Distingue la UNAM a 152 docentes con 50 años de servicio

Son la esencia de la humanidad porque crean, resguardan, difunden saberes y estimulan vocaciones: el rector Enrique Graue

Por dedicar cinco décadas de su vida a la formación de generaciones, la UNAM distinguió a 152 de sus académicos; entregó las insignias que acreditan como eméritos a 13 universitarios con una labor extraordinaria; y reconoció a exintegrantes de la Junta de Gobierno y del Patronato Universitario que terminaron su encargo, en el contexto del Día del Maestro.

“Los académicos son la esencia de la Universidad porque en ustedes están la avidez por crear, resguardar y difundir saberes, estimular vocaciones y generar en el estudiantado la inquietud por aventurarse en el intrincado camino de lo ignorado”, afirmó el rector al encabezar la ceremonia.

Los logros de la UNAM son, en gran medida, los logros de su personal académico. Sin su entrega y dedicación la Universidad de la Nación no sería lo que hoy en día es, ni habría conseguido los innumerables logros alcanzados, expresó en el primer acto presencial desde el inicio de la pandemia.

Las y los académicos investidos como eméritos son: Mark de Bretton Platts Daley, Estela Susana Lizano Soberón, María del Carmen Rovira Gaspar, Rita Eder Rozencwajg, Carlos Luis Arturo González y Lobo (fallecido), Francisco Xavier González Acuña, Felipe de Jesús Tirado Segura, Julio Alfonso Labastida Martín del Campo, Jaime Humberto Urrutia Fucugauchi, Mauricio Hardie Beuchot Puente, Octavio Manero Brito, José de Santiago Silva y Pedro Julio Collado Vides.

En tanto, los miembros del Patronato a quienes se les reconoció por haber concluido su encargo son: Alonso Gómez-Robledo Verduzco y María Elena Vázquez Nava; mientras que de la Junta de Gobierno, Francisco Xavier Soberón Mainero, Teresita Corona Vázquez y Eduardo Bárzana García.

Esta ceremonia, correspondiente a los años 2020 y 2021, tiene un doble significado, subrayó Graue: por una parte, celebra en los maestros una de las misiones que dan sustento a la Universidad, y también refleja una luz de esperanza y el anhelo de regresar y convivir físicamente.

“Hoy lo hacemos entre unos cuantos, en representación de muchos más que ya quieren retornar a las aulas, habitar nuevamente nuestros espacios e intercambiar en los pasillos vivencias y experiencias con sus alumnos y colegas. Todo parece indicar que pronto lo podremos hacer”, dijo.

Retos para las universidades

Gerardo Estrada Rodríguez, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), hizo uso de la palabra en nombre de los académicos que cumplieron 50 años de actividades en 2020 y sostuvo: “Como profesores e investigadores tenemos la obligación de transmitir la información y la memoria del conocimiento a las nuevas generaciones, y de hacer conscientes a los alumnos de los valores y principios que han presidido esta actividad a lo largo de siglos”.

Recalcó que han sido miles de universitarios los que, de distintas formas, han contribuido a volver realidad las aspiraciones democráticas de la sociedad mexicana, desde las trincheras de las luchas sociales hasta la construcción de las grandes instituciones que hicieron viable una competencia electoral justa y dieron credibilidad a nuestro sistema político.

Hoy, al igual que de la fragilidad de la salud, sabemos de la fragilidad de las instituciones que hemos creado para garantizar el ejercicio de nuestros derechos; que la democracia y las libertades tampoco son algo que hemos ganado para siempre y también están expuestas a otros avatares, como el autoritarismo y la intolerancia que amenaza su estabilidad y fortaleza. Frente a esas circunstancias, debemos reconocer que los retos para las universidades se acrecientan; “debemos estar preparados para defender y fortalecer nuestros avances”.

La Universidad tiene en sus manos una conquista ganada hace casi 100 años y que le ha permitido navegar por un mundo donde la intolerancia y los intereses económicos y políticos constituyen una amenaza permanente. Esta casa de estudios “se debe a la sociedad y es ante ella a quien debe rendir cuentas y a quien debe servir”, finalizó Estrada.

