EJEMPLO DE LOS MURALES EXPORTADOS Y EXHIBIDOS EN EL EXTRANJERO

Está en la Escuela Nacional Preparatoria No. 4 Vidal Castañeda y Nájera.

En 1957, el pintor guanajuatense José Chávez Morado fue comisionado por el funcionario Fernando Gamboa para ejecutar el mural que habría de colocarse en el exterior del pabellón mexicano en la Exposición Universal e Internacional de Bruselas en 1958, el cual fue titulado como México moderno, un país de antigua cultura. Una vez concluido el evento internacional, la obra fue destinada para fijarse en la fachada de la Escuela Nacional Preparatoria No. 4, en el plantel Vidal Castañeda y Nájera en Tacubaya en el año de 1964.

Dentro del patrimonio mural de nuestra Universidad, esta obra realizada en mosaico de piedra y vidrio con aplicaciones de latón y aluminio, constituye una verdadera excepción ya que es un ejemplo de las obras murales que fueron exportadas y exhibidas en el extranjero con la finalidad de mostrar la evolución y desarrollo de la nación mexicana. A lo anterior se añade la propia trayectoria y experiencia del artista, quien estaba terminando su obra en mosaico de vidrio Seguridad y protección para los trabajadores (1957) en el llamado Multifamiliar Doctores del Instituto de Servicios y Seguros Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), donde se pueden añadir sus notables contribuciones a la técnica en mosaico en la previa realización de sus murales en Ciudad Universitaria (1952) y en la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (1954).

El pabellón de México en Bruselas fue concebido por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares, mientras que Fernando Gamboa –museógrafo y “director artístico”– fue el encargado de los ejes curatoriales al interior, el cual versó sobre el país “su historia, vida, realizaciones sociales y espirituales” (1). La idea de Gamboa era mostrar “las singulares condiciones locales” –finalmente la antigua cultura de México– para hacer una contraposición con los valores europeos sobre todo en los tiempos de la Guerra Fría. El tema general de la exposición fue Balance del mundo por un mundo más humano y el símbolo fue el gran átomo colocado en el Parque Heysel, mismo que representaba los beneficios de la energía nuclear sobre todo en la posguerra. Por lo anterior, este evento hizo énfasis en la entrada a una nueva etapa del orbe caracterizada por sus adelantos tecnológicos y una apuesta optimista por el futuro de la humanidad.

El proyecto y construcción del pabellón mexicano, financiado por la Secretaría de Economía, se caracterizó por seguir los lineamientos del “estilo internacional” (2) el cual se había implementado en la Ciudad Universitaria, al tiempo de utilizar materiales “autóctonos” como piedra volcánica, mármol y tezontle. Así, el espacio arquitectónico –y sobre todo la fachada– tuvo un estrecho y directo diálogo con el mural de Chávez Morado, el Atlante de Tula y la moderna celosía de madera vistos desde la explanada.

El mural de Chávez Morado –de 10 x 10 metros, prefabricado en México y enviado a Bruselas– de acuerdo con los propios arquitectos, fue “ejecutado con piedra de distintos colores de varios lugares de la República Mexicana”. En el centro de la composición, la obra muestra una figura masculina “hombre recio y trabajador” que oprime en su puño el símbolo de la agricultura como “fuente de vida”. La misma figura “ve en el horizonte, el símbolo de la fuerza atómica, proyectándose en el universo” (3). Un aspecto a destacar en el mural son los elementos industriales interconectados a través de una estructura tubular geométrica, los cuales conviven con algunas alusiones al pasado prehispánico y la presencia del escudo nacional.

La obra mural tuvo la finalidad de mostrar la conjunción entre el pasado prehispánico y el proceso de transformación industrial, lo cual iba totalmente acorde con el discurso del interior: narrar la historia de la nación mexicana y la transformación del país, además de hacer énfasis en la “originalidad” del pueblo mexicano en todas sus expresiones, con énfasis en ciertos hechos históricos como la Revolución mexicana y la expropiación petrolera. El principal interés de los organizadores mexicanos era mostrar la conformación del país como generador de recursos naturales e industriales, pero reconciliados también con un factor humano.

En síntesis, el mural parece dar continuidad a la convivencia de espacios temporales: el pasado histórico, el presente -visto en la apuesta por el desarrollo tecnológico y el progreso- y finalmente, la proyección hacia el futuro.

México moderno, país de antigua cultura evidencia las “síntesis plásticas” que tanto enarboló Gamboa en sus discursos curatoriales, es decir, se trataba de encontrar los múltiples paralelismos artísticos e históricos en esta perspectiva del país en el exterior, al tiempo de fusionar una visión de la historia nacional sin contradicciones, donde se añade el despliegue sobre la enorme riqueza de los recursos naturales de la nación.

Al terminar la exposición de Bruselas, debían demolerse los edificios en los terrenos donde estaban emplazados los pabellones nacionales. El mural de Chávez Morado se desmontó y estuvo resguardado algunos años. A petición de la misma Universidad, el mural se colocó en la Preparatoria No. 4, edificación del arquitecto José Villagrán. Desde 1964 a la fecha y pasando un largo trayecto de Bélgica a México, el mural se puede apreciar sobre avenida Observatorio en todo su esplendor y brillantez, ya que fue objeto de una importante restauración en el año 2010.

Aspectos de la obra realizada en mosaico de piedra y vidrio con aplicaciones de latón y aluminio. Fotos: Juan Antonio López y Cecilia Gutiérrez, AFMT, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM.

  1. Citado en Diana Briuolo Destéfano, “Guerra Fría en Bruselas: México en la Exposición Universal de 1958”, en Discurso Visual. Revista digital del CENIDIAP, núm. 13, julio-diciembre de 2009, consultado en http://discursovisual.net/dvweb13/agora/agodiana.htm.
  2. Ibid.
  3. Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alcérreca, “Pabellón de México en la Exposición Internacional y Universal de Bruselas 1958”, en Arquitectos de México, núm. 8, junio de 1959, p. 27.
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