Desde su fundación en 1948, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido crucial en el manejo de emergencias sanitarias globales como las de la Covid-19 e influenza H1N1 y H5N1; el suministro de vacunas para poliomielitis y sarampión, y tratamientos del VIH y tuberculosis. Estas labores se están viendo afectadas luego de que, el 20 de enero de 2025, el presidente de Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, firmara la orden ejecutiva para retirar a su país de dicho organismo y cancelara todos los programas de asistencia e investigación dentro y fuera del mismo.
No obstante, “la OMS es crucial en el manejo de epidemias y pandemias y, hasta ahora, había trabajado con una red de comunicación de epidemiología fundamental que descansa en el sistema estadunidense, pero que beneficia en el ámbito global. La salida de EUA es irresponsable; antes de hacer cambios de tal magnitud debieron darse pláticas y negociaciones. Hoy, los peligros para la salud del planeta aumentan”, dijo Samuel Ponce de León Rosales, coordinador del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE) de la UNAM.
El también profesor e investigador de la Facultad de Medicina (FM) señaló que, ante ese escenario, resulta indispensable no interrumpir las redes de colaboración, incrementar las aportaciones de las naciones miembros y pactar con EUA para que cumpla con los compromisos contraídos.
Por su parte, Alexis Bedolla Velázquez, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), mencionó que ese país “tiene un papel esencial en términos de financiación, experiencia técnica y científica, así como en el ámbito geopolítico. Su retirada tendrá efectos negativos difíciles de contrarrestar en el corto plazo”.
Financiamiento
La OMS es un organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas que pone en contacto a países, asociados y personas a fin de promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables. Se financia por dos fuentes: contribuciones de los Estados miembros (cuotas obligatorias) y aportaciones voluntarias de países, organizaciones intergubernamentales y fundaciones filantrópicas, entre otros.
Las primeras representan menos del 20 % del presupuesto total “y pueden destinarlas a lo que ellos decidan. Se cubre, por ejemplo, el pago del funcionamiento cotidiano de la entidad. En contraste, durante la última década, las segundas han significado entre el 80 y 90 % del presupuesto total del organismo y tienen candados para ser ocupadas sólo en determinados programas o áreas del planeta”, explicó Bedolla.
En ambas aportaciones, Estados Unidos ha sido sustancial, llegando a contribuir con entre el 15 y el 20 % del presupuesto total de la OMS, si se suman los dos renglones (en el bienio 2022-2023 otorgó mil 284 millones 330 mil dólares).
En su Resolución aprobada por la Asamblea General del 24 de diciembre de 2021, la OMS estipula que (para el periodo 2022-2024), en el rubro de contribución obligatoria, ningún miembro puede dar más del 22 % del total a recaudar. Aquí también los estadunidenses han alcanzado ese tope, al desembolsar entre 109 y 120 millones de dólares anuales.
En el caso de las cuotas voluntarias, varían cada año y dependen de lo que acontezca en el momento. “En la pandemia de la Covid-19, durante la primera administración de Trump, se redujo y se mandaron 163 millones, un récord mínimo para este país. Cuando entró Joe Biden envió una cantidad importante, 481 millones en 2023”, expuso Alexis Bedolla.
Impactos
Ponce de León planteó que la resolución de Trump frena una serie de programas sumamente relevantes en el ámbito global. “Suspende la comunicación de los institutos nacionales de salud y todas las acciones fuera del territorio, y también detiene el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (que ayuda al tratamiento e investigación del VIH), así como la inversión y estructura de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), entidad importante para el mantenimiento y desarrollo de salud en poblaciones vulnerables (en África, Asia y América Latina es relevante para proyectos de paludismo y atención materno-infantil)”.
Afecta también a una cadena de comunicación internacional para el seguimiento de riesgos, como al Centro de Control y Prevención de Enfermedades, que disminuyó la distribución de información fuera y dentro del territorio.
“No hay reportes epidemiológicos sobre temas críticos como la evolución de las infecciones respiratorias en esta temporada invernal. Está el problema de la influenza aviar H5N1, que presenta una evolución grave y continua; ignoramos qué pasa con la influenza H1N1 y la H3N2 (que en esta época han incrementado de forma importante en EUA, y que en México podrían tener una gran transmisión), y también existe la evolución de diversos brotes de sarampión en Texas”, apuntó Ponce de León.
