Lidera la UNAM investigación internacional

Dan a conocer valioso acervo de textos traducidos a lenguas indígenas

El Proyecto Filología Bíblica en Lenguas Indoamericanas, codirigido por Fernando Nava, del IIA, revela manuscritos al náhuatl, purépecha y otomí


La UNAM por medio de los académicos Fernando Nava y Leopoldo Valiñas del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), y de Heréndira Téllez (Catedrática Conacyt), presentó el Proyecto Filología Bíblica en Lenguas Indoamericanas, el cual es una indagación internacional donde intervienen universidades de España y Estados Unidos, con la finalidad de hacer pública una serie de textos conocidos como Epistolae et Evangelia que fueron traducidos en el siglo XVI al náhuatl, purépecha y otomí, entre otras lenguas originarias.

Éstos representan el primer esfuerzo de los evangelizadores y los colegiales indígenas por traducir las obras bíblicas a lenguas mesoamericanas y son uno de los mayores corpus para el conocimiento de las lenguas descritas y codificadas por los frailes y sus colaboradores.

El objetivo principal de esta iniciativa, precisó Fernando Nava su codirector, es dar a conocer un valioso acervo de manuscritos e impresos útiles para el estudio de las lenguas mesoamericanas, gran parte del cual prácticamente no ha sido examinado.

En un primer momento, se publicarán en la página www.iia.unam.mx//FilolBilb, los más de 20 manuscritos de las Epístolas y evangelios en lengua mexicana (Epistolae et Evangelia) y otros textos bíblicos en purépecha y otomí. Los integrantes del proyecto avanzan en el análisis, edición y traducción de dichos manuscritos en náhuatl, obra elaborada en el siglo XVI por los frailes Arnaldo Bassacio y Bernardino de Sahagún, entre otros, y el indígena Pablo Nazareo, de Xaltocan. Además, se editan y traducen otros materiales de incalculable valor, como la primera redacción de los Colloquios de la paz y tranquilidad christiana, de fray Juan de Gaona y el colegial indígena Hernando de Ribas, así como la versión completa del conocido Manual del Cristiano, de fray Bernardino de Sahagún.

“Dada la importancia de los indígenas en estos textos, el proyecto pretende, además, reivindicar su trabajo como colaboradores, traductores, copistas o amanuenses, y pone al alcance de la sociedad por los medios universitarios, tesoros con nuestra modesta participación de hacer ver estos procesos y progresos en la reflexión mundial de la lingüística, de la traducción, e invita a que se conozca un recurso verdaderamente invaluable con aportes al mundo”, subrayó Fernando Nava.

El náhuatl, terció Leopoldo Valiñas, da puerta abierta para el ejercicio clerical de las órdenes, y se vuelve una especie de lengua oficial del mundo indígena. “Hay trabajos que en realidad no son traducciones, son trasuntos”.

Leopoldo Valiñas, Heréndira Téllez y Fernando Nava. Fotos: Fernando Velázquez.

Textos prohibidos

Uno de los principales problemas de las traducciones bíblicas en lenguas indoamericanas es que fueron textos prohibidos, dijo Heréndira Téllez. Explicó que hacia 1571 la Inquisición impidió en México las traducciones bíblicas por los problemas que había en Europa de luteranismo, “las traducciones de todo el mundo que no fueran latín, se prohibieron.

“Durante casi tres siglos, estas obras se leyeron en las iglesias indianas, pero hacia 1750 fray Francisco de la Rosa dijo ‘no, no se pueden leer’, y las consumió en cartón (pasta para encuadernar otros). Con la Independencia y más tarde la Reforma se volvieron a prohibir, y fue cuando se dispersaron a otras bibliotecas americanas y europeas”, relató.

Es importante para la propia tradición eclesiástica, indicó Téllez, saber que se leyeron en lenguas indígenas, porque cada iglesia tenía un ejemplar de epístolas y evangelios, por eso hubo tantos, que finalmente se destruyeron y/o se dispersaron, por lo que el corpus estudiado es ahora de 30 manuscritos.

“El liberalismo mexicano nos impidió conocer esta historia religiosa porque las Leyes de Reforma nos hicieron creer que no había habido lecturas bíblicas en lenguas indígenas, y no fue así”, afirmó.

Los documentos están dispersos en repositorios europeos porque se mandaban a imprimir a España, y otros fueron extraídos de conventos mexicanos, y fueron a dar a colecciones del otro lado del Atlántico, como el Evangeliario en lengua mexicana de la Biblioteca Capitular de Toledo, llevado en 1561 por el general de los franciscanos, fray Francisco de Bustamante, que permaneció en el olvido hasta 2012 cuando Herendira Téllez lo encontró y se integró a dicho proyecto.

Fernando Nava, también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, expuso que esta iniciativa reafirma la evolución de la comprensión de la lengua indígena. Es decir, estos documentos son evidencia de los trabajos y esfuerzos que maduraron para la representación de sonidos, de conceptos. Es muy iluminador, incluso para la historia de la lingüística mundial, porque fue una experiencia irrepetible lo sucedido en ese momento.

“Los conceptos bíblicos no se podían traducir de cualquier manera. ¿Cómo traducir la santidad, la divina providencia? Era un gran reto, por ello, los documentos nos dan pistas de la reflexión, el avance conceptual y el tratamiento desde los sonidos de la lengua a las partes de los contenidos; es uno de los puntos en los que el proyecto aporta al conocimiento de esos procesos”, destacó.

Disciplinas como las ciencias del lenguaje, traductología, lexicografía y reflexión filosófica son algunas que en el mundo, evolucionaron a partir de la experiencia en México, de tener estos retos de la traducción de los textos bíblicos a las lenguas indígenas, añadió Nava.

Mientras que Leopoldo Valiñas subrayó que en el siglo XVI, sobre todo en la Nueva España, se generará un español diferente. “Lo que llega aquí es castellano, y lo primero que se concibe aquí es el castellano primero novohispano, que es distinto al castellano europeo. Por ejemplo, no hay en América la zeta y el vosotros, y este castellano dará origen al español americano”.

Herendira Téllez mencionó que este corpus también es muestra de lo que llaman “la primera globalización”, aunque ella lo visualiza como el multiculturalismo y plurilingüismo que ya había en la Nueva España.

“Tenemos comunidades donde había otomíes y nahuas y se leía combinado, pero además la recepción de toda la cultura clásica: tenemos a Platón en otomí. Nos puede parecer obvio, pero tener autores medievales como (Dionisio) Cartujano en purépecha, era algo que no se conocía”, concluyó.

El proyecto cuenta con la participación de sobresalientes especialistas de otras latitudes como José Miguel Baños de la Universidad Complutense de Madrid; Louise Burkhart de la Universidad Albany, Nueva York; Jesús Bustamante García, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, España; y Sergio Romero, de la Universidad de Texas, entre otros.

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