Vida sembrada en la UNAM

Judit Bokser Misses-Liwerant, también académica de la FCPyS, en representación de los profesores e investigadores con 50 años de labor académica 2021, externó que esas cinco décadas significan “vida que hemos sembrado dentro de nuestra Universidad, experiencias, cambios, procesos, anécdotas, conflictos, risas y en fin, la profunda y compleja riqueza que representa el solo hecho de vivir la vida universitaria en sus procesos académicos y en sus desvelos, la creatividad, los proyectos y la convicción de que aún hay muchos mañanas intelectuales”.

Acentuó que en esta institución han tenido la excepcional oportunidad de dedicarse a observar, emprender, investigar, enseñar y comprender alternativas inexploradas, ignoradas u ocultas. “Aquí, hemos asumido que el derecho de saber es intrínsecamente el derecho de ser, y entre uno y otro, mujeres, hombres y comunidades aspiramos a construir espacios de sensatez, sabiduría y dignidad”.

En la Universidad, la racionalidad, la crítica y la autocrítica constituyen sus cimientos; es un espacio-resguardo frente a avasalladores impulsos por instaurar o imponer una verdad o la herencia de una voluntad homogeneizante que no tolera la diversidad. Es esta una universidad abierta al conocimiento, a la sociedad, a los exilios que vinieron de Europa y de nuestra América; y germen del pensamiento y la reivindicación democrática.

Nuestra institución no es sólo ni únicamente un crisol. Más bien es un amplio territorio, una ciudad en la que habitamos lo diverso, lo híbrido, los encuentros transdisciplinares y multisectoriales; su potencial es inmenso y en esa inmensidad y por ella, hoy celebramos sólo 50 años, concluyó Judit Bokser.

Espíritu crítico e independiente

En representación de profesores e investigadores eméritos de 2020, Estela Susana Lizano Soberón, investigadora emérita del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica, destacó que la Universidad les ha proporcionado los medios para poder llevar a cabo su labor por ya varias décadas.

“Nos ha permitido trabajar con los estudiantes, verlos forjarse un espíritu crítico e independiente y convertirse en mujeres y hombres que aportarán a la sociedad todas sus capacidades. Nos ha dado la posibilidad de investigar, de inventar, de crear en nuestras diferentes disciplinas con total libertad”, aseguró.

Mencionó que “el reconocimiento como profesores e investigadores eméritos es un reflejo de la generosidad de la Universidad con cada uno de nosotros. Estaremos siempre en deuda con ella”.

Enfatizó que en esta crisis se valora aún más la importancia de la Universidad, noble institución de educación superior que prepara a miles de estudiantes para la vida profesional y que los forma como seres humanos. “Además cultiva las ciencias, las humanidades y las artes, todas ellas necesarias para afrontar la pandemia y salir adelante”.

Estudioso activo

Por los docentes e investigadores eméritos de 2021, José de Santiago Silva, profesor emérito de la Facultad de Artes y Diseño, resaltó que el sentir general es de agradecimiento a la vida, al núcleo familiar en el que nacieron y crecieron, a la comunidad académica en la que les ha tocado trabajar, a la institución en que han sido formados, pero también a sus maestros y alumnos.

Planteó que un investigador emérito no es precisamente un académico jubilado; por el contrario, es un estudioso en activo al que la Universidad Nacional le ha otorgado la más alta distinción por sus méritos en la docencia o en la investigación. Adicional a ese reconocimiento, la Universidad ubica a los eméritos en un ámbito de responsabilidades mayores, que obligan al aumento de productividad y servicio.

Aseveró que durante la crisis sanitaria esta casa de estudios ha recorrido nuevas formas de trabajo, tanto en la docencia como en la investigación y la difusión de la cultura, para generar nuevas estrategias y diversificar acciones para cumplir con la consigna de que la UNAM no se detiene.

