Desertificación y sequía agravan al planeta

55 por ciento del suelo mexicano presenta erosión hídrica y eólica, reporta la ONU; experto del IG expone el panorama

Setenta y cinco por ciento de la tierra en el planeta se ha transformado para ser utilizada, especialmente, para agricultura; 23 por ciento no es productiva, proceso que se ha acelerado en los últimos 50 años, generando consecuencias de desertificación y sequía que afectan al orbe, alerta la ONU en el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra hoy 17 de junio.

El organismo internacional añade que la degradación menoscaba el bienestar de hasta tres mil 200 millones de personas en el mundo, por lo que uno de los objetivos para el próximo decenio es que las naciones logren restaurar unos 800 millones de hectáreas, lo cual implica una superficie comparable a China.

En 2020 la ONU reportó que 55 por ciento del territorio mexicano presentaba afectación por erosión hídrica y eólica por lo que hizo un llamado a luchar contra la desertificación para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el 15, que implica la determinación para detener y revertir la degradación de la tierra.

Un estudio de la degradación del suelo impulsado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2003), llamado “Situación del medio ambiente en México”, indica que 44.9 presentaba algún tipo de degradación: química, hídrica, física o eólica.

El mayor problema encontrado fue la pérdida de fertilidad, que se extendía a 92.7 por ciento de la superficie afectada, situación que se podía agravar por erosión hídrica o eólica, y casi la tercera parte de los suelos de Tlaxcala, Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz padecía esto; mientras que la contaminación, salinización y eutrofización se presentaron, principalmente en Tamaulipas, San Luis Potosí, Chiapas, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Sinaloa y Zacatecas.

Más vulnerables

Para Víctor Orlando Magaña Rueda, del Instituto de Geografía (IG), los mexicanos somos cada vez más vulnerables a las sequías, por leves que sean, debido a que no hay una cultura de cuidado del agua, pese a las graves situaciones que ha enfrentado el país por la falta del vital líquido.

El miembro de la Red del Agua de la Universidad Nacional opina que es necesario contar con un sistema donde los tomadores de decisiones participen junto con los académicos que examinan esta dificultad, además de la población, a fin de aportar ideas y contribuir en las determinaciones sobre el manejo del recurso.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Zonas Áridas, la presión demográfica intensifica la degradación de las tierras, condición que produce deforestación y/o contaminación de ecosistemas acuáticos (de agua dulce y de agua salobre). Además, pérdidas de materia orgánica, carbón del suelo, de cobertura vegetal y biodiversidad debido a cambios en el uso del suelo.

Tipos de sequía

Magaña Rueda precisa que aun cuando se considera la sequía como falta de lluvia meteorológica, hay otros tipos: la hidrológica, que se relaciona con la cantidad de agua en embalses, represas o lagos; agrícola, la insuficiencia del líquido para el cultivo, y la socioeconómica, cuando no hay suficiente para dotar a las ciudades.

La meteorológica es natural, no hay control sobre ella, sucede por el cambio climático o fenómenos como El Niño o La Niña durante los cuales puede llover más o menos. Sin embargo, la hidrológica, agrícola o socioeconómica son consecuencia del manejo que se hace del vital líquido, aclara el investigador.

“Hoy se habla de que estamos enfrentando una sequía, porque tiene qué ver con el buen o mal manejo del agua en todos estos años en México. Si aun cuando no había sequía vivimos crisis hídricas, no debe ser sorpresa que cuando llega el estiaje no haya agua en la ciudad; ahora imaginen cuando hay sequía”, destaca el especialista en meteorología tropical.

El profesor del posgrado en Ciencias de la Tierra asegura que cuando se presenta un proceso de sequía es fácil culpar a la naturaleza, sin reconocer los errores que se cometen en la forma de manejar el recurso hídrico.

“No hemos aprendido ni las lecciones en México ni de las grandes ciudades como Barcelona, Sao Paulo, Ciudad del Cabo, que pasaron por este nivel de emergencia y hoy mantienen un monitoreo estricto del agua. Han creado cultura, programas para reusar el líquido una y otra vez, han sabido recuperar las funciones que nos da la naturaleza para captar agua, recargar los acuíferos. Todos han implementado medidas clave porque no quieren volver a pasar por lo mismo.”

En 2011, recuerda, México enfrentó una crisis similar a la actual; es decir, no es un problema reciente, tiene décadas y se agrava. Para el especialista, lo sorprendente es que las explicaciones que se daban son las mismas de ahora.

Nuestra nación, asevera, vive en constante contradicción por la falta de agua e inundaciones, por lo que es urgente que la población y los tomadores de decisiones se comprometan a limpiarla, cuidarla, reducir su consumo, usar aparatos y sistemas que gasten menos.

¿Qué se ha hecho?

Son múltiples las aportaciones realizadas por la UNAM para generar nuevo conocimiento sobre la degradación de los suelos, mediante los institutos de Ecología, Geografía, Geología, Ecosistemas y Sustentabilidad. Los resultados de las investigaciones universitarias aportan para comprender de mejor manera el fenómeno, cómo avanza en diferentes regiones del país, y presentar propuestas de solución que pueden ser aprovechadas por los tomadores de decisiones.

A partir de 2016, a través de la iniciativa de Promoción del Manejo Sostenible de la Tierra, instancias gubernamentales entre las que destacan la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Comisión Nacional Forestal, la FAO y la sociedad civil impulsan en México un modelo de desarrollo rural territorial en más de ocho mil hectáreas en zonas semiáridas en Hidalgo, Oaxaca, Zacatecas.

Igualmente, expertos del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo enfatizan que técnicas de agricultura de conservación y mejoramiento tradicional de cultivos son opciones viables para hacer frente a los retos de la desertificación y la sequía en nuestro territorio.

Impulsada por la ONU y signada en 1996, la Lucha contra la Desertificación y la Sequía recuerda cada año los trabajos a efectuar para restaurar y recuperar la tierra, de ahí que en 2021 se centrarán en la renovación de las degradadas, la resiliencia económica, creación de empleos y seguridad alimentaria.

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