Debe aumentar la presión social para garantizar resultados de la COP26

Según especialista de la Unidad Académica Sisal, la extensión de las negociaciones se debe a las ONG

La falta de acuerdos entre países definió la recta final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021, la número 26, que se realizó las últimas semanas en Glasgow, Escocia. La incertidumbre, explicó Ruth Cerezo-Mota, de la Unidad Académica Sisal del Instituto de Ingeniería, se debe al poco consenso entre las naciones presentes sobre cuáles deberían ser los mecanismos que obliguen a los firmantes a cumplir con los convenios.

Para la especialista, la extensión de las negociaciones más allá del deadline establecido originalmente se debe a la presión de las ONG, que exigen “se tomen el tiempo y no cierren sólo por cerrar. Sobre todo en el mecanismo de pérdidas y daños todavía es pronto para decir cuál será el saldo a futuro porque se ha modificado constantemente el texto de lo pactado”.

Se sigue discutiendo el Artículo 6 del Acuerdo de París que se firmó en 2016. “Llevan cinco años tratando de ponerse de acuerdo, supuestamente en cada COP debe quedar este mecanismo y todo su libro de reglas establecido, pero no se ha conseguido. Ahora parecen haber avanzado, la presidencia de la COP hizo un borrador el martes 9 y sobre eso trabajaron”.

Los componentes históricos del Artículo 6 que han complicado el consenso entre los países firmantes del Acuerdo de París están relacionados con el marco contable de transferencia de los resultados de mitigación entre naciones, la exigencia de desarrollar un mecanismo de revisión que compruebe que los resultados en la disminución de emisiones estén verdaderamente relacionados a la implementación de programas y la entrega de un plan de trabajo técnico que determine la forma en que cada uno colabore de manera no comercial a la mitigación del cambio climático, como podría ser un impuesto al carbono.

“En la última versión del borrador que revisé se mantiene el acuerdo del metano –reducir 30 % de estas emisiones para 2030– pero no quedan claros los mecanismos o la obligatoriedad. Hay palabras con las que muchos países pueden salir por la tangente. Existen acuerdos, pero si se mantiene la tendencia de tomar cinco años para establecerlos en los mecanismos y reglas, nos llevará a peores escenarios. Sabemos que ya no hay tiempo para actuar, es preocupante que en cinco años no se haya hecho nada.”

Se avanzó “porque en reuniones anteriores ni siquiera se mencionaba el aumento de la temperatura, el hecho de que se reconozca que estamos un grado arriba es un reconocimiento del trabajo hecho. Pero no se mueven de ahí, ahorita queda escrito que empezarán a desfasar el uso de carbón, algo que México no aceptó, aunque sólo se hace referencia al carbón que no ha sido explotado. No queda claro si las minas activas pueden seguir o sólo no abrirán nuevas minas los firmantes”, cuestionó Cerezo-Mota.

Otro punto de interés, señaló la especialista, es el relacionado a los subsidios para combustibles fósiles, porque se hace referencia a “subsidios ineficientes, pero ¿para quién serían ineficientes? México, por ejemplo, podría decir que los subsidios a Pemex son eficientes. Quedan esas perversidades, esas sutilezas que no dejan claro el acuerdo”.

El mecanismo de pérdidas y daños es lo que más han estado peleando los países en vías de desarrollo y las regiones de las pequeñas islas, las más vulnerables ante el aumento irreversible del mar. “El mecanismo en el borrador del martes decía que sería más generoso, se generaría para 2030 un fondo de parte de las naciones desarrolladas que más han contaminado, una parte destinada a adaptación y la otra a mitigación”.

Sin embargo, “para el borrador del viernes ya se había eliminado esa parte, el mecanismo comenzó a manejarse como un apoyo técnico, que está bien porque es necesario, no obstante no puede ser sólo un programa social que dé dinero. Como estaba hasta el borrador del viernes, no había ninguna parte explícita sobre el resarcimiento de daños. El borrador más reciente deja implícito el resarcimiento, no sólo para el acompañamiento técnico sino también para la mitigación y los efectos del cambio climático. Está complicado y, además, redactado con palabras legales que dificultan todo”, argumentó la académica.

Además, añadió que “quitaron lo referente a preservación y restauración de los ecosistemas, lo dejaron como ‘soluciones basadas en la naturaleza’. Es un problema porque la restauración podría ser reforestación, una solución basada en la naturaleza, pero la quema de biomasa en lugar de combustibles fósiles también podría ser una solución basada en la naturaleza”.

