El cambio climático repercute en el patrimonio cultural

Los factores medioambientales, meteorológicos y antrópicos propician impactos directos sobre las frágiles estructuras de los monumentos arqueológicos

Machu Picchu, sitio muy frágil que se destruye día a día.

Con rachas de vientos, lluvia o sequías severas derivadas del cambio climático, los factores medioambientales, meteorológicos y antrópicos propician impactos directos sobre las frágiles estructuras de los monumentos arqueológicos, llevando al irreversible y gradual proceso de pérdida de las estructuras que concluirá con su destrucción total, consideró Ricardo Morales Gamarra, Universidad de Trujillo.

Invitado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), el investigador peruano compartió en la charla “Contextos patrimoniales, cambio climático y su uso social sostenible: problemática y perspectiva en la costa norte de Perú” su experiencia en el rescate de sitios arqueológicos, como el llamado Huacas de Moche, perteneciente a la sociedad Moche, sitio construido y habitado entre el siglo I y VIII.

En el marco del Seminario “La Ciudad y sus patrimonios”, del PUEC, el investigador destacó que el desgaste de los edificios y sus pinturas no ha sido estudiado sistemática e integralmente, perdiéndose una valiosa información que permita implementar programas de investigación científica para la conservación y uso público sostenible de los monumentos y su entorno, subrayó.

El investigador detalló que múltiples son los retos que han enfrentado para el rescate de los sitios arqueológicos y patrimoniales, pero un problema en un edificio patrimonial podría llegar a niveles de máxima gravedad cuando se suma el cambio climático a la fragilidad natural del material tierra y la fatiga por la larga exposición del material ante los vientos y el agua.

De ahí que sugirió elaborar un atlas que muestre “cómo se va ampliando el deterioro e ir identificando las situaciones de extrema fragilidad en parques nacionales y geológicos, como Machu Picchu, que es un sitio muy frágil que se destruye día a día y, creo, el proceso de deterioro nos está llevando a una destrucción, porque los turistas caminan sobre escalinatas y pisos originales, y el desgaste de la física-mecánica del calzado y la lluvia lleva a un proceso de arenización total”.

Como ejemplo de las otras pérdidas derivadas del cambio climático, Morales Gamarra también comentó el caso de los caracoles terrestres, que están en peligro de extinción, éstos animales fueron grabados en piedra por su importancia en la dieta y su asociación con la lluvia, pero hoy en día no es posible encontrarlos ya en el Cerro Blanco.

Igualmente, el experto y su equipo han hecho estudios del polvo y el aire que hoy imperan en el sitio arqueológico de Huacas en los que han encontrado salmonella, E. coli, y 12 tipos de hongos que contaminan la salud de visitantes, trabajadores y la comunidad que vive en el entorno.

Actualmente, comentó, el sitio de Huacas recibe visitas controladas de gente, con un máximo de 134 mil visitas en un año –cifra que esperan se quede así, pues es necesario considerar también los desperdicios y contaminantes generados por esos visitantes–, medida que debería ser implementada también en regiones de alta atención turística como Machu Picchu, Moche y Cham-Cham.

“El Estado no entiende que el patrimonio arqueológico no es sólo el edificio, la aldea o un taller, sino también el paisaje y todo aquello que lo contiene. Entonces veremos que el desarrollo económico y agroindustrial que ahora dependen del Estado, no contaminen el agua, el aire ni el suelo”, mencionó.

Por ejemplo, para medir el impacto del humano en los sitios, entre las acciones implementadas por Morales Gamarra y su equipo está el pesar y medir la basura, para revisar la relación entre la cantidad de turistas y los kilos que se pueden reciclar, se utilizan extractores eólicos, y una planta de tratamiento químico de efluentes que se aprovechan para los árboles autóctonos en el Jardín Botánico Cerco vivo.

Herencia fundamental

Genaro Javier Delgado Campos, director del PUEC, detalló que el cambio climático es todo un desafío para la conservación del patrimonio cultural y natural, esencialmente por dos factores: uno, los efectos inmediatos del fenómeno en los sitios y monumentos, que amenazan también los hábitats, pero también afectan a las comunidades y las economías asociadas.

“Si bien el patrimonio ya no está dando el servicio para el que fue inicialmente construido, la interacción entre hombre, historia, herencia sigue siendo fundamental”, precisó.

Asimismo, explicó que los problemas en el cuidado del patrimonio son muy similares en las naciones de América Latina, lo cual es preocupante porque habla de una falta de cuidado generalizado; pero también de una oportunidad para interesarnos, estudiar y cuidar ese pasado.

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