El asilo, una tradición humanitaria y diplomática

Testimonios sobre la preservación de la vida en Chile a raíz del golpe militar

Rosa Merlín, Héctor Mendoza, Columba Calvo, Polette Rivero, Raúl Valdés y Fausto Quintana. Foto: Víctor Hugo Sánchez.
El asilo no es sólo una práctica de protección humanitaria para las personas que huyen de algún lugar, por una razón u otra, en busca de preservar sus vidas. También es la puerta de entrada al enriquecimiento cultural del país que las recibe, afirmó Fausto Quintana Solórzano, coordinador del Centro de Relaciones Internacionales (CRI) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.

Tal es el caso de esa entidad universitaria, donde “los profesores de las distintas disciplinas que llegaron han representado un motor” para el desarrollo de nuestro país, refirió.

Dentro de las relaciones internacionales, en el ejercicio de la política exterior, “no sólo debemos mantener esa práctica en los programas de estudio, sino en nuestro ejercicio profesional, cuando salimos de las aulas”, añadió.

En la conferencia Testimonios de diplomáticos mexicanos. El asilo diplomático en Chile, a raíz del golpe militar, el académico expuso que México no sólo defiende esa práctica como uno de los principios de su política exterior, sino también lo otorga a personas que han sido desterradas o han huido de su país por motivos políticos. Una de las experiencias más conocidas es, además del exilio chileno, el español.

En México, derivado de las dictaduras militares en América Latina, tenemos mucha experiencia al respecto, dijo Quintana Solórzano en el Auditorio Ricardo Flores Magón de la entidad universitaria.

El Servicio Exterior Mexicano es un espacio para el ejercicio profesional del internacionalista. “Para nuestros 1,200 estudiantes del área, es un estímulo la existencia de esa instancia donde laboran muchos diplomáticos egresados de nuestra Facultad”, mencionó.

Rosa Merlín Rodríguez, secretaria técnica del Sistema de Universidad Abierta y a Distancia de la FCPyS, recordó que el pasado 11 de septiembre se cumplieron 50 años del golpe de Estado en Chile, dirigido por Augusto Pinochet en contra del gobierno de Salvador Allende.

A cinco décadas de aquellos acontecimientos, México es reconocido por la solidaridad que brindó a cientos de chilenos que se refugiaron en nuestro territorio, recalcó.

Tras el derrocamiento del presidente Allende, el Ejecutivo mexicano rompió relaciones diplomáticas con aquel país, las cuales fueron reestablecidas hasta 1990, rememoró Merlín Rodríguez.

En el acto, Héctor Mendoza y Caamaño, ministro en retiro, responsable del área consular de la embajada mexicana en Chile en 1973 y testigo de aquellos históricos acontecimientos, refirió que el asilo humanitario ha sido una práctica que México ha llevado a cabo en múltiples ocasiones, como en los casos español y chileno.

El autor de Chile, surgimiento y ocaso de una utopía. 1970-1973. Testimonio de un diplomático mexicano recordó que, a raíz de la elección democrática del primer gobierno marxista de América Latina, el de Salvador Allende, se desarrolló una polarización en la sociedad chilena.

“Conocí al presidente Allende y me sentí sumamente afectado aquel día. El 11 de septiembre de 1973 se sentía un ambiente extraño. Al llegar a la embajada vi a todos preocupados; me dijeron que estaba en marcha un golpe de Estado”, relató.

Aunque al inicio se elaboró un cuestionario para llevar registro, era tal la cantidad de solicitudes que no había tiempo de analizar caso por caso si eran sujetos de asilo o no. Se les otorgó a todos; “se solicitaron salvoconductos para todas esas personas”.

Ahí se incluyó a la familia de Allende, que estaba asilada en la residencia de la Embajada, junto con algunos allegados, relató el diplomático.

El embajador eminente Raúl Valdés Aguilar, quien en 1973 fue director general del Servicio Diplomático de la SRE, coincidió en que esos hechos tuvieron importancia no sólo para Chile, sino en el resto de América Latina, y en especial para la diplomacia mexicana, todo ello con énfasis en la cuestión prioritaria de la defensa de la vida y la libertad de los perseguidos políticos.

En la sesión moderada por Polette Rivero Villaverde, secretaria académica del CRI, la embajadora Columba Calvo Vargas detalló que el salvoconducto es el documento que se otorga para preservar la vida de las personas en tanto son trasladadas a la salida de un país, por tierra, mar o aire. Uno de los requisitos para que alguien sea asilado es que esté en peligro su seguridad física, y que no haya cometido delito del orden común. Se trata de casos donde lo más importante es proteger la vida.

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