Diálogo Nacional por un México Social

Debaten caminos de México pospandemia

Académicos y especialistas analizaron y debatieron, desde ópticas diversas, la situación actual de México, a partir del contexto histórico del pasado reciente y las crisis políticas, ambientales y económicas actuales que plantean un porvenir incierto para el desarrollo sustentable en el 13 Diálogo Nacional por un México Social. Hacia un Estado de Bienestar Después de la Pandemia, organizado por el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), el cual se realizó de manera virtual.

En México ha habido un auténtico proceso de cambio democrático desde finales del siglo XX, lo construido en dicha materia debe apreciarse, expuso José Woldenberg, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Al dictar la conferencia magistral Política, Democracia y Desigualdad Social, Woldenberg dijo que el cambio democrático puede medirse, pero también se requiere valorar las libertades en todo sentido.

“México ha transitado de ser gobernado por un solo partido a una pluralidad de éstos, pasó en el Poder Legislativo de un monocolor a una colorida diversidad, se crearon instituciones estatales autónomas, pero el gobierno actual no aprecia lo construido en materia democrática”, consideró.

Ese trayecto hacia la democracia no fue diseñado por nadie, fue un largo proceso, con retos y conflictos, el cual incluyó seis reformas político-electorales desde 1977, añadió el académico universitario.

“No sabemos por ejemplo, si la corrupción ha aumentado, pero ahora tiene una visibilidad pública y es menos tolerada, y esto es gracias al proceso democratizador que vivió México”, aseguró.

La primera conferencia de este encuentro, moderada por Mario Luis Fuentes, del PUED, contó también con la presencia de Mariano Sánchez-Talanquer, del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

Desarrollo sostenible más allá de la pandemia

Los seres humanos hemos dañado severamente nuestro planeta. Ahora, una manera de establecer una relación de respeto hacia la Tierra es comportarnos como una especie biológica más y concientizarnos de que hemos generado una capacidad real de alterar profundamente el proceso evolutivo del que somos producto, y el proceso mismo de evolución, afirmó el exrector de la UNAM, José Sarukhán.

El coordinador nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad e investigador emérito de esta casa de estudios señaló que seguimos sin entender que los humanos somos resultado de una evolución que sigue funcionando día a día desde hace cuatro mil 500 millones de años, cuando apareció la vida en el planeta.

“No entendemos que somos animales mamíferos, primates que salimos de ecosistemas y tenemos cercanía genética con otros organismos, hasta en 98 o 99 por ciento con algunas especies de chimpancés, y hasta casi 20 por ciento con un diente de león”, refirió el integrante de El Colegio Nacional.

En la conferencia magistral El Desarrollo Sostenible más allá de la Pandemia, mencionó que el problema ambiental global que enfrentamos debe verse de manera integral y para su solución requiere la participación de científicos, antropólogos, sociólogos, psicólogos sociales, economistas, historiadores, entre otros. “Pensamos que la ingeniería ambiental lo debe resolver, o que es tarea de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales. Si eso no cambia, no lo resolveremos de ninguna forma”.

La única salida es el concepto ético, filosófico, práctico del desarrollo sustentable, es decir, manejar el planeta de la manera más inteligente posible, tratando de dejar mejores condiciones de las que tenemos hoy en día para las generaciones futuras. “Debemos establecer qué niveles de bienestar queremos: ¿los que sean, a cualquier costo?”.

Volver a la llamada nueva normalidad no es sólo utilizar tapabocas o mantener reglas de higiene, sino también cambiar profundamente de actitud y de comportamiento hacia el planeta, pero también hacia nuestros congéneres, es decir, hacia todos los demás seres humanos, concluyó Sarukhán.

Al comentar la conferencia, Enrique Provencio, integrante del PUED, cuestionó cómo definiremos nuestro umbral civilizatorio en los próximos años. “Aún tenemos una inercia de impacto muy fuerte para las próximas décadas en el mantenimiento de hábitats, regulación del clima, por mencionar algunos. No hay una sola de las funciones ambientales de los hábitats que tenga una tendencia positiva. Según los escenarios, por lo menos hasta 2060 habrá grandes cambios de uso de suelo y alteración de ecosistemas”.

Finalmente, el director de la Facultad de Economía y moderador de la sesión, Eduardo Vega, preguntó si realmente queremos movernos al desarrollo sustentable, ya que parece que no acabamos de comprender que se deben hacer replanteamientos, los que sean necesarios, para acercarnos a esa que es la mejor ruta posible.

Ciudadano universal

La propuesta del ingreso ciudadano universal va más allá de un ajuste de políticas, se trata de un amplio contexto en el que se debe pensar en términos de régimen de bienestar para la población, consideraron los participantes en la mesa tres del encuentro.

Enrique del Val Blanco, director general de Planeación de la Universidad, afirmó que si antes era necesario el ingreso ciudadano universal, ahora por la crisis sanitaria es indispensable.

Detalló que el ingreso ciudadano universal es una renta básica a la que pueden agregarse otros recursos provenientes de diversas fuentes; es incondicional, que es lo más importante; basta con tener la ciudadanía o residencia acreditada; es para todos los ciudadanos y se otorga a cada persona, no a la familia o al hogar, y es en efectivo, lo que garantiza la libertad del individuo a destinarlo a sus propias prioridades.

