El CUT, 60 años de hacer historia en el teatro universitario

Su esencia, ser un espacio que hace énfasis en los procesos creativos y donde los profesores son artistas activos: Mario Espinosa

El teatro mexicano, a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha sido en buena medida cuestión de Azar. Así, con mayúscula. De Héctor Azar. Nombre indispensable al hablar del teatro universitario –y no solamente–. Ese escenario que acogió a un segmento social emergente llamado juventud. Aquella que se definió dentro del perímetro de una nueva forma de vida y pensamiento: la Ciudad Universitaria. Azar le dio forma, estructura y secuencia sólida en un experimento que denominó Centro Universitario de Teatro: el CUT. Ese encuentro de búsquedas infinitas que llega ya a las seis décadas.

Izquierda: Héctor Azar. Fotos: CUT y Barry Domínguez. Derecha: Ludwig Margules.

El nacimiento

Junio de 1962. El día 18 cifra el nacimiento del centro que tomó aliento, por una parte, de los jóvenes estudiantes de Teatro en Coapa, proyecto que Héctor Azar fundó en 1955, en la Escuela Nacional Preparatoria 5. Por otra, de grandes estudiosos y creadores que se reunían en torno al fuego de Poesía en Voz Alta, movimiento asentado en la Casa del Lago que convocó a figuras de las letras como Juan José Arreola, Juan García Ponce, Octavio Paz o Elena Garro; artistas de la plástica como Juan Soriano y Leonora Carrington, y de la escena, entre ellos José Luis Ibáñez y Héctor Mendoza.

Lo que valía entonces –dijo alguna vez Miguel Sabido– era el derecho a equivocarse. En aquella casona del Bosque de Chapultepec, desde la multiplicidad de disciplinas, se jugó a la puesta en escena y a la ruptura, y se cultivó una visión que distingue la esencia del CUT, afirma Mario Espinosa, su director desde hace 14 años: un espacio que hace énfasis en los procesos creativos y donde los profesores son artistas activos.

“Héctor Azar funda el Centro como un lugar que ofrece convivencia y cursos especializados. Trajeron ponentes de la UNAM y de fuera del país, y se organizaban talleres y conferencias”, recuerda el director escénico. Poco después, creó la Compañía de Teatro 60 años El CUT, Universitario, que vinculaba a estudiantes con profesionales, y concibió la disciplina como una práctica de descubrimiento para los jóvenes y la formación de un público.

“En paralelo, funcionó como un espacio desde el cual se producían cosas. No era una escuela formal ni aspiraba a serlo, sino un centro donde confluían amantes del teatro y universitarios con profesionales y gente de muy alto nivel para hablar de teatro, psicología y psicoanálisis, literatura… En ese sentido era muy abierto, muy enriquecedor”, cuenta Espinosa.

Impartieron cursos personajes provenientes de distintas disciplinas, como André Moreau, Carmen Bassols, Margo Glantz, Max Aub, Margit Frenk y Seki Sano –quien introdujo en México la noción de puesta en escena–. También enseñaron José Emilio Pacheco, Héctor Ortega, Álvaro Matute, Hugo Argüelles, Salvador Novo, Alaíde Foppa, Ludwik Margules, Alejandro Aura y Alejandro Jodorowsky. Así duró 10 años.

Su primera sede fue el número 43 de la calle de Sullivan, en la colonia San Rafael: el Foro Isabelino. Un edificio diseñado por Mathias Goeritz, que más tarde albergó un centro nocturno y a la postre recuperó su vocación cultural. Hoy aloja el Museo Experimental El Eco de esta casa de estudios.

Un acontecimiento

Su primera puesta en escena, en 1963, fue Divinas palabras, de Valle Inclán, dirigida por Juan Ibáñez. Todo un acontecimiento en el primer teatro que alojó CU: el Arquitecto Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura (hoy Estefanía Chávez Barragán), al que incluso asistió el entonces presidente Adolfo López Mateos. Con un elenco de actores profesionales y alumnos, el montaje fue un éxito tal, que el presidente Charles de Gaulle le entregó a esta producción el primer premio en el Festival Mundial de Teatro Universitario realizado en Nancy, Francia (1964).

