Diálogo académico para la reconstrucción y el desarrollo del país

Se viven demasiadas violencias, hay un exceso de muertes y de dolor, es urgente detener esa espiral, revertir la degradación: Mario Luis Fuentes

Fernando Cortés, Mario Luis Fuentes, Iliana Yaschine, Clara Jusidman y Abelardo Ávila. Foto: Juan Antonio López.
Vivimos en un mundo de crisis en cascada, una suma de pandemias: bajos ingresos, violencias, desigualdades, de derechos humanos y de política, todas sobrepuestas una tras otra por las brechas y las fragmentaciones, que transforman no sólo a la sociedad y al sujeto, sino también las viviendas, escuelas y hogares, lo cual transfigura nuestra forma de interactuar, apuntó Mario Luis Fuentes Alcalá, investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo.

Al participar en el 15º Diálogo por un México Social. Reconstrucción para el desarrollo, el también titular de la Cátedra Extraordinaria sobre Trata de Personas, indicó que en el país se viven demasiadas violencias, hay un exceso de muertes y de dolor, es urgente detener esa espiral, revertir la degradación. Sin embargo, el Estado mexicano “encuentra en lo inmediato grandes restricciones presupuestales en un contexto de bajo crecimiento, una reducida acción. Ante ello, lo urgente es reordenar lo que se tiene y darle un sentido de integridad, para enfrentar enormes retos de coordinación y concertación”.

Los primeros pasos serían reorganizar los recursos públicos en el combate a la pobreza, rediseñar las estrategias hacia la atención de prioridades de mayor urgencia, establecer una estrategia para prevenir la enfermedad y la muerte evitables, construir un nuevo modelo de cuidados que articule guarderías y casas dedicadas a éstos, centros de atención geriátrica y gerontológica que permitan reducir los tiempos que las familias invierten en los cuidados, así como avanzar hacia la construcción de un sistema universal de protección en salud y seguridad social que vincule la garantía del derecho universal al trabajo, entre otros aspectos relevantes.

Clara Jusidman Rapoport, miembro activo de la sociedad civil en defensa de la democracia, la justicia social y los derechos humanos, señaló que ha participado en muchas batallas tratando de incidir en la política y en los programas sociales del gobierno mexicano, “luchas desgastantes, en su mayoría infructuosas, porque quien llegaba al poder tenía su propia idea de lo que quería hacer, ejemplo claro es lo que estamos viviendo hoy”.

En el Auditorio Jesús Silva Herzog del Posgrado de la Facultad de Economía, la también integrante emérita del Seminario de Cultura Mexicana, expuso que cuando se logran acuerdos por medio del diálogo, a la vuelta del sexenio se abandonan y se empieza de nuevo, “por ello me he vuelto escéptica desde hace muchos años sobre la conveniencia de seguir poniendo la esperanza en lograr una política social de largo aliento que se fundamente en los dolores reales de la población y en su diversidad”.

Fernando Cortés Cáceres, académico del Posgrado de Economía, indicó que la desigualdad en la distribución del ingreso tiende a propagarse en la sociedad e incide sobre las diferentes desigualdades, se estratifica la educación y la salud; basta con mirar el sistema de hospitales privados que hoy tenemos y lo que ha ocurrido con la educación en los últimos años. Pero también repercute en el empleo, salud, vivienda, seguridad social, el espacio público y residencial, segmenta la vida social, y las personas tienden a aglomerarse según sus condiciones socioeconómicas.

Planteó la necesidad de políticas redistributivas del ingreso a través de uno básico universal, sin tener que quitarles a unos para darles a otros, y redistribuir lo máximo hacia sectores de menos recursos; de esa manera disminuye el conflicto social. Las medidas de políticas que podrían derivar serían el diseño de programas de financiamiento para micro y pequeños productores y sistemas de becas con salidas laborales.

Abelardo Ávila, especialista del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, señaló que se asume que un sistema de salud “puede ser parchable, corregible en algunas deficiencias. Si nos empeñamos en hacer bien las cosas, mejoraremos en cuanto a la atención de la salud de la población, algo muy lejano de lo que ocurre en estos momentos, cuando los mexicanos sufren por las circunstancias que viven.

Se requiere una reforma sanitaria a fondo, reconstruir un sistema único de salud con un mayor financiamiento público, “no podemos estar con un sistema de salud al que se le dedican recursos menores a 4 por ciento del PIB, se necesita mínimo 7 por ciento; cualquier gasto por debajo de eso no funciona o mal funciona y se vuelve en generador de daño a la salud per se”.

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