La obra revive la voz de Wilde contra la intolerancia
De profundis, símbolo de lucha por la libertad y la diversidad

Oscar Wilde fue un pionero en muchos frentes, no sólo en el de la literatura. Plantó en la historia la idea del artista moderno: versátil, independiente, crítico, listo para dar la batalla política, que no distingue entre vida y arte, y fue defensor del feminismo de su época y de la diversidad sexual. Ciertamente, su homosexualidad (delito en Inglaterra hasta 1967) y su enfrentamiento con el poder acabaron por destruirlo, convirtiéndolo en mártir de la libertad.
Al ser amante de Lord Alfred Douglas, hijo del ultraconservador marqués de Queensberry, se convirtió también en blanco político de este último, quien no descansó hasta ver que se le condenara a prisión por dos años, lo que incluyó catorce meses de trabajos forzados. A su salida de la cárcel, Wilde está destruido. Lo había perdido todo. Y, aun así, perdonó a su amante.
Fue en la prisión de Reading donde escribió De profundis, una larga carta para Lord Alfred Douglas, en la que reflexiona sobre su relación, pero también sobre la naturaleza humana, el arte y sobre la necesidad de elegir muy bien los caminos que uno toma en la vida.
El hermoso texto, un clásico universal, es adaptado bajo el mismo título a la escena por el director francés Bruno Dairou, quien junto al actor Josselin Girard y la Compagnie des Perspectives, nos llevan de vuelta a este análisis wildeano de la moral victoriana y a su defensa de la libertad y el arte por encima de todo. La obra se presentará en el marco del Festival Cultura UNAM.
Muy conocido como funcionario público de teatro y como director de diez obras de éxito en el Festival Off Avignon (como En la soledad de los campos de algodón, de Bernard-Marie Koltès; Por un sí o por un no, de Nathalie Sarraute; Diario de un loco, de Nicolai Gogol o El aumento, de Georges Perec) Dairou aborda De profundis como una carta de amor. Un amor que no puede continuar, pero en el que, aun así, y a pesar de lo que aquel hombre le ha hecho a Wilde, hay un deseo de este por no permanecer enemistados, por perdonarlo.
“Pude haber elegido 10 o 15 obras de teatro o libros que hablaran del mismo tema de la homosexualidad, pero me interesó mucho la libertad de Wilde en el siglo XIX por ser el primero en escribir algo al respecto y en ser condenado por su elección. También pienso que fue importante que se tratara de un autor tan conocido porque en Avignon se le conoce como escritor de comedias, pero cuando habla de esto se vuelve universal, pudo haberlo escrito la semana pasada”, explicó Dairou.
La adaptación del texto de Wilde implicó dejar de lado las partes en las que el autor irlandés confiesa haber encontrado a Dios en la cárcel, para centrarse en su historia de amor. La obra comienza cuando ya ha salido de prisión, comentó el director, pero lentamente, confrontado con la imagen del amante, actúa como si estuviera en prisión, y desde ahí nos cuenta la historia.
“Al final, en todo caso, el texto habla de amor tanto como de perdón, es imposible separar las dos cosas. En ciertos momentos pensamos que Lord Alfred Douglas es una persona insoportable, terrible, que no tiene compasión, y nos centramos más en el asunto del perdón, pero luego nos encontramos hablando de amor. Y es que Wilde dice ‘nunca me buscaste, nunca me dijiste nada más sobre ti, pero te quiero. Nunca nos volveremos a ver, pero el amor que tuvimos fue increíble’. Ahí vemos que ambas cuestiones son inseparables”.
Muchas veces, el público de la puesta en escena se queda en el teatro para hablar con él, explicó Dairou. Le hablan de la belleza del lenguaje, algo en lo que el director no había puesto el foco necesariamente. Le hablan del amor y el perdón, pero, sobre todo, del lenguaje. Algo en lo que Wilde fue uno de los más acabados artistas.
El público que asista a De profundis podrá comprobarlo en el Foro del Centro Universitario de Teatro (CUT), en las funciones de los días 3 y 4 de octubre, a las 18 horas, y 5 de octubre, a las 17 horas.