Es donde entra la perversidad del texto, un loophole que los países más desarrollados están presionando para incluir y que quede redactado de tal manera que no estén obligados a dejar de usar combustibles fósiles o a implementar acciones fuertes. “Simplemente le dan la vuelta al asunto, las siguientes horas (el resto del viernes) serán críticas para saber qué se definirá con este documento. Es como un partido de futbol, a veces no se entiende nada y lo único que queremos es saber el resultado”.

China, la incógnita

Cuando Donald Trump anunció la salida de los Estados Unidos del Acuerdo de París en 2017, una de las decisiones más criticadas internacionalmente de su gobierno, argumentaba que éste “no fue diseñado para salvar el medio ambiente” sino para “matar la economía estadunidense”, aun cuando las metas de mitigación eran establecidas por cada país y no eran vinculantes.

“China me sorprende porque políticamente habían hecho compromisos muy fuertes. Cuando Trump sacó a Estados Unidos, China dijo que si ellos no estaban era su momento para tomar el liderazgo. Me sorprende que no firmen porque a final de cuentas es la imagen pública que buscan dar, no necesariamente significa que vayan a cumplir, lo hemos visto, pero que al menos quede en papel.”

Son uno de los mayores emisores y tienen una economía en transición. “Les ha tomado mucho tiempo llegar a ser una supereconomía, que depende de la quema de combustibles. Por eso no han firmado. Es preocupante porque si los países que más contaminan no firman, es poco lo que podría hacer el resto”.

Ojalá, dijo, “se trate de una cuestión de renegociación o negociaciones internas, que eso se traduzca en una firma o que tomen acciones. Preocupa que no estén, pero si Estados Unidos, India y la Comunidad Europea logran sumar esfuerzos se lleva una buena ventaja”.

Hasta el cierre total de la COP26 “sabremos cuánto se avanzó en mecanismos y acuerdos, sobre todo el de pérdidas y daños que se ha complicado por la injusticia social y los costos que implica para las naciones del primer mundo. Ha sido controversial, debemos observar lo que hace cada gobierno presente en la cumbre”.

Acciones individuales

Cerezo-Mota aseguró que para garantizar que los acuerdos se cumplan y avancen en los próximos años es necesaria una fuerte presencia de la sociedad. “Debe haber mucha presión social, es lo que cambia los mercados, la industria y obliga a los políticos a hacer su trabajo. La única manera de estar involucrados y saber por qué debemos protestar es estar informados”.

Algunas respuestas están “en nuestras acciones concretas e individuales. Reciclar, reutilizar, compostar, apostarle a negocios de economía circular, tratar de reducir nuestro consumo de combustibles fósiles, usar menos el aire acondicionado, aumentar el empleo de celdas solares, minimizar el uso del carro, toda acción cuenta. Debemos cambiar nuestra dieta, la producción de carne y productos lácteos son responsables del 10 % de las emisiones. Apostar por pesquerías locales y sustentables, no traer el salmón de Noruega, consumir pescado mexicano”.

Además, sugirió que nuestras decisiones de consumo incluyan “productos locales y de industrias que se preocupen por hacer una diferencia, no sólo el green washing, término reciente para referirse a aquellos que dicen hacer algo por la ecología, como plantar tres árboles en la entrada mientras deforestan hectáreas para construir las oficinas de la empresa. Hay que tener cuidado qué empresas se lo están tomando en serio, sólo así es posible un futuro sustentable”.

Aunque los países asistentes firmaron el documento final del Acuerdo de Glasgow, éste no es vinculante legalmente, y es prácticamente imposible sancionar a quienes no lo cumplan.

Por primera vez en la historia de las COP se menciona que el carbón es la primera causa de calentamiento global, y aunque hay un compromiso para eliminar su uso, China e India impidieron que se firmara el término de eliminación gradual como fuente de energía.

El documento insta a países desarrollados a duplicar fondos para que las naciones en desarrollo puedan adaptarse al cambio climático, además de hacer un llamado para reducir el uso de carbón y “los subsidios a combustibles fósiles ineficientes”; también pide actualizar, a más tardar para fin del año siguiente, las metas de reducción de carbono para 2030, y compromete a los países a iniciar un diálogo para discutir el tema de dinero a cambio del daño causado al ambiente.

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