Recordó que en el mundo varios países establecieron este mecanismo ante los efectos de la pandemia y destacó que en México los legisladores presentaron diversas propuestas; sin embargo, no hay uniformidad en la conceptualización ni en las vías de instrumentación.

La trascendencia de la medida, continuó, exige revisar sus alcances, identificar aspectos centrales y puntos de contacto para determinar qué tipo de reforma legal debe construirse y los instrumentos para garantizarla.

Al referirse al monto económico lo calificó como un aspecto central para garantizar su viabilidad, etapas, impacto presupuestal, monto inicial y fuentes de financiamiento.

Del Val Blanco manifestó que este ingreso difiere del asistencialismo por su carácter general; es diferente a los programas convencionales de combate a la pobreza. No afectaría la dignidad de las personas, aspecto esencial, porque al recibirlo no se tiene que declarar la situación económica, si se es pobre o no.

Pablo Yanes, coordinador de investigaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en México, recalcó que el ingreso ciudadano universal es una transferencia monetaria pagada por el Estado de forma regular como un derecho a toda la sociedad, cuya característica principal es ser universal, vitalicia, individual, no condicionada y aspira a ser progresivamente suficiente, por lo menos equivalente al umbral de pobreza definido para cada nación.

En tanto, Roberto Vélez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, opinó que el ingreso básico universal puede impulsar la movilidad social y reducir la desigualdad de oportunidades para la población.

En la reunión moderada por Carlos Tello, de la Facultad de Economía, indicó que si no se considera sólo como mecanismo de emergencia y se estableciera de manera permanente, contribuiría a aminorar la intensidad de un choque económico negativo como el causado por la pandemia y, sobre todo, ayudaría en términos de disminuir la intensidad diferenciada.

Pacto para el bienestar

En la última mesa, Pacto Político para el Estado de Bienestar, Cuauhtémoc Cárdenas, del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, aseveró que en México hay amplios sectores de la población que consideran que la solución de los principales problemas que afectan al país y a los mexicanos radica en sustituir decididamente las políticas que han llevado a la situación de desastre vivida en las últimas décadas, y en proseguir con firmeza una construcción democrática, superando con la acción política, social, cultural y económica los obstáculos que se oponen a ello.

“Requerimos una democracia igualitaria en general, que privilegie lo colectivo sobre lo individual, los intereses de las mayorías sobre los de las minorías reconociendo a éstas sus derechos a la igualdad, a la diferencia, a la coincidencia y a la discrepancia; se trata de una democracia que no sea sólo para algunos, sino para todos.”

Diego Valadés, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas, apuntó que los destinatarios de las políticas sociales no se consideran titulares de derechos, no los perciben como un ejercicio de derecho sino como un acto de beneficencia generosa por parte del Estado mexicano, ello implica que no se sienten empoderados. Cambiar esa visión se traduciría justo en un proceso de empoderamiento ciudadano.

El jurista universitario subrayó que el desarrollo de las instituciones de bienestar exige que sus destinatarios consideren que tienen derecho a lo que reciben y participen en la definición de sus necesidades y satisfactores de éstas.

Clara Jusidman, presidenta del Centro Tepoztlán, Víctor L. Urquidi, se refirió a la importancia de la transformación del estado de bienestar, el cual debe centrarse en la construcción de ciudanía.

Sostuvo que hoy, debido a los cambios científicos y tecnológicos que ocurren en el mundo, los requerimientos para una vida digna irán ampliándose y se modificarán la forma de cubrirlos, así como los roles de los agentes que participan en la provisión de bienes y servicios necesarios para satisfacerlos.

Estado más sólido

En la medida en que construyamos un Estado más sólido en materia fiscal y una política social basada en derechos, estaremos en la vía de consolidar auténticamente nuestras instituciones democráticas; de lo contrario, siempre estaremos a expensas de retrocesos que son muy costosos, afirmó Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de esta casa de estudios, en la clausura del evento.

Dijo que hoy en día atravesamos una situación particularmente compleja, con rezagos históricos acumulados y una crisis sanitaria y económica que ha evidenciado la vulnerabilidad de una sociedad tan desigual como la nuestra.

Precisó que lo anterior guarda relación con la reforma fiscal, la cual se requiere para construir las capacidades estatales de intervención oportuna y eficaz, garantizar un piso básico de bienestar para todos, así como un sistema de salud público, gratuito y universal que se necesita cimentar.

Rolando Cordera Campos, coordinador del PUED, comentó que gracias a este tipo de ejercicios de reflexión, la Universidad sigue siendo lo que todos queremos que sea: una gran casa de conocimiento, de cultura y de compromiso patriótico con nuestra sociedad.

El también profesor emérito de la Facultad de Economía recalcó que hay posibilidades de vincular creativa y productivamente el conocimiento y la cultura con la construcción de la democracia, de un nuevo Estado y de una sociedad habitable donde vivamos bien y seguros.

“Concluimos este foro entendiendo de mejor manera nuestra terrible circunstancia, de combinación nefasta de pandemia con caída económica y afectaciones graves a los modos de vida de las comunidades que forman el país”, finalizó.

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