Desarrollan metodología para monitorear el SARS-CoV-2 en aguas residuales

Con ella es posible detectar brotes de la Covid-19; también se analizan los fármacos usados en el tratamiento del coronavirus

Hoy en día la propagación del virus SARS-CoV-2 es uno de los mayores desafíos de la humanidad. Encontrar la manera de identificar a tiempo brotes y olas de contagio se ha vuelto fundamental, a fin de contener el desarrollo de pandemias como la actual.

Una forma efectiva, aunque poco convencional, ha sido el monitoreo en tiempo real del virus y de los fármacos usados en el tratamiento de este padecimiento en las aguas residuales. Este desarrollo ya se ha implementado en ciudades de países como Canadá, Estados Unidos y Países Bajos.

En México un grupo de investigadores inter y multidisciplinario de la Universidad Nacional desarrolla desde 2020 dicha metodología por medio de la colecta de muestras en puntos estratégicos del sistema de alcantarillado, que va de Ciudad de México al Valle del Mezquital, como en centros hospitalarios, la salida de la urbe, entrada y salida de la planta de tratamiento en Hidalgo, así como en los canales de distribución de agua en campos agrícolas.

Una vez colectadas las muestras son repartidas a tres laboratorios distintos: uno está en el Instituto de Geología (IGl), donde los expertos realizan la evaluación de cómo impacta el virus y los fármacos en el suelo y su actividad microbiana; otro en la Facultad de Medicina (FM) para que los académicos analicen el virus, y también en el Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT) donde los científicos caracterizan los fármacos.

Colectan muestras en puntos estratégicos.

Información para los tomadores de decisiones

“El objetivo principal del proyecto es proporcionar elementos a los tomadores de decisiones para que puedan en un momento dado detectar brotes de la Covid-19 con suficiente antelación. Pero también la intensión es seguir los restos del virus y los fármacos en el agua residual para ver cómo se dispersan”, dijo Rodolfo Zanella Specia, director del ICAT.

Agregó que cuando las personas se enferman de la Covid-19 inmediatamente el virus está latente y empiezan a liberar cantidades de virus, activos o inactivos, por medio de la materia fecal y, por tanto, esa es una forma inmediata de detectar un brote en una comunidad.

El aporte del grupo de investigación a cargo de Blanca Prado Pano, académica del IGl, es la colecta y reparto de muestras; pero también saber cómo varía la calidad del agua residual a lo largo de su trayecto hasta el estado de Hidalgo, donde se usa en el riego de campos agrícolas.

Además, realizan experimentos para evaluar qué pasa con la respiración del suelo, es decir, con la actividad microbiana que vive ahí en presencia del agua residual que contiene los fármacos y los virus.

“Hemos encontrado que el SARS-CoV-2 no llega a los campos agrícolas; pero en el caso de los medicamentos detectamos que la Dexametasona es retenida en el suelo de forma más importante que la Ivermectina, lo que puede retrasar o impedir su llegada al acuífero. Y de la Azitromicina, los resultados aún no son claros”, destacó.

Participación de la FM

La participación del grupo de investigación de la FM está a cargo de Yolanda Vidal López, donde a través de un método de RT-PCR en tiempo real detectan tres genes del virus. Primero concentran y extraen de las muestras de agua residual los ácidos nucleicos (material genético del virus) para luego amplificar segmentos específicos y cuantificarlos, tomando en cuenta que cada partícula viral tiene un genoma, se infiere el número de partículas virales que existen ahí.

“Este estudio busca estandarizar métodos para identificar al virus en estas aguas y evaluar si puede funcionar como herramienta de alertamiento. Además de definir el destino final de las partículas virales en el sistema”, afirmó René Arredondo Hernández, académico de la FM.

Mientras que los científicos del ICAT tienen el reto de separar los miles de compuestos que hay en el agua residual para quedarse con los fármacos que a ellos les interesa, que son la Dexametasona, la Azitromicina y la Ivermectina.

“Lo que vemos es que la Dexametasona y la Azitromicina se comportan conforme a las olas de contagio; mientras que la Ivermectina no tiene ese comportamiento, sino que aumentó en un momento en la pandemia y se ha mantenido su concentración en el agua residual”, subrayó Zanella Specia.

Acotó que estos compuestos químicos orgánicos son considerados como contaminantes emergentes que están diseminándose en el ambiente y que seguramente estarán generando algún efecto específico en éste.

“En la planta de tratamiento de aguas residuales de Atotonilco, Hidalgo, se trata alrededor de 30 por ciento de las aguas residuales de Ciudad de México y este tipo de contaminantes emergentes no están en las normas aún, aunque se tiene evidencia de que pueden causar distintos problemas en las personas”, aseguró.

Los resultados finales del proyecto “Potencial de diseminación ambiental de SARS-CoV-2; un enfoque de riesgo a partir del suelo y ciclo urbano del agua en el centro de México” se darán a conocer en 2023; sin embargo, desde ahora se convierte en un aliado para la alerta temprana en relación con la presencia de ése u otros virus en un determinado lugar geográfico.

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