Las enfermedades son globales, no conocen fronteras ni gobiernos, por esto es necesaria la supervisión y observación constantes para establecer respuestas oportunas y efectivas. La mayor parte de las pandemias ocurridas vienen de infecciones que tuvieron su origen en una transmisión entre animales; por ello, se les debe vigilar, igual que al ambiente, añadió.
Ponce de León enfatizó que la ausencia de información debe atenderse con el mismo interés con el que se tratan temas como la seguridad y la economía. En este sentido, las agencias nacionales deberían articular algún reclamo o demanda sobre tal situación. Por su parte, Bedolla agregó que los efectos de la decisión de Trump son difusos y complejos.
Para el investigador del CISAN, ello también rompe la colaboración de diplomáticos, expertos y laboratorios de primer nivel en universidades estadunidenses. “En el corto plazo esto se reflejará, entre otras cosas, en la producción de vacunas, pues se dejará de tener acceso a las cepas o a la información genética para elaborarlas, lo cual hará que el proceso sea más lento y evitará o retrasará que otras naciones accedan a ellas”.
Decisión ideológica
Donald Trump ya había intentado retirarse de la OMS en 2020. En esta segunda ocasión manifestó que su dictamen se debe “al mal manejo por parte de la Organización de la pandemia de la Covid-19 que surgió de Wuhan, China, y otras crisis de salud globales, así como a su incapacidad para adoptar reformas necesarias y mostrar independencia ante la influencia política inapropiada de otros Estados miembros”.
El académico Ponce de León indicó que, pese a las observaciones acerca del organismo, tiene que reconocerse que hay ciertas limitantes.
“Durante la pandemia cumplió con su responsabilidad, pero hay oportunidades de mejora como los tiempos de aviso de riesgos y la intensidad del llamado para atenderlos. Dichas alertas dependen de muchas instancias y, en ocasiones, al hablar de una pandemia, los países se resisten a liberar información de forma oportuna. Esto ocurrió con la Covid-19, pues el gobierno chino fue reacio a compartir sus reportes de forma temprana y, cuando la epidemia era ya una clara amenaza biológica internacional, la OMS tardó semanas en declarar la emergencia”.
Al respecto, el médico comentó que hubo también una política equivocada, desde el principio, sobre no insistir en el uso del cubrebocas, pues pasaron meses para que se hiciera el llamado correcto.
Sin embargo, sugiere que Trump utiliza pretextos como esos para justificar su decisión. “Uno de sus argumentos es que la OMS recibe presiones de China, un donante muy importante y con una inmensa población. No obstante, se debe considerar que el organismo no actuó con la corrección esperada porque su presupuesto es insuficiente. Basta decir que la Organización del Atlántico Norte tiene, proporcionalmente, un presupuesto mayor y sólo es un conjunto de naciones en Europa”.
Alexis Bedolla remarcó que la resolución del presidente estadunidense es una decisión profundamente ideológica y no basada en evidencias o evaluaciones concretas. “Manda una señal política aislacionista que dice ‘no necesitamos de organizaciones internacionales, podemos valernos por nosotros mismos’, lo que se suma a su campaña de ‘Make America Great Again’ y ‘America First’”.
Dicha situación puede resultar negativa para EUA, pues con esto se elevan las posibilidades de que su población no tenga acceso rápido a medicamentos ante un eventual virus emergente. “La información epidemiológica generada y compartida por la OMS, y que Estados Unidos utiliza para sus medidas de salud pública, se verá perjudicada”.
Tomar medidas
Frente a este escenario deberán replantearse y aplicarse diversas medidas para contrarrestar los efectos. En el tema del financiamiento, tendrá que sustituirse el aporte de EUA. El investigador del CISAN planteó que, ya desde antes del panorama actual, en abril de 2024 la Asamblea Mundial de la Salud determinó reformular el sistema para no depender tanto de las donaciones voluntarias y sí de las cuotas obligatorias.
Finalmente, Ponce de León subrayó que la mayoría de las naciones daban por hecho el abultado financiamiento estadunidense, por lo que es momento de que la comunidad global aumente sus aportes para que el organismo siga funcionando.
Alexis Bedolla expresó que la salida de Estados Unidos abre oportunidades para renegociar políticas de salud mundial en las que éste tenía preeminencia. “En el caso de las regulaciones internacionales sanitarias, EUA buscaba proteger las patentes de las vacunas privadas para apoyar a las farmacéuticas. Si se sale, parte de ese impulso desaparece y naciones de África y Asia podrían contribuir más y ganar influencia para que, al repartir vacunas y proveer medicamentos de emergencia, tengan acceso sin pagar derechos de propiedad intelectual”.