Soluciones en salud, ambiente y energía

Cumple ICAT medio siglo de aportaciones tecnológicas

El Instituto atiende problemas de instrumentación científica e industrial, micro y nanotecnología, fotónicas y educación

Fotos: cortesía ICAT.

Construir el Centro de Instrumentos de la Universidad Nacional fue un proyecto que realizó un equipo de expertos, con más ganas e imaginación que recursos, que sentó las bases de lo que hoy es el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT), recordaron algunos de sus primeros investigadores.

En el contexto del 50 aniversario del Instituto, cinco de sus precursores trajeron a la memoria parte de sus anécdotas en la formación de lo que primero fue el Centro de Instrumentos, posteriormente el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico y, finalmente, el ICAT.

Rodolfo Zanella Specia, director del ICAT, adelantó que se trataba de la primera de una serie de charlas, exposiciones y actividades que se efectuarán para celebrar la creación del Instituto, en 1971, por acuerdo del entonces rector Pablo González Casanova.

El Centro de Instrumentos surgió como un espacio de servicios especializados para crear herramientas didácticas, promover el desarrollo de la instrumentación y dar mantenimiento a equipos de la UNAM, comentó.

A lo largo de su historia, destacó Rodolfo Zanella, el Instituto ha hecho importantes aportes en conocimiento aplicado, avance tecnológico, así como difusión y divulgación en instrumentación científica e industrial, micro y nanotecnología, tecnologías de la información, fotónicas, y la educación en ciencia y tecnología, dirigido a contribuir con soluciones en salud, medio ambiente y energía.

“La comunidad del Instituto ha sido dinámica, versátil y madura, y ha sabido transformarse e incluso reinventarse a lo largo de 50 años de historia”, dijo.

La primera actividad conmemorativa fue el conversatorio Recordando la Década de 1971-1980, en el que participaron Ricardo Ruiz Boullosa, Manuel Esteves Kubli, Clara Alvarado Zamorano, Antonio Castruita Vargas y Gerardo Antonio Ruiz Botello, exinvestigadores que citaron algunas de sus vivencias en la formación del hoy ICAT.

“En el 73 empecé a trabajar en un proyecto de la ANUIES, con la Sociedad Mexicana de Física para un laboratorio modular de física que consistía en el diseño de equipo para prácticas en calor, ondas y fluidos. Hice 21 equipos”, apuntó Ruiz Boullosa.

Manuel Esteves Kubli compartió que no había diferencia entre los técnicos electrónicos y los investigadores, pues todos laboraban al unísono para desarrollar un aparato o realizar un estudio, “independientemente de la formación, pues era necesario que hubiera esa conjunción de la tecnología con la investigación, cosa que fue desdeñada por muchos años”.

Clara Alvarado Zamorano, adscrita al ICAT desde 1973, mencionó que una de las principales actividades del Centro en esa década fue la valoración de 700 mil bienes dados de baja por la UNAM, pues de ese equipo se determinaba que era susceptible de donación para universidades de escasos recursos.

Antonio Castruita Vargas, quien ingresó a la instancia universitaria en 1974, externó que en esos primeros años diseñaron varios equipos para desempeño oceanográfico con el Instituto de Ciencias del Mar, que inclusive, sorprendieron a especialistas alemanes.

Gerardo Antonio Ruiz Botello rememoró su trabajo con el equipo del sistema de guiado para el telescopio de 2 metros del Observatorio Astronómico Nacional, en San Pedro Mártir, con el cual debían hacer mediciones de precisión y requería de engranes especializados, además de la construcción de telescopios que fueron donados a otras universidades.

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