Desarrollan con éxito vacuna que previene la ateroesclerosis

Cero toxicidad y excelente eficacia también contra el desarrollo del hígado graso en pruebas preclínicas

Jaime Mas Oliva, investigador titular “C” en el Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM desarrolla una vacuna terapéutica que previene el desarrollo de la ateroesclerosis y el hígado graso no alcohólico, patologías asociadas al desequilibrio en el metabolismo del colesterol.

Su eficacia ha sido probada en el IFC utilizando células in vitro y a nivel preclínico en el conejo y el cerdo como animales de experimentación.

A diferencia de las vacunas que generan inmunidad a largo plazo contra patógenos, la vacuna desarrollada por el doctor Más Oliva activa la llamada inmunidad innata desactivando una proteína que en nuestros días parte de su actividad podría considerarse como “mala o innecesaria” en el organismo humano.

La “proteína transferidora de ésteres de colesterol (CETP por sus siglas en inglés), podría ser considerada como un vestigio evolutivo”. Por ejemplo, para los primeros homínidos que tenían ingestas muy bajas de colesterol, esta proteína era muy necesaria para mantener esta molécula en el organismo; sin embargo, ahora, donde la ingesta de colesterol es excesiva, esta proteína “sale sobrando”.

Dos patologías, una causa

Aunque la ateroesclerosis no lleva necesariamente a hígado graso o viceversa, ambas patologías están relacionadas, pues son causadas por el consumo excesivo de lípidos (colesterol y triglicéridos).

“Si uno padece ateroesclerosis, muy probablemente también se tenga algún grado de hígado graso”, advierte el investigador del IFC, quien estudia en paralelo ambas patologías.

La enfermedad aterosclerótica podría ser presentada como el acumulo exacerbado de grasas en arterias y venas, con especial énfasis en arterias coronarias y del cerebro, condición que puede llevar a infartos tanto del miocardio como cerebrales.

En el mundo, una de las causas principales de muerte son las patologías antes descritas, y que pueden “ir de la mano” con el hígado graso.

Si se toma en cuenta que el tejido adiposo tiene un límite de captación de lípidos incluyendo al colesterol, la acumulación puede empezar a llevarse a cabo en el hígado, lo que puede a su vez derivar en fibrosis hepática, cirrosis y eventualmente convertirse en cáncer, afirma Mas Oliva.

Aunque no existen aún cifras ni estudios epidemiológicos definitivos, la prevalencia de hígado graso puede ser mayor en países con una alta tasa de obesidad, en la que México ostenta un primer lugar. De esta forma, tomando en cuenta la importancia de llegar a esquemas de prevención eficientes, es que la correlación específica entre obesidad, hígado graso y aterosclerosis empieza a ser estudiada.

El colesterol pese a ser una molécula vital, en nuestros días es satanizada. El colesterol está presente y es componente esencial de las membranas plasmáticas de todas las células y es una molécula clave en la síntesis de un número importante de hormonas. Ya que, para ser sintetizado, las células invierten mucha energía en forma de ATP (trifosfato de adenosina), y por lo tanto les es muy caro producirlo, “el colesterol tiende a quedarse en el organismo”.

El colesterol es transportado en la circulación por una serie de partículas especializadas llamadas lipoproteínas, las que mantienen un equilibrio muy fino entre su entrada y salida de las células. Sin embargo, cuando se inicia una ingesta exacerbada de grasas, se rompe este equilibrio y tanto triglicéridos como colesterol se empiezan a acumular en arterias e hígado.

A la par con este acumulo de grasa, se inicia un proceso de inflamación en las arterias y se empieza a formar una placa ateroesclerótica, que crece con la continua ingesta de grasa y que eventualmente puede ocluir completamente la luz arterial ocasionando un infarto al miocardio o un infarto cerebral.

Un dato interesante es que la prevalencia de infartos en Japón es de las más bajas del mundo. Eso se debe en gran parte a su dieta, donde el consumo de productos del mar y de la tierra predominan sobre el consumo de proteína animal (carne roja).

Sin embargo, asegura Mas Oliva, cuando se estudia a la primera generación de migrantes japoneses en los Estados Unidos y radicalmente cambian su dieta, por ejemplo, comiendo “hamburguesas”, este grupo se convierte en la población con uno de los más altos riesgos del mundo a desarrollar infartos e hígado graso.

Efecto espectacular

Para llevar a cabo esta inactivación, Mas Oliva y colaboradores del IFC tomaron un segmento de la proteína que es clave para la transferencia de colesterol y lo colocaron en una micela compuesta de diversos lípidos, para de esta manera la preparación nanoparticulada poder ser colocada en la mucosa nasal de animales de experimentación y eventualmente del humano.

Crearon así una vacuna terapéutica de aplicación nasal que se absorbe rapidísimo en la trama vascular de la mucosa nasal, donde al pasar a la circulación promueve la generación de una serie de anticuerpos que bloquean la actividad de CETP.

“Funciona de maravilla”. Se ha aplicado en animales alimentados con dietas altas en triglicéridos y colesterol, evitando que estos animales experimentales desarrollen ateroesclerosis e hígado graso. Al bloquear CETP, la vacuna evita que esta proteína regrese colesterol a la íntima de las arterias, permitiendo que el colesterol pueda ser excretado a través de las sales biliares. También se observó “un efecto espectacular de prevención de formación de hígado fibrótico”.

Habiendo definido que esta vacuna terapéutica de aplicación nasal no desarrolla ningún efecto secundario nocivo mostrando prácticamente “toxicidad cero” cuando es administrado en animales experimentales, Mas Oliva empezará las pruebas clínicas en humanos, una vez que la UNAM finalice los trámites que llevarán al establecimiento de un convenio de licenciamiento con la empresa que ha colaborado desde el inicio con el proyecto.

Con esto se espera iniciar en breve las pruebas clínicas, que, de ser exitosas, permitirá pasar a las fases de autorización por parte de la autoridad sanitaria del país, así como a las fases de producción y eventualmente de comercialización.

Esta vacuna desarrollada en la UNAM cuenta ya con patentes otorgadas en México y Estados Unidos, y pronto se tendrá la europea, con lo que la cobertura de protección intelectual prácticamente será “mundial”.

Optimista, Mas Oliva comenta que a pesar de las múltiples dificultades encontradas a lo largo ya de años para lograr su licenciamiento, eventualmente el proyecto podrá pasar a su fase clínica.

La UNAM, si bien promueve el desarrollo de la ciencia y la tecnología y sus aspectos de innovación en beneficio de la sociedad, hace falta -subraya- “afinar las reglas universitarias” referidas a la participación de científicos universitarios en activo en la iniciativa privada que permitan a estos proyectos de clase mundial poder ser realizados a cabalidad utilizando capital privado.

Con estas reglas claras, la UNAM podrá entrar en un círculo virtuoso donde muchos de sus descubrimientos podrán ser llevados a sus últimas consecuencias. De otra forma, al conocer las importantes limitaciones de inversión y financiamiento que presenta la UNAM, la mayoría de estos proyectos prometedores terminarán, como en muchas ocasiones ha venido sucediendo, en los cajones de escritorio de los investigadores.

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