Los abuelos asumen un rol de cuidado temporal, pero no ocupan el lugar de los padres

El abuelazgo genera tensiones intergeneracionales: Lucía Marín

Seminario permanente sobre necesidades y problemas sociales en México en la Escuela Nacional de Trabajo Social

Este lazo familiar es una oportunidad para reinventar la maternidad.
Ser abuela o abuelo no se elige, ni tampoco depende de la voluntad o elección personal, es un rol familiar mediado por las hijas o hijos, indicó Alba Lucía Marín Rengifo, profesora de la Universidad de Caldas, Colombia.

El abuelazgo o abuelidad “es una experiencia vital, interaccional, que se produce en relación con una otredad: la nieta o el nieto, y trae consigo situaciones que generan sentimientos y emociones”, agregó.

El sentido del abuelazgo, abundó, también expresa sentimientos de culpa o de deuda frente a lo vivido en la maternidad o paternidad, lo que se compensa con la abuelidad. “Alude a los sentimientos ambiguos provocados por la obligación o voluntad de participar en la crianza de las nietas o nietos implicando un costo afectivo y emocional para abuelas y abuelos, pues tanto su cotidianidad como sus proyectos de vida se transforman”.

Consideró que el ser abuela o abuelo devela la tensión entre el ejercicio de la maternidad o paternidad debido a que muchos hijos, cuya responsabilidad es la crianza y el cuidado, delegan a sus padres esas funciones, quienes asumen ese rol.

Lucía Marín recalcó que la abuelidad es clave en el cuidado y crianza contemporáneos de las nuevas generaciones, y se desempeña como un enlace intergeneracional, frente a la tensión entre la desregulación de un patriarcado normativo y el surgimiento de la centralidad de un sujeto con capacidad de decisión y elección.

Al participar en el “Tercer Seminario permanente sobre necesidades y problemas sociales en México: Desafíos y oportunidades del cuidado intergeneracional”, organizado por la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), afirmó que el camino del abuelazgo, desde la vida de las adultas y adultos mayores, no es un asunto que no genere tensiones.

Por el contrario, este lazo familiar nutre un enlace intergeneracional. “Lo que buscamos es que el patriarcado sea cada vez más tenue y que en realidad la centralidad esté en mirar a ese sujeto –hija o hijo– que está ahí, y pueda tomar decisiones y elegir, pero que abuelas y abuelos acompañemos en este proceso”.

Ellos, la hija o el hijo, deben asumir una relación y reconocer el valor de las abuelas y abuelos en ese proceso de crianza y de cuidado de sus nietos, prosiguió al dictar la conferencia “El cuidado en el abuelazgo como compensación vital”.

Expuso que la abuelidad se descubre como una experiencia vinculada no sólo a la crianza y cuidado de las nietas y de los nietos, “sino que resignifica su propia maternidad y paternidad, y nos invita a reconsiderar que hay cuestiones que los abuelos pueden modificar en la práctica desde el abuelazgo”.

Ser abuela o abuelo es una realidad social y familiar que se somete a la construcción de otros referentes de crianza y de cuidado, y que tiene una profunda connotación emocional vinculada con ese lugar que ocupa en nuestra vida y nos mueve a saber cómo hacerlo, apuntó.

La crianza corresponde a la madre y al padre, independientemente si son adolescentes. “Finalmente los abuelos marcan la pauta del rol que pueden asumir, como el cuidado temporal, pero no les corresponde invadir u ocupar el lugar de los padres”, añadió.

“Pareciera que a las mujeres nos han puesto una impronta por el hecho de trabajar y salir de la casa, por ocupar un lugar. Sin embargo, siempre hemos sido asociadas a la figura de madre y esposa, la que se sacrifica por toda la familia; el hecho de ganarnos un espacio no implica que abandonamos, sino que debemos reinventarnos y aprender a distribuirnos para tener un trato igualitario en la vida familiar, que es lo que nos está faltando”, subrayó.

El hecho de tener el título de “abuelita” no nos obliga a cuidar a las nietas o nietos. “La prioridad es que quienes se hagan cargo de los nietos piensen en su propio cuidado, aprendan a negociar y consideren que no tienen una obligación”.

En suma, dijo, el abuelazgo es una oportunidad para reinventar la maternidad y mostrarle a nuestras hijas o hijos esa necesidad para ser cada vez mejores madres y padres. “Pero esto no implica complacencia, sino ser claros, ver cómo puedo ejercer la maternidad desde el respeto, el reconocimiento y cómo hay que aprender a hacer cosas frente a la maternidad y desechar prácticas que han hecho daño”.

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