El asma, una enfermedad limitante

La prevalencia en México es del 5-12% en su población, señala Luis M. Montaño, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM.

El asma, cuyo Día Mundial se celebra hoy 5 de mayo, es una enfermedad crónica inflamatoria de la vía aérea , potencialmente grave, que al ser limitante es causa de ausencia laboral y en el “estatus asmático”  puede llegar a causar la muerte.

En el mundo la padecen unos 300 millones de personas y en México, aproximadamente del 5-12 % de su población, señala el doctor Luis M. Montaño, investigador de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Esta enfermedad afecta a los niños, pero al ser incurable (sólo se controla), también la padecen los adultos: más las mujeres que los hombres hasta cierta edad, dice el doctor Montaño, responsable del Laboratorio de Investigación en Asma.

Fisiológicamente, el asma es una inflamación en las vías aéreas. Diversos factores exógenos detonan una constante hiperreactividad del músculo liso del aparato respiratorio, produciendo crisis asmáticas y broncoespasmo.

La inflamación por crisis asmáticas frecuentes (cuando no se controla su recurrencia), causa el engrosamiento de las vías aéreas y por ende la disminución de su calibre, lo que hace que se cierren con mayor facilidad y dificulten la respiración.

Tipos de asma

En general, existen dos tipos: el asma alérgica y la no alérgica. A la primera se le conoce como inflamación tipo 2 e involucra a los linfocitos Th2 y la segunda, como “no tipo 2” e involucra a los linfocitos Th17. En ambos tipos, la intensidad de esta enfermedad se clasifica en leve, moderada o severa. Afortunadamente esta última es la menos frecuente, sostiene el doctor Montaño.

En el asma alérgica existe un componente genético y los pacientes cursan con atopia, lo que implica un aumento en un anticuerpo llamado IGE que propicia que los asmáticos, sean susceptibles a ciertos factores exógenos detonantes y a otros no.

El asma alérgica, mediado por linfocitos Th2, causa una inflamación de la vía aérea a través de los eosinófilos, los basófilos, las células cebadas y los macrófagos. El asma no alérgica, que involucra a los linfocitos Th17, por lo general causa una inflamación neutrofílica con mucha producción de moco.

El asma alérgica, en sus tres modalidades (leve, moderada o severa) responde bien a los esteroides inhalados. Sin embargo, en el asma no-alérgica en su modalidad severa es de difícil tratamiento y es resistente a los esteroides.

Ambos tipos de asma son limitantes. La de tipo alérgico y no alérgico puede ser leve (empieza a faltar aire y aparecen problemas para mantener una conversación), moderada (ya no se puede hablar bien y tiene problemas para respirar) y severa (ya no pueden ni hablar).

Si no se atiende y controla apropiadamente, el asma severa puede llevar a la muerte por taponamiento de las vías áreas y exceso de secreción mucosa, advierte el doctor Montaño.

Más incidencia en costas

El asma tiene mayor prevalencia en las costas que en regiones con mayor altitud. A nivel del mar, por la proliferación de pólenes, ácaros y “una infinidad de antígenos”, los asmáticos son más propensos a crisis recurrentes.

Un estudio del IMSS mostró que “la altitud por encima de 1500 m sobre el nivel del mar es un determinante importante en la incidencia de asma en México”. El doctor Mario H. Vargas y coautores aseguran que la altitud parece ser un factor adicional que impacta profundamente en el desarrollo del asma.

“La distribución geográfica demostró que las tasas de incidencia de asma tendían a ser más altas en los condados ubicados en o cerca de la costa, aunque algunos condados en la región norte de México también tenían altas tasas de asma”.

La incidencia de asma se mantuvo relativamente constante hasta una altitud de 1500 m sobre el nivel del mar, con una disminución progresiva a partir de entonces, señalan.

“A mayor altitud, menos prevalencia de ácaros, pólenes, cucarachas…”, puntualiza el doctor Montaño. Aunque en la CDMX la contaminación ambiental agrava la enfermedad.

En infantes asmáticos, la prevalencia es mayor en niños que en niñas. Ya adolescentes, la sintomatología disminuye en ellos y en ellas se empieza a agravar. A los 50 años empieza de nuevo a presentarse las crisis recurrentes en varones.

La disminución de exacerbaciones en adolescentes se atribuye a que en la pubertad se disparan las concentraciones de testosterona, que funciona como factor protector. “Aumenta de 5 a 50 nanomolar en la sangre”.

En cambio, cuando las niñas entran a la pubertad, los estrógenos parecen que agrava el mal, aunque —aclara el doctor Montaño— hay mucha controversia sobre ese postulado.

Por estrés y ejercicio

Medicamentos, contaminación ambiental (“las partículas PM 2.5 son las más terribles” y el ozono también causa inflamación), ácaros, polen (sobre todo en primavera), químicos industriales, bacterias, virus, excremento de cucarachas, pelo de mascotas y algunas comorbilidades como rinosinusitis, reflujo gastroesofágico, obesidad y diabetes complican el asma. Pero también el estrés y el ejercicio físico pueden detonar episodios asmáticos.

El estrés detona una descarga colinérgica donde se libera un mediador químico que es la acetilcolina), y eso puede generar una crisis de asma.

También hay asma por ejercicio. En deportistas, cuando empiezan a ejercitarse, entra aire frío a los pulmones, ocasionando cambios de osmoralidad y temperatura en las vías aéreas, que derivan en una crisis asmática.

Inquietante limitación

Incurable, el asma se puede controlar con medicamentos. Sin embargo, si no es atendida a tiempo, avanza la enfermedad, la inflamación y la secreción de moco aumentan, remodelando la vía aérea. Y empeora la enfermedad.

Aunque la mortalidad por asma es baja, hay ausentismo laboral, ya que “falta el aire y no se puede caminar. Y esa es una limitación inquietante, ya que estresa al paciente asmático y lo deprime.

Finalmente, el doctor Montaño recomienda a los paciente asmáticos y familiares, dado que la causa  puede ser genética y ambientalmente multifactorial, acudir al médico o neumólogo para un diagnóstico preciso del tipo de asma y un tratamiento adecuado con los dos “fármacos de entrada,  de primera línea”: bronco dilatadores de corta o larga duración como el salbutamol o el salmeterol y con esteroides inhalados, según la severidad del asma.

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