El cine nos lo advirtió: las distopías que parecen profecías

Filmes apocalípticos han profetizado distopías gracias a la acción del hombre en el mundo. Compartimos algunas de las películas que se han hecho sobre el tema para caer conciencia en estor días de contingencia

La historia de la cinematografía mundial esté llena de ejemplos apocalípticos, filmes llenos de pesimismo sobre los mortales alcances del desarrollo humano. Esta semana, en plena contingencia ambiental en la CDMX, más de un usuario en redes sociales notó el parecido entre el firmamento de la capital del país y los turbios paisajes del clásico de la ciencia ficción Blade Runner (1980).

El cine nos ha mostrado en más de una ocasión cómo podría ser el futuro del planeta y la humanidad. Regresando a Blade Runner, por ejemplo, el realizador Ridley Scott nos presenta una sociedad sobreviviendo en un planeta contaminado y tóxico, donde los robots terminan por ser más sensibles a su entorno que los propios humanos.

El futuro, parece decirnos el celuloide (o su equivalente digital), es un lugar precario para las estructuras sociales y políticas creadas por el hombre. Piensen en esas comunidades en perpetuo conflicto, ensimismadas por la depresión de no tener un futuro de Los niños del hombre (Children of Men, 2006), donde la humanidad ha perdido la capacidad de gestar nuevas generaciones, o las de Elysium (2013), aquí los más ricos han decidido mudarse a colonias en la órbita del planeta, donde tienen acceso a máquinas que curan cualquier enfermedad, mientras los que se quedan atrás deben sufrir las consecuencias del caos. Tal vez no sea casualidad que para las escenas del apocalipsis terrestre, la producción de Elysium haya usado como locación varias zonas del Estado de México.

Una sociedad al borde del colapso también es el tema central de Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), en este caso, provocada por la falta de comida y la “ingeniosa” manera en que las autoridades la han solucionado aprovechando el último recurso disponible: la humanidad misma.

Las frágiles estructuras sociales que hemos creado para darle orden a nuestro cotidiano, son abordadas en tono de broma y pesadilla en Brazil (1985), en la película de Terry Gilliam es más fácil sobrevivir a la contaminación y a los bombazos de los inconformes que a la burocracia. Gilliam aborda el tema del fin del mundo en otra de sus producciones, 12 monos (12 Monkeys, 1995). Inspirada por el clásico francés La Jetée (1962), tiene como protagonista a un hombre que regresa a los años 90 para prevenir una epidemia que acabará con la mayoría de los seres vivos. El trágico –e irónico– final es, quizá, la forma de decirnos de Gilliam que el futuro no tiene mucho arreglo.

Nuestras acciones parecen desatar la condena que se cierne sobre nuestras cabezas. Como los parásitos marinos que crecen hasta controlar nuestras mentes gracias a la contaminación en Terror en la bahía (2012) o la fuerza de la naturaleza que decide tomar venganza y nos enloquece de El fin de los tiempos (The Happening , 2008).

No obstante el pesimismo de las líneas anteriores, no todo es depresión y negrura en el horizonte. Wall-E (2008), producida por Pixar, nos muestra a un grupo de personas que abandonaron la Tierra porque esta se había vuelto inhabitable. Con la basura al nivel de las nubes, la única salida era vagabundear por el espacio hasta poder regresar, mientras el tejido adiposo se juntaba en la zona del vientre. Un pequeño brote de planta regresa la esperanza a este grupo de desoladores humanos.

El espacio como salvación y única salida de nuestro fatal destino terrestre, es el tópico de Interestelar (Interstellar, 2014), uno de los trabajos más recientes del británico Christopher Nolan, quien pone como centro de su cinta la historia de un padre que parte en una ambiciosa misión espacial para encontrar al sustituto de la Tierra, mientras sus hijos se quedan atrás combatiendo las condiciones agrestes de nuestro planeta.

Las montañas interminables de basura que rascan la atmósfera, son una de las bromas visuales de Idiocracy (2006). Esta exagerada comedia plantea un porvenir donde la humanidad ha perdido buena parte de su inteligencia, la ciencia se ha hecho un lado y la emoción por el entretenimiento parece ser la única meta del pueblo, a su vez controlado por grandes (e ineficientes corporaciones) y con un luchador amante de las Monster Trucks como presidente. Otro brote vegetal termina por darnos un poco de esperanza.

El agotamiento de nuestros recursos, junto a sus consecuencias, es otro de los temas más abordados por el cine para mostrarnos cómo podría ser nuestro futuro. Piensen en los grupos tribales de la saga de Mad Max (1979-2015), peleando constantemente por unas gotas de combustible y de H2O.

Es un tópico que se aborda en otras cintas como The Matrix (1999), aunque aquí las máquinas nos han apresado para generar energía porque el mundo está tan contaminado que le es imposible a la luz del sol penetrar las ennegrecidas capas de la atmósfera. Aunque aquí se mezcla con una parábola llena de acción y un par de ideas religiosas.

El documental no se queda atrás. Durante años los documentalistas del mundo han tratado de advertirnos del complicado panorama que tenemos a futuro, de las consecuencias de nuestros actos y lo poco interesados que estamos al respecto. Han pasado 13 años desde el estreno de Una verdad incómoda (An Inconvenient Truth, 2006) y el mensaje ecologista de su protagonista, Al Gore, no ha resonado lo suficiente.

Las alarmas encendidas por los mexicanos José Cohen y Lorenzo Hagerman en H20mx (2014), cinta sobre el grave problema del agua que padece la Ciudad de México, también parecen haber caído en oídos sordos. Mismo caso del devastador Into Eternity: A Film for the Future (2010), que nos ilustra sobre lo complicado de resguardar desechos radioactivos y lo fácil que estos podrían terminar por condenarnos y al suelo en que vivimos para siempre.

 

Esa continua negación en que vivimos hace del final de La sal de la Tierra, el documental de Wim Wenders sobre la vida del legendario fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, lejos de la sociedad y los hechos que marcaron sus retinas ha logrado restaurar un pedazo de la selva amazónica con sus propias manos. La esperanza aparece de vez en cuando.

Mil y un rostros tiene nuestro futuro en el cine, ¿cuál será el que nos alcance? ¿Terminará El día después de mañana (The Day After Tomorrow, 2004) siendo un documental?

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