Asimismo urgió a establecer procesos de tecnificación y perfeccionamiento educativos. “No podemos regresar a las aulas, al gabinete y a los laboratorios como solíamos hacerlo antes del confinamiento, porque la realidad será otra, diferente a la del momento en la que la contingencia nos obligó a resguardarnos y lo será más en el futuro”.

Fortalecer la autonomía

Eduardo Bárzana García, exintegrante de la Junta de Gobierno y quien habló en representación de los miembros de este cuerpo colegiado y de la Junta de Patronos que concluyeron su encargo, expuso que estos son dos cimientos orgánicos que dan soporte a la institución.

Son espacios donde se percibe el palpitar de la UNAM con sus arritmias, sus momentos de hipertensión y también aquellos de plena salud institucional. Todo ello gracias a sus múltiples vasos comunicantes con el país, convirtiéndolas en un espejo fiel de las pulsiones de México.

“Por su importancia como Universidad Nacional debemos todos preservar su autonomía y fortalecerla para resistir embates vengan de donde vengan”, asentó.

Recordó que para ambas juntas su composición y funcionamiento colegiado aseguran el poder capitalizar la diversidad disciplinaria de sus integrantes. “Y esta pluralidad también lo es en personalidades, aportando otro valioso patrimonio. Lo que los homogeneiza es la intención de siempre buscar el mayor beneficio para la institución”.

Retorno paulatino y ordenado

En el evento efectuado en la Torre de Rectoría, y el cual también fue transmitido por las plataformas digitales de la UNAM, el rector Enrique Graue afirmó que el retorno a las aulas y los espacios universitarios iniciará en los próximos días y se llevará a cabo “en forma paulatina, ordenada y con todas las precauciones necesarias”.

Este regreso implicará haber superado una de las etapas más complejas de la historia de la Universidad. Se tendrá la emoción del reencuentro, el dolor por las pérdidas humanas y la incertidumbre vivida, así como los aprendizajes y experiencias incorporadas a las fortalezas con las que se enfrentará el porvenir.

“Porque la UNAM, no tengo duda, saldrá más fortalecida que nunca y los universitarios estaremos más comprometidos con ella”, dijo Graue acompañado por el secretario general de la Universidad, Leonardo Lomelí Vanegas, y los presidentes en turno de la Junta de Gobierno y del Patronato Universitario, Ana Rosa Barahona Echeverría y Othón Canales Treviño, respectivamente.

También se refirió a la situación que afectó el pago a un grupo de profesores e informó que los rezagos del ciclo escolar 2020 y del primer semestre de 2021 se han regularizado, y se actualizan los correspondientes del ciclo escolar en curso. Además, se instalaron mesas para aclaraciones pertinentes.

Señaló que la administración está para servir a la academia y empeñada en subsanar estas anomalías. Asimismo, llamó a los estudiantes que se han solidarizado con los profesores a reanudar actividades para concluir sin contratiempos el ciclo escolar en curso.

Igualmente, subrayó el compromiso por regularizar y modernizar procesos, actualizar mecanismos y sistemas de pagos, y encontrar las mejores formas de estabilidad laboral en total transparencia y con apego a la normatividad universitaria.

Destacó que durante estos largos meses de distanciamiento esta casa de estudios ha mostrado una gran capacidad de adaptación pues supo adecuarse, sostener el ritmo y contribuir a la solución de la crisis.

“Ha sido un colosal esfuerzo de toda la comunidad que muestra la vitalidad, resiliencia y compromiso de los universitarios”, manifestó el rector en la ceremonia en la que participaron exrectores y directores de las distintas entidades académicas.


 

PALABRAS DEL RECTOR
ENRIQUE GRAUE WIECHERS

Buenos días, permítanme saludar a los presidentes en turno de la Junta de Gobierno y de la Junta de Patronos y a los integrantes de ambas que concluyeron en estos años su encargo.

Agradezco al doctor Barnés, que nos acompaña a distancia, por su presencia en este acto.

