El cuerpo, imaginario que aparece y desaparece

Dio la primicia de cuatro colaboraciones para Descarga Cultura UNAM que se publicarán en marzo y abril

Foto: Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura.

La escritora Margo Glantz, profesora emérita de la UNAM y destacada sorjuanista, conversó con Adriana Cortés, creadora del Grupo de Lectura Challenge de la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura, sobre el tema del cuerpo, tan presente y ausente a la vez en esta pandemia, y una de las obsesiones literarias de la multipremiada ensayista y novelista mexicana que recientemente publicó en Sexto Piso la antología Cuerpo contra cuerpo.

Para la autora de Las genealogías, el cuerpo se vuelve imaginario cuando se escribe porque desaparece y se reconstruye con palabras. Explicó que a lo largo de su obra se ha preocupado por recuperar cuerpos de distintos personajes de la historia y la literatura. Uno de ellos el de Malinche, lengua e intérprete de Hernán Cortés durante la Conquista.

En su ensayo Las hijas de la Malinche, incluido en la antología editada y prologada por Ana Negri, enlaza a este personaje fundamental y de gran inteligencia con Elena Garro, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska. Recordó que esta mujer indígena con el don de la palabra, fue el vínculo con Gerónimo de Aguilar para traducir del maya al náhuatl.

Un cuerpo más que le interesó examinar en otro de sus ensayos, igualmente incorporado a la antología, fue el de Santa, la protagonista de la novela del mismo nombre de Federico Gamboa. “Se vendía a retazos como en las carnicerías”, apuntó, para inmediatamente reparar en que una prostituta con el nombre de Santa es más apetecible, y la decisión de Gamboa de llamarle así a su personaje fue una gran perversidad de su parte.

En estos ensayos, que ella misma valoró como de alta rigurosidad, aparece uno que intituló El jeroglífico del sentimiento, donde a través de la poesía de la Décima Musa “resalta la posibilidad del corazón de ser a un tiempo órgano sensible y escritura”. En él habla de las manos de Sor Juana Inés de la Cruz.

La antología expone en su conjunto el tema del cuerpo. La editora estableció para su armado cuatro sistemas. Al primero lo llamó El cuerpo en palabras, en éste reunió ensayos en los que Glantz fijó la mirada en el cuerpo –o en algunas partes específicas–“como detonador de conflictos o relaciones particulares”.

El segundo sistema, El cuerpo como cuerpo, lo integró con aquellos escritos en los que la autora diserta sobre “las distintas formas en que es posible (in)vestir un cuerpo”. Para el tercero, Negri decidió presentar, entre otros textos, Secretos: Kawabata, las bellas durmientes y Mirando a través del ojo de Bataille, en los que la autora indaga distintas formas del erotismo en la literatura.

Heridas y fracturas es el último sistema de la antología. Aquí el lector tiene a la vista textos en los que la ensayista “revisa episodios crueles de la literatura o de la vida de escritores. En ellos plantea lo que sucede cuando un cuerpo es despojado de su propio texto”.

Margo Glantz no tiene la menor duda de que en literatura el orden de los factores altera irremediablemente el producto, lo que se confirma en esta antología, cuya compilación de Ana Negri es “novedosa e iluminada”, y donde la autora “fragmenta los cuerpos para mirarlos mejor”, a decir de la propia escritora.

Engendra relatos

Habló también de su pasión por Las mil y una noches, relatos en los que el cuerpo de la mujer tiene una connotación muy trágica. “Es un libro fundamental, aquí la mujer determina la realidad. Contiene historias extraordinarias… En Las mil y una noches el cuerpo de la mujer engendra relatos”, sostuvo.

Dio la primicia de cuatro colaboraciones para Descarga Cultura.UNAM, que se difundirán en marzo y abril próximos, con reflexiones a partir de Un cuarto propio de Virginia Woolf, El tapiz amarillo de Charlotte Perkins Gilman, El acontecimiento de Annie Ernaux y Las malas de Camila Sosa Villada. “Trabajamos el aborto, el travestismo, la maternidad y el concepto de cuarto propio para que la mujer sea libre y pueda escribir”, refirió Glantz, para quien los libros tienen cuerpo como el de los seres humanos, e incorporan en sus páginas la densidad de una realidad que, “trasladada del cuerpo de los libros a los cuerpos de los personajes que los han leído, se volverá cuerpo de su cuerpo”.

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