“Efectivamente Marie Curie y Albert Eisntein son los rockeros de la ciencia. Alguien que no sabe nada de ciencia, puede nombrar esos dos”, afirmó la escritora Rosa Montero, durante su primera intervención en la emisión Viernes de Cultura de la Facultad de Ciencias de la UNAM, buscando recalcar la importancia de ambos científicos no sólo para la ciencia sino para el mundo en general.
La escritora española compartió la mesa virtual con la doctora Gabriela Frías Villegas, de la Facultad de Ciencias, y el doctor José Edelstein, de la Universidad de Santiago de Compostela. El encuentro titulado Marie Curie y Albert Einstein: vida y obra de los íconos de la ciencia desde la literatura tenía como objetivo ofrecer un acercamiento menos académico a estas dos figuras.
“Estos personajes tuvieron mucho en común. Fueron contemporáneos, ambos ganaron el Premio Nobel. De hecho, Marie Curie ganó dos: el primero con su esposo Pierre en 1903 y junto con Henri Becquerel por sus investigaciones sobre la radiación; el segundo fue en 1911 por sus investigaciones sobre el radio y el polonio. Einstein lo obtuvo en 1921 por el efecto fotoeléctrico”, comentó la doctora. Gabriela Frías y añadió:
“Ellos se apoyaron mutuamente, Marie Curie le escribió una carta de recomendación a Albert Einstein para que consiguiera trabajo, subrayando que sería uno de los grandes líderes de la ciencia a futuro. Para Albert Eistein, Marie Curie era una mujer inteligentísima aunque era fría como un pescado, como decía él. Fueron dos figuras sobrehumanas en la historia de la ciencia y, sin embargo, enfrentaron retos muy diferentes por el simple hecho de que Marie era mujer y Albert hombre”.
Montero recordó cómo fue que inició el proyecto de su novela La ridícula idea de no volver a verte, en la que gracias a un diario de Curie fue posible construir “una narración a medio camino entre el recuerdo personal y la memoria de todos, entre el análisis de nuestra época y la evocación íntima. Son páginas que hablan de la superación del dolor, de las relaciones entre hombres y mujeres, del esplendor del sexo, de la buena muerte y de la bella vida, de la ciencia y de la ignorancia”, como detalla Seix Barral, casa editora del texto.
“Yo conocí a Marie Curie como todos, la oficial, la santa del calendario científico… Conocía la parte oficial, la cosa esta de que no hay una foto suya donde sonría, siempre con esa pinta seria y en control de todo. De pura casualidad, mi editora me mandó el brevísimo diario de 25 páginas que Marie Curie escribió un año después de la muerte de Pierre. Mi editora quería que yo hiciera un prólogo para una colección que tiene libros pequeñísimos. Leí el diario y así nacen los libros, del inconsciente y sin poder controlarlo, me estalló un libro en la cabeza”.
“Yo estaba bloqueada escribiendo una novela, no se lo había dicho a nadie porque estaba aterrorizada. Lo que no dices, no existe. El diario de Marie Curie es un aullido de dolor salvaje, animal, completamente emocional. Es tremendo. Yo no conocía a esa mujer, era una tía tremenda y maravillosa”, apuntó la escritora, asegurando que el pequeño diario llegó en un momento especial de su vida, el adecuado para poder procesarlo a través del duelo que ella experimentó tras la muerte de su marido.
Este acercamiento a su vida privada era necesario, argumentó Montero, porque “no sabemos, no nos damos cuenta lo que era ser mujer a finales del Siglo XIX. Fue uno de los más represivos y machistas de la historia. Un machaque absoluto para la mujer. Ser mujer entonces era terrorífico, querer hacer ciencia y tener la cabeza que ella tenía era una locura”.
Un sentimiento similar llevó al doctor José Edelstein, y su colega el doctor Andrés Gomberoff, a escribir Einstein para perplejos, donde a través de ensayos buscan acercar la obra del físico al público en general analizando el contexto histórico y social en que surgieron sus ideas.
“Es como un abuelo para nosotros. La historia de nuestros abuelos es similar, son judios que emigraron de Europa para salvar la vida. Es la historia que también vivió él. Es un punto de contacto muy fuerte que hace fácil comprender lo que él vivió, no sólo cuando dejó Europa sino mucho antes”, comentó Edelstein y añadió:
“Estamos hablando de décadas de un antisemitismo furioso, es difícil imaginar la vida en una sociedad así. Si bien Einstein era un hombre blanco hetero, en esa Alemania se vivía un ambiente hostil hacía los judios. Siempre encontró un camino hostil para desarrollarse como científico. Le costó muchísimo encontrar lugar en la academia”.
“En ese contexto está la carta de recomendación de Marie Curie, ella ya era Premio Nobel, una figura más importante que Einstein en la ciencia y suena un poco raro que Einstein necesitara una carta de recomendación en la década del 10 cuando ya era una figura de la historia de la Física”, expresó el también autor de Antimateria, magia y poesía.
Al conocer las vidas de estos “genios puros”, razonó Edelstein, es posible para el público mirar más allá de la canonización científica y encontrar puntos de común que unen sus vidas a las nuestras, eliminando así los prejuicios o los “juicios morales de la época”.
Poner al descubierto la “parte oscura” de estos científicos, reflexionó Rosa Montero, es posible notar lo complejos que somos como seres humanos: “Hasta el más básico viene muy complejo de fábrica… a mí me encanta saber cómo era, hacer un viaje al otro”.