Esta rama del conocimiento carece de género
Debe incrementarse la presencia femenina en la ciencia
No hay actividades que sean propias de hombres o de mujeres, sino problemas que pueden ser resueltos por los seres humanos: María del Pilar Carreón Castro, directora del ICN
La ciencia carece de género y no hay razón alguna para dejar fuera a las mujeres. En ese campo, en tecnología, ingeniería y matemáticas, no hay actividades que sean propias de hombres o de ellas, sino problemas que pueden ser resueltos por los seres humanos, afirma la directora del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, María del Pilar Carreón Castro.
Por ello, cada vez que se impide a una niña o joven dedicarse a estos ámbitos, se pierden manos y cerebros que podrían trabajar de manera coordinada con los varones; se desaprovechan talentos y aportaciones al desarrollo y al avance del conocimiento, añade.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, a pesar de que los campos STEM (siglas en inglés de Science, Technology, Engineering and Mathematics) se consideran fundamentales para las economías nacionales, hasta ahora la mayoría de los países, independientemente de su nivel de desarrollo, no han logrado la igualdad de género.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebró ayer, el organismo señala que en el mundo hay un 33.3 % de investigadoras, y sólo 35 % de los estudiantes de carreras relacionadas con esas áreas son mujeres.
Según la Organización de las Naciones Unidas, ellas suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y representan únicamente 12 % de los miembros de las academias científicas nacionales. En ámbitos de vanguardia, como la inteligencia artificial, sólo uno de cada cinco profesionales (22 %) es una mujer.
Hasta ahora, 24 mujeres han sido galardonadas con un Premio Nobel en una disciplina científica: física, química o fisiología y medicina. La brecha todavía es bastante amplia, reconoce la universitaria. “Definitivamente hemos ganado terreno: la presencia femenina en la ciencia es cada vez mayor; sin embargo, persisten ciertos estereotipos y prejuicios que, como sociedad, debemos eliminar”.
Cuesta arriba
En entrevista, explica que para incrementar la presencia femenina en STEM hay que comenzar por el concepto que tienen las niñas y las adolescentes de sí mismas. “La persona a la que debemos convencer primero es a la que está frente al espejo. Tienes que verte y decirte que eres capaz, que tú puedes, si quieres, dedicarte a cualquier disciplina científica”.
Hay que luchar contra el “no puedo”, “tengo miedo” o “no creo llegar”, dar los pasos para alcanzar tus sueños y en el camino “apoyarnos unas a otras, darnos la mano y avanzar de manera articulada”, menciona Carreón Castro.
“Cuando realmente sabes a dónde quieres llegar, el camino se va dando”, y esto es lo que tratamos de platicar con las menores. Al respecto, recuerda que en el ICN se realizan numerosas actividades dirigidas a las pequeñas, como la conmemoración de la efeméride. “Es necesario, desde las edades más tempranas, cuatro o cinco años, hacerles notar que dedicarse a la ciencia puede ser una realidad”.
Pero eso no es suficiente. Se requiere trabajar en un trinomio que incluye a los profesores y padres de familia, porque con frecuencia son quienes piensan que sus hijas no pueden dedicarse a esa actividad ni tener un papel relevante; “es algo que nos preocupa mucho”.
Carreón Castro relata que a algunas de sus pláticas han asistido madres quienes piensan que su hija no puede estudiar ingeniería, pero su hijo sí. “Platico con ellas para explicarles que nosotras podemos estudiar lo que queramos, que somos capaces. A veces me interesa más acercarme a los papás y mamás para decirles que ellos son un soporte muy importante, que podemos hacer mucho en las aulas, pero si el apoyo no está también en casa, no es posible avanzar”.
Hay que “romper” de una vez por todas el llamado “techo de cristal”, que impide a más mujeres alcanzar posiciones de alta dirección. Esta situación debe enfrentarse con constante preparación y demostrar, con hechos, nuestras capacidades.
Pilar Carreón agrega: “aunque en la UNAM un investigador o investigadora pueden alcanzar cierta categoría y nivel sin importar su género, observamos con frecuencia que pocas mujeres acuden para concursar por una plaza académica”.
En el ICN, por ejemplo, del total de personas dedicadas a la investigación, solamente 12 % son mujeres, y “si vemos el porcentaje en la categoría más alta, Titular C, somos pocas; entonces, tenemos que incidir en edades tempranas y trabajar de forma coordinada con las familias para que las futuras científicas cuenten con el apoyo y se formen.
Además, algunos profesores tienen prejuicios como pensar que no se debe dar oportunidad a una alumna para estudiar el doctorado porque se casará, luego se embarazará y dejará botada la tesis, cuando formar una familia es posible con planeación, organización y corresponsabilidad de la pareja, opina.