Felicitar, por supuesto, a las investigadoras, investigadores, profesoras y profesores que hoy recibieron la investidura del emeritazgo; y a los miembros de nuestra planta docente que cumplen 50 años en nuestra Universidad.

A las directoras y directores de las distintas entidades académicas y a los muy orgullosos familiares de los hoy distinguidos.

Muchas gracias a todos ustedes por estar en esta ceremonia que reúne el mestizaje de lo presencial y lo virtual.

Hoy tenemos el privilegio de contar con la asistencia física de algunos homenajeados y autoridades, y también con la gratísima concurrencia de muchos más que, gracias a la tecnología, nos pueden acompañar desde la virtualidad.

Y así, hoy nos reunimos para reconocer a académicos que debimos honrar hace un año y que no lo pudimos hacer por el asalto pandémico a nuestras vidas, y a quienes tenemos la gran satisfacción de poder hacerlo en este año 2021.

Este acto tiene un doble propósito:

Primero, reconocer en ustedes, los académicos, la esencia de nuestra Universidad; porque en ustedes está la avidez por crear, resguardar y difundir saberes; estimular vocaciones y generar en el estudiantado la inquietud por aventurarse en el intrincado camino de lo ignorado.

Por eso, en gran medida, los logros de la UNAM son los logros de su personal académico.

Sin su entrega y dedicación, la Universidad de la Nación no sería lo que es hoy en día ni habría conseguido los innumerables logros académicos alcanzados.

Durante estos ya muy largos meses que llevamos distanciados y que tanto dolor, angustia y ansiedad por retornar a la normalidad hemos experimentado, la Universidad Nacional —con su gran capacidad de adaptación— supo adecuarse, sostener el ritmo y contribuir con sus capacidades a contener la solución de la crisis, que muy pronto esperamos superar.

Una ocasión como esta es también propicia para hacer una especial mención a todo el personal académico y administrativo que, con las precauciones necesarias, acudió a sus centros de trabajo para mantener servicios, laboratorios, bioterios, granjas e investigaciones en curso que no era posible detener.

Lo hicieron, sí, en condiciones de seguridad y con aforos mínimos. Pero lo hicieron también por amor y compromiso con sus quehaceres, anteponiendo éstos, incluso, a su propia seguridad personal.

De la misma manera ha sido admirable cómo —en forma más o menos súbita— decenas de miles de maestros migraron sus habilidades docentes, y cómo centenares de miles de alumnos, con las dificultades inherentes a las desigualdades económicas y a las brechas tecnológicas, pudieron adaptarse a la realidad impuesta por la contingencia.

Ya en diversas ocasiones hemos dado cuenta de las aportaciones y acciones que se han llevado a cabo por los subsistemas de investigación científica y de humanidades, así como de la gran fuerza cultural universitaria que pudo y supo adecuarse, acrecentó exponencialmente sus públicos y la diversidad de su oferta.

Ha sido, han sido estos meses, un colosal esfuerzo de toda la comunidad que muestra la vitalidad, resiliencia y compromiso de los universitarios.

Sirva también, pues, esta ceremonia para reconocer a toda la comunidad.

No puedo evitar referirme hoy, Día del Maestro, a los problemas de pagos que motivaron una comprensible reacción de un grupo de profesores y la empatía y solidaridad de parte del alumnado.

Fue por razones varias, entre las que se cuentan: cambios de último momento en la programación de actividades académicas, nuevas contrataciones y recontrataciones, altas y bajas tardías y diferencias en los cálculos de las prestaciones que afectaron, en distintos montos y regularidad, las percepciones salariales a las que tenían justo derecho aproximadamente 3 mil académicos, en las figuras de profesor de asignatura y ayudante de profesor.

Los recursos federales han llegado con suficiencia y con oportunidad, pero hay que hacer notar que la Universidad ha laborado, durante más de un año, con menos de 10 por ciento de su planta administrativa y, aun así, ha podido pagar, puntual y quincenalmente, a 95 por ciento del personal académico y a la totalidad de los trabajadores administrativos.

