Día de muertos, elaboración cultural de la Colonia

Resaltan elementos del mundo Mesoamericano antiguo entre creencias europeas; de ahí surge una reinterpretación del antiguo culto a la muerte.

Foto: Brenda Ayalas Creative Commons

La vida y la muerte son concepciones presentes en las diversas culturas y pueblos desde el principio de la historia. No obstante el culto a la muerte en Mesoamérica era distinto al de Occidente.

En el mundo mexica la vida y la muerte era dual y su filosofía está anclada a esa condición durante la vida para explicarse la muerte como un complemento. De modo que, el acto de morir en el mundo indígena es pasar a otra forma de estar en el universo aunque ya no se ocupe el mismo cuerpo.

Cuando llegan los españoles invasores hace 500 años, se presenta un choque de percepciones sobre el mundo, generando también una mezcla cultural ya que tanto los pueblos indígenas como los europeos tenían su propia concepción de la muerte, consideró Itzá Eudave Eusebio, académico de la Coordinación de Humanidades y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

A partir del contacto, continuó, se genera un choque cultural que, como en otras esferas de la vida cotidiana, cambia el culto a la muerte. Se retoman elementos del mundo Mesoamericano antiguo, mezclado con las creencias de los europeos y de ahí surge una reinterpretación del antiguo culto a la muerte, lo que podríamos concebir como el actual Día de muertos.

El culto a la muerte, añadió, estuvo prohibido al principio de la Colonia pues se tuvo como idolatría. Sin embargo, en Europa también se practicaban cultos a la muerte encubiertos o negados por la Iglesia, como el de San Pascualito, una representación de la muerte, resultado de creencias populares de origen medieval y que en América se sincretizó con el culto a la muerte.

“De manera que, cuando los primeros europeos ven que hay un culto a la muerte, se enganchan muchas cosas religiosas para el encubrimiento y apropiación cultural. Posteriormente, no se permitiría ese culto, provocando que, en consecuencia, en ocasiones se hiciera de manera clandestina”.

Con el paso del tiempo, continuó, la iglesia católica permitiría lo que se conoce como “idolatría paliada”, lo cual implicó que se permitieran algunas creencias y elementos culturales del pensamiento indígena antiguo mezcladas con las europeas. “Así fue como se crearon las fiestas actuales. Una de ellas es el Día de Muertos, donde se encuentran simbolismos como el de las flores de cempoalxóchitl, que significa Flor de la cuenta. En el pensamiento indígena una cuenta significa un tiempo, cumplir con un ciclo y a partir de ahí empieza otro, aclaró Eudave Eusebio.

Hoy en día, señaló el académico, “esa herencia ancestral está presente en México. En cada región se recuperan elementos de esos elementos culturales mezclados con lo católico. En las ofrendas se pueden encontrar, por una parte, elementos de la tradición europea, como el pan de trigo, que se empieza a elaborar a partir de la Colonia.

Un espacio central en el pensamiento indígena relacionada con la muerte es el Mictlán, Xibalba para los mayas, y que se nombra de formas distintas en las diversas lenguas indígenas vivas, es decir el inframundo. De modo que en las ofrendas del Día de muertos en algunas regiones del sureste se ven las representaciones del inframundo mezcladas con el pensamiento cristiano. Se colocan santos católicos y símbolos indígenas.

Para el académico, autor de “A imagen y semejanza. La colonización del ser y el saber indígenas en la Historia general de las cosas de Nueva España”, (Universidad Nacional de Tucumán. Argentina. 2020), la celebración del Día de muertos permite repensar y filosofar la vida y la muerte, el estar aquí. Al reconocer que en las ofrendas del Día de muertos coexisten elementos culturales tanto del mundo indígena como del europeo –e incluso del africano–, permite entender que una parte del pasado aún está presente en las manifestaciones culturales.

“Los alimentos que se ofrendan a los espíritus de los muertos que visitan los hogares tienen gran significado, de acuerdo con los gustos del difunto. El platillo más antiguo que comemos hasta hoy día en todo el país son los tamales en diversas formas.

En los alimentos y en algunos elementos (fuego, copal, flores de cempoalxóchitl, cacao, chocolate), y en la forma de preparar la ofrenda se advierten cargas simbólicas. A veces en algunas regiones también están presentes “los rumbos”, los cuatro rumbos del universo indígena, “encubiertos y resimbolizados” después con la cruz cristiana que se mezcló en la Colonia.

De ahí que pueda decirse que “los europeos encontraron en el mundo indígena elementos parecidos a sus propios cultos. El día de muertos fue uno de ellos. Se encontraron cosas muy parecidas”.

Finalmente, Eudave Eusebio señaló algunas diferencias del ritual católico europeo con la celebración mesoamericana: mientras en la Europa del siglo XVI se ve a la muerte como una tragedia, donde se acaba el ciclo de vida, en Mesoamérica se asiste a la Micailhuitl, “El tiempo de celebrar a los muertos” o “fiesta de los muertos”, en lengua náhuatl, una ceremonia ritual en la que se celebraba que muriera alguien porque trascendía a otro espacio y tiempo, en otra forma.

“Si morían las mujeres al parir, o los guerreros en batalla, iban al sol o los ahogados iban al Tlalocan. Asimismo, quienes morían de muerte natural al Mictlan; si moría bebé iba al árbol de Chichihualcuauhco. estas percepciones de la vida y la muerte como una dualidad, hace que sea distinto en México.

“Aunque hoy no se reproduzca lo mismo que en el México antiguo, ya que no era solo una “fiesta”, era una celebración que implicaba danza, música, ceremoniales a los muertos, y a la muerte misma, prácticas que en la actualidad y en la diversidad cultural de nuestro país se siguen realizando”, concluyó el académico.

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