Lo hay jurídico, psicológico y social
El acompañamiento para mujeres, vital
Importante romper el silencio, pues el maltrato va en escalada y el último eslabón es el feminicidio, dice académica
La violencia contra las mujeres es toda conducta o acción aplicada contra una niña, adolescente o mujer y que tenga como consecuencia un daño físico, psicológico o sexual y que atente contra el derecho a una vida libre de violencia. Pueden ser comentarios sobre su desempeño, discriminación, violencias económicas, patrimoniales, entre otros, señaló Ana Celia Chapa Romero, académica de la Facultad de Psicología.
Aquellas quienes la han sufrido deben saber que no están solas en su proceso para salir de esa situación, afirmó la especialista, porque hay un acompañamiento con tres tipos de alcances: asesorías jurídicas, en las que una abogada puede estar al lado de la mujer al momento de poner la denuncia correspondiente y guiarla en el proceso sin mayor intervención; y el psicológico, mediante terapia individual o grupal, y con el que las mujeres podrán visibilizar la violencia que se ha normalizado en sus entornos y adquieren herramientas para afrontar dicha circunstancia.
Asimismo, está el acompañamiento social, que ofrecen las redes de apoyo de las mujeres que viven violencia, así como organizaciones de la sociedad civil.
Precisó que en el acompañamiento se empiezan a construir relaciones libres de violencia, de buen trato y solidaridad para que la mujeres no se sientan solas. Cuando ellas viven violencia, lo hacen como si fueran culpables de su situación y callan: aun si es de formas ‘más sutiles’ piensan que no pasa nada y reafirman su culpa por no comportarse de la manera adecuada, es decir cumpliendo con los roles tradicionales de género.
De este modo, el acompañamiento resulta vital porque puede acabar con el círculo de violencia; sin embargo, es importante que este sea oportuno porque el maltrato va en escalada y el último eslabón es el feminicidio.
En Ciudad de México hay los Centros de Atención a la Violencia Intrafamiliar, instancia gubernamental que ofrece acompañamiento jurídico y psicológico. También se cuenta con las Lunas, unidades territoriales de atención y prevención de la violencia de género de la Secretaría de las Mujeres distribuidas en las alcaldías de la capital mexicana.
También hay organizaciones de la sociedad civil y albergues o refugios para las víctimas y sus hijas e hijos menores de edad.
Desafortunadamente, casi todas las mujeres hemos vivido algún tipo de violencia; por ello, tenemos que reflexionar sobre cómo nos vinculamos con otras mujeres sin importar su clase social, edad o etnia para tener resonancia con ellas, reflexionó la académica.
Otra forma de acompañar es no juzgar, porque si una mujer se siente juzgada va a aislarse y eso rompe con la posibilidad de salir de la violencia. Una más es por medio de terapia con perspectiva de género, elaborar un plan de seguridad para estas mujeres y su descendencia o hijos e hijas.
Además, mencionó las redes sociales, gracias a ellas se puede visibilizar lo que está sucediendo y utilizar los hashtag #NoEstásSola, #NosotrosSíTe-Creemos y #YoSíTeCreo para que las mujeres más jóvenes colectivicen la información, sepan que no están solas y rompan el silencio.
¿Cómo pueden ayudar los hombres?
Lo pueden hacer no ejerciendo violencia, dice contundente la especialista en Estudios de Género y Feminismo, porque hay hombres sensibles ante la problemática, que tratan de construir una masculinidad que no sea a costa de los derechos de las mujeres.
Los varones que ejercen violencia tienen características particulares, alguna posición de poder o dinero, entre otras, y también la ejecutan sobre otros hombres menos privilegiados, apuntó.
Agregó que algunos hombres sí se cuestionan esta situación, desean tener una relación horizontal con las mujeres y entender que no es necesario demostrar su virilidad a través de la violencia.
Hay algunos quienes se encuentran dispuestos a terminar con las alianzas patriarcales con otros varones, por ejemplo, cuando muestran su desacuerdo en que se distribuyan, vía los teléfonos inteligentes, desnudos de mujeres o se hacen comentarios discriminatorios o sexistas. Están aprendiendo a tener un posicionamiento diferente y trabajan el rechazo que tendrán de sus círculos sociales con otros hombres que, seguramente, se burlarán de ellos, los expulsarán de los grupos y hasta cuestionarán su masculinidad, anotó.
Por fortuna, pareciera que cada vez hay más grupos de hombres que están dispuestos a romper con esas alianzas patriarcales que sostienen estas reproducciones y legitiman la violencia contra las mujeres, finalizó Chapa Romero.