No es, de ninguna forma, hacerlo a manera de justificación, porque esto nunca debió haber sucedido.

Hoy ya, afortunadamente, los rezagos del ciclo escolar 2020 y del primer semestre de 2021, se han regularizado y se están actualizando los correspondientes al ciclo escolar en curso.

Asimismo, se han instalado las mesas de aclaración pertinentes y si existiesen diferencias en favor de los académicos, y de acuerdo con nuestra normatividad y compromisos contractuales, por supuesto que serán reconocidas y saldadas.

A todas y todos los afectados por omisiones y rezagos les ofrezco una sincera disculpa.

La administración está para servir a la academia y pondremos todo nuestro empeño para subsanar estas anomalías.

Comprendo el enojo y la frustración de no poder contar oportunamente con lo que cada cual tenía presupuestado. Entiendo también el cansancio y el hastío que este año ha generado pero es imprescindible, para nuestras alumnas y alumnos, el que puedan concluir el ciclo escolar que cursan actualmente.

Hoy que conmemoramos el Día del Maestro, le reitero a todo el personal académico el compromiso de regularizar y modernizar procesos, actualizar mecanismos y sistemas de pagos, y a encontrar las mejores formas de estabilidad laboral en total transparencia y con apego a nuestra normatividad.

El día de hoy —con su presencia física y virtual—celebramos a todo el personal académico de nuestra Universidad.

Nos reunimos aquí para reconocer a los 152 académicos que han dedicado cinco décadas de sus vidas a formar generaciones.

Y lo han hecho, como miles de docentes lo hacen diariamente, con el ánimo de sembrar y acrecentar conciencias, inquietudes heurísticas y responsabilidad social.

Nos reunimos también para investir con el emeritazgo a 13 sobresalientes integrantes de nuestro personal académico, que fueron reconocidos por sus pares por haber realizado una labor excepcional en nuestra Universidad.

Aprovechamos también para agradecer la generosa y siempre desinteresada entrega de quienes concluyeron la alta responsabilidad que les confiere la Ley Orgánica como miembros del Patronato y de la Junta de Gobierno.

Esta ceremonia son unos instantes en sus vidas, y siempre serán insuficientes para poder expresar, con justicia, el invaluable servicio que le han brindado a la Universidad.

Por todo este tiempo y por lo que cotidianamente hacen: muchas, muchas gracias.

Decía al principio de mi intervención, que esta ceremonia tiene un doble significado:

Celebra en ustedes los objetivos misionales que dan sustento a nuestra Universidad y, a la vez, también es una luz de esperanza y el anhelo de regresar y convivir físicamente.

Hoy lo hacemos entre unos cuantos en representación de muchos más que ya quieren retornar a las aulas, habitar nuestros espacios e intercambiar en los pasillos vivencias y experiencias con sus alumnos y colegas.

Todo parece indicar que pronto lo podremos hacer. Y cuando lo hagamos, lo haremos en forma paulatina, ordenada y con todas las precauciones necesarias.

Cuando regresemos, habremos superado una de las etapas más complejas de la historia de nuestra Universidad.

Cuando regresemos, tendremos la emoción del redescubrimiento y del reencuentro largamente añorado.

Cuando regresemos, haremos del dolor de las pérdidas humanas y de la incertidumbre que estos meses hemos vivido, parte del pasado que tendremos siempre presente. Y esas ausencias, recuerdos y experiencias las habremos incorporado a nuestras fortalezas con las que enfrentaremos el porvenir.

Porque en el tiempo acontecido hemos aprendido de errores y adquirido nuevas habilidades y conocimientos.

Porque la UNAM, no tengo duda, saldrá más fortalecida que nunca, y los universitarios estaremos más comprometidos con la entelequia de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Por mi Raza hablará el Espíritu”

Palabras pronunciadas el 17 de mayo en la ceremonia del Día del Maestro.

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