El derecho a visibilizar a las mujeres y a las niñas en las STEM

Una entrevista con lu ciccia, la biotecnóloga del CIEG que cuestiona el binarismo en la ciencia

En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, lu ciccia, biotecnóloga del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), reflexiona sobre el significado de ser una persona de ciencia en un mundo definido por la dicotomía de género.

lu ciccia fue una niña de ciencia desde pequeña, disfrutaba de hacer experimentos con cosas de la vida cotidiana. Recuerda las flores, las arrancaba del jardín de la abuela a escondidas y luego las machacaba para ver cómo se desprendía el color. No faltaron las gafas protectoras, los tubos de ensayos y una revista de experimentos. Sus mayores la cuidaron y acompañaron en la creación de mezclas y en su búsqueda por encontrar algo diferente.

La biotecnología, la genética y la herencia genética la maravillaron en su paso por la secundaria. Para el último año de la preparatoria visitó un laboratorio, vio que trabajaban con virus y bacterias y quiso estar ahí. Le pareció un espectáculo la posibilidad de manipular microorganismos con fines productivos para la salud humana. Así se licenció en Biotecnología por la Universidad Nacional de Quilmes en Argentina. Ocupar un lugar en la ciencia como mujer es un logro de avanzada, pero la misión no termina con llegar, lu ciccia lo vivió desde un lugar más complejo.

lu ciccia, quien actualmente trabaja en la línea de investigación “Género en la ciencia, la tecnología y la innovación” del CIEG de la UNAM, no se vivía como mujer y en ese entonces no había la posibilidad de posicionarse como una subjetividad feminizada, ella fue asignada niña/mujer y la sociedad suele vincular la identidad con un rol de género, con las expectativas en cuanto a qué poder hacer y qué no, según cierta corporalidad.

¿De qué sirve llegar al laboratorio y ser una persona de ciencia si la actividad de producir conocimiento se mantiene masculinizada, a la vez que otras tareas dentro del laboratorio se interpretan feminizadas?

lu ciccia no encarnaba la identidad, sexualidad e intereses que se esperan para una persona con vulva en un mundo cisheteronormado, donde la división de tareas se funda en un mundo binario.

“Está mucho más facilitado para los cis varones hacer buena ciencia, yo tenía esa carga”, cuenta lu ciccia mientras rememora que su renuncia al laboratorio de neurociencia tuvo que ver con la contradicción en la producción de conocimiento de la cual era parte.

Todo sucedió en un experimento con ratones. lu estudiaba el papel de una proteína vinculada con una capacidad de flexibilidad cognitiva; en el estudio sólo se utilizaban los ejemplares machos y se excluía a las hembras para evitar las fluctuaciones hormonales. Los resultados de este tipo de experimentos suelen ser extrapolados a los humanos y, así, lu ciccia descubrió una característica estructural de cómo operan los laboratorios: con un sesgo que da cuenta de una práctica científica que reproduce una práctica social androcéntrica.

lu ciccia es autore del libro La invención de los sexos. Cómo la ciencia puso el binarismo en nuestros cerebros y cómo los feminismos pueden ayudarnos a salir de ahí (2022), en el que cuestiona la existencia de dos tipos de cerebros y concluye que el argumento de dos cerebros es para jerarquizarlos y que eso articula la idea de “diferencias entre los sexos”.

Con el experimento de ratones pensó: “Estoy haciendo mala praxis. ¿Cómo puedo usar sólo machos? Estoy omitiendo a la mitad de la especie”. Esa mirada de lu ciccia es una gran aportación a la ciencia, su mirada es incluyente, crítica y más humana. lu ciccia destaca que ese proceso se dio desde estar en un lugar no privilegiado y de subordinación y concebir que la ciencia está sesgada desde la mirada cis-masculina-blanca-adulta-y-occiental. Su postura es revolucionaria: la ciencia tiene que incluirnos a todes, todas y todos.

Para ciccia, la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia es porque los otros días se las invisibiliza, y de muchas maneras se está diciendo: “hay injusticias dadas por ser esas subjetividades en general”. Se puede tener registro de la poca representación de las mujeres en la ciencia y de la masculinización de las STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics, por sus siglas en inglés) pero, también, no podemos dejar de atender un cuestionamiento de lu ciccia: ¿qué mujeres son las que ocupan esos lugares de representación en la ciencia?

Si la respuesta es: mujeres-cis-blancas-heterosexuales en su mayoría, significaría que si ese grupo está infrarrepresentado, habría que reconocer que hay subjetividades que ni siquiera están representadas como las cis mujeres racializadas, personas trans y/o de la diversidad sexual, personas que se viven con algún tipo de discapacidad (sean cis o trans, sean heterosexuales o de la diversidad sexual) y otras formas de ser y estar en el mundo.

“Cuando decimos ‘la mujer y la niña y la ciencia’, estamos reproduciendo lo que criticamos: la subordinación de las mujeres y las niñas”, dice lu ciccia y llama a no reproducir la idea de varones versus mujeres, por el contrario, invita a pensar en el privilegio de la mirada cis masculina, blanca, heterosexual y adulta, pues la única forma de disputar esta subordinación es rompiendo el discurso biologicista y luchando de manera colectiva.

Un gesto valiente para conmemorar el 11 de febrero es pensar en el derecho de las personas a existir y a ser y hacer lo que quieran, porque la misma ciencia dejará de dividirlas, estereotiparlas y subordinarlas como hoy hace.

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