crearon; en cambio, en la tradición cristiana la creación del hombre fue un acto volitivo de Dios, que no nos necesitaba; simplemente creó a un hombre y una mujer”.

Entre los mayas no es así: si no alimentamos a los dioses, no sobreviven. Por eso en los antiguos diccionarios, como uno de lengua tseltal, se expresa que los humanos debemos estar enlazados con el mundo.

En la lápida de Palenque se ve al rey Pakal recostado en el espacio terrestre; abajo están los iconos del inframundo y encima tenemos el espacio celestial, es decir, los tres niveles están interconectados, lo que nos explica las necesidades de los pueblos mayas de retribuir.

Ejemplo de un ritual de retribución en el mundo maya es el famoso Cháa Chák, que es una petición para la lluvia en el que la gente levanta cuatro arcos, que son el espacio celestial, los cuales están conectados con otros arcos donde están los cuatro puntos cardinales y donde se ofrecerá a las deidades de la lluvia trabajo, pozol, cacao y panes especiales para alimentar a los dioses.

“El objetivo de esta ceremonia es asegurar la benevolencia de las deidades de la lluvia para tener el agua necesaria para la supervivencia de los hombres y del universo.”

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En este afán por preservar el orden cósmico vemos que los mayas no dudan en ofrecer su propia sangre, por eso en numerosas ofrendas prehispánicas encontramos punzones y lancetas para el autosacrificio. “Hay ejemplos de señores gobernantes sacrificándose, como la esposa de un gobernante pasándose una cuerda por la lengua y el señor perforándose el prepucio. En los códices vemos que los dioses también se sacrifican por el mantenimiento del orden en el universo. El sacrificio extremo es el del ser humano, no el autosacrificio sino la decapitación o la extracción del corazón”.

En la actualidad, las mayordomas tienen la obligación de rezar por la comunidad tras varios días de abstinencia sexual para pedir a las deidades que mantengan al pueblo.

“Otra cosa importante es que en la lengua maya tenemos distintos clasificadores relacionados con el concepto de persona. El primero, p’eel, es para seres inanimados, como una roca o un libro. Túul, para seres animados, como los hombres, dioses y animales porque participan de elementos vitales”, explicó el investigador.

“Kúul es un clasificador para seres en reposo, como los árboles, porque entre los mayas los árboles son seres que están sentados, tienen los pies dentro de la tierra con las raíces pero llegará un momento en que se vuelvan a reincorporar y vuelvan a ser humanos. Estamos en ciclos de cambios.”

Una creencia maya muy antigua es que los cerros tienen dueño, los cuales también son dueños del agua, de los tesoros que hay dentro de los cerros, y uno tiene que hacer tratos con los dueños de los cerros para obtener las riquezas.

Cuando los dueños de los cerros salen de sus cuevas a pasear, lo hacen acompañados de serpientes. “En la actualidad, los tseltales de Cancuc hablan de cómo las serpientes y las culebras son las moderadoras del paisaje”.

Cuando se habla de los mayas se habla de una forma cultural específica y de una familia lingüística

Los nombres de las culebras que modelan los paisajes aparecen en español: la barreta-culebra, el burro-culebra, la mula-culebra, el marro-culebra, el picoculebra, la aguja-culebra, y los tseltales enfatizan que primero van las agujas, luego los picos, después las barretas, y las serpientes van modelando el paisaje en tiempo de lluvia.

Otra cuestión esencial es la relación entre el cuerpo humano y el tiempo. En maya yucateco el término para ser humano está relacionado con el nombre del mes de 20 días porque son 20 los dedos del hombre.

Los españoles describieron a los pueblos indígenas, y en el caso de Yucatán llama mucho la atención que Fray Diego de Landa, segundo obispo de Yucatán, escriba que los hombres son gente bien dispuesta, altos, recios y de mucha fuerza. De las mujeres dice que son más grandes que las españolas. “Una forma de seducir es adornarse con plumas, perfumarse con esencias. En los diccionarios de la Colonia se ve a las mujeres quitándose las cejas, arreglándose las pestañas, todo el kit de belleza aparece en un diccionario del siglo XVI”.

Adornarse con plumas dará origen a cosas tan curiosas como el cuidado que se tiene para manejar a las aves, porque matar a un quetzal se castigaba con la muerte. Los árboles en los que anidaban se heredaban de padres a hijos porque eran muy valiosas.

“Parte de los elementos de seducción es ataviar el cuerpo con plumas, pero las piedras preciosas son muy importantes para los mayas: collares, nácar, oro, jade y caracoles, les gustan a los nobles, pero los esclavos van en cueros, no es una sociedad democrática”, finalizó.

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Ritual de retribución en el mundo maya es el famoso Cháa Chák, que es una petición para la lluvia en el que la gente levanta cuatro arcos, que son el espacio celestial, los cuales están conectados con otros arcos donde están los cuatro puntos cardinales y donde se ofrecerá a las deidades de la lluvia trabajo, pozol, cacao y panes especiales para alimentar a los dioses.

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