“En 1973 –continúa Espinosa–, con Héctor Mendoza, se convierte en una escuela para actores con la idea de producir un nuevo teatro que finalmente formara parte del movimiento renovador del teatro mexicano, y se consolida la preparación de actores para un teatro de director”.

En ese año, el CUT estrenó su segunda sede en el Teatro Arquitecto Carlos Lazo, y al siguiente se alojó en San Lucas 16, una casa en Coyoacán. Fue en 1981 cuando el CUT ocupó su espacio actual en el Centro Cultural Universitario.

“La escuela no era tan académica, no había una calificación, los alumnos seguían o no; estaba muy vinculada a los procesos creativos y se hacían montajes profesionales”, comenta Espinosa, para quien cada mente que estuvo al frente del Centro le dio un matiz propio.

Bajo la dirección de Ludwik Margules se inauguró la Escuela de Dirección y Escenografía. Aunque sólo existió durante su administración, “fue un hito”, observa Espinosa, quien allí se formó como director de escena, desde 1983, en una generación de la que formaron parte figuras como Lorena Maza, Ángeles Castro, Gloria Carrasco, Tolita Figueroa, Marco Antonio Silva y Raúl Quintanilla, quien más tarde sería director de CUT.

“Fue muy interesante porque podíamos colaborar como estudiantes en montajes profesionales y obtener una experiencia desde la escuela. Trabajábamos con los alumnos de actuación”, recuerda.

La gestión de Luis de Tavira dotó al programa de un sustento casi científico, abunda. “A los alumnos les daban las herramientas para hacer un teatro lo más objetivo, lo más preciso posible, más ligado a una idea del teatro brechtiano”. Luego advino una época más complicada, con paros e inestabilidad. Durante la huelga universitaria de 1999, el CUT continuó su labor en sedes temporales, explica el titular del centro que ha generado actores como Julieta Egurrola, Humberto Zurita, Blanca Guerra, Rodolfo Obregón, Claudio Obregón, Dolores Heredia y el también director escénico Mauricio García Lozano.

“En la época de José Caballero y Raúl Quintanilla, el CUT ganó su autonomía”, detalla Espinosa. Y es que entonces la institución formaba parte –como ahora– del área de Difusión Cultural de la UNAM, pero también pertenecía a la Dirección de Teatro.

“En la época de Raúl Zermeño, a finales de los 80, se fortaleció la parte académica, aunque se perdió un poco la liga con el teatro profesional”, narra el funcionario. “Después llegó José Ramón Enríquez, quien buscaba mucho el rigor; y Antonio Crestani impuso un orden académico”.

Con Mario Espinosa a la cabeza, el Centro se convirtió en Escuela Nacional y en 2015 se creó la licenciatura, de cuatro años. A la fecha hay tres generaciones de egresados y 28 titulados. Hacia el futuro, se prepara un plan de posgrado, adelanta. “Sabemos que pertenecemos a un río al que nutrimos y que va más allá de nuestra estancia. Son 60 años de un centro muy pequeño, pero de una influencia increíble en los escenarios y el cine”.

Escuela Nacional

El CUT dio inicio a los festejos por sus seis décadas con un emotivo encuentro entre generaciones de estudiantes y profesores. Alumnos, exalumnos, maestros, exdirectores y funcionarios se reunieron en el foro de la institución, la cual está por comenzar una nueva etapa.

“Lo que conmemoramos son 60 años de vida de una comunidad muy vibrante y madura, con amplio reconocimiento en las artes escénicas, que está lista para convertirse en una Escuela Nacional de nuestra Universidad”, anunció Leonardo Lomelí, secretario general de la UNAM.

Esto, explicó Mario Espinosa, permitirá al CUT obtener una autonomía en los procesos académicos y administrativos.

Durante la ceremonia se hizo la entrega de dos títulos de licenciatura, así como de cinco de maestría.

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