El derecho actual tiene bases firmes en la jurisprudencia romana

La cultura general, el discernimiento y la prudencia fueron elementos claves para poder ejercer el dominio de la ley con justicia, afirmó Jorge Adame Goddard, del IIJ

Corpus Iuris Civilis.

El ejercicio del derecho actual tiene bases firmes en la jurisprudencia romana, que los antiguos clásicos entendieron como una ciencia y un arte, combinando la aplicación de leyes predeterminadas en casos concretos con una sólida formación humana, en la que la cultura general, el discernimiento y la prudencia fueron elementos claves para poder ejercer el dominio de la ley con justicia, afirmó el abogado Jorge Adame Goddard, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ).

A través de la conferencia magistral El derecho es arte y ciencia, el también académico de la Universidad Panamericana y nivel III del Sistema Nacional de Investigadores participó en el segundo día de trabajos del XVI Congreso Internacional de Estudios Clásicos de la Federación Internacional de las Asociaciones de Estudios Clásicos, que se celebró de manera híbrida desde el Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFs).

En el encuentro, moderado por Martha Patricia Irigoyen Troconis, investigadora del Centro de Estudios Clásicos del IIFs, el ponente recordó que el derecho romano clásico reúne las normas y leyes jurídicas que fueron aplicadas a los ciudadanos desde la fundación de Roma (753 a. C) hasta mediados del siglo VI d. C., cuando el emperador Justiniano I reunió todas las compilaciones jurídicas previas en un solo ordenamiento jurídico llamado Corpus Iuris Civilis.

Los romanos desarrollaron un completo y complejo sistema normativo, cuna de las estructuras jurídicas contemporáneas, el cual tuvo dos procedimientos, señaló Adame Goddard. “Uno era abierto, con un conjunto de normas jurídicas y conceptos generales, que aplicaba un método de deducción y verdades axiomáticas; mientras el otro era cerrado, empleando un método inductivo y de analogías”, explicó.

El sistema romano buscó la solución del caso concreto y se basó en la intuición de lo que es justo, tomando en cuenta la experiencia previa del jurista, por eso pocas veces argumentaban sus respuestas.

Adame Goddard añadió que los romanos clásicos ya tenían un vocabulario completo, y tuvieron influencias del mundo helénico y de la filosofía griega, que autores como Gayo utilizaron al aplicar una dialéctica griega que se dividía entre cosas y personas en el derecho. Ese jurista Gayo logró una sistematización del derecho romano e hizo un concepto cerrado y deductivo de la doctrina de la ley.

En el ejercicio del derecho era muy relevante la convivencia entre discípulos y maestros juristas para que se fueran formando los primeros. “No desarrollaban un derecho tecnificado, sino basado en las relaciones personales”, comentó.

Poco a poco, el derecho romano se fue tecnificando con el helenismo, y filósofos como Aristóteles desarrollaron una tendencia a tecnificar los saberes y a tener un predominio de las ciencias prácticas. “El helenismo influyó, pero se mantuvo la romanidad del derecho, en la que imperó un concepto de éste como arte, el cual requiere prudencia y flexibilidad, y con el que se acepta que las leyes generales no entienden todos los casos”, explicó.

Dijo que se trata de un sistema autárquico (independiente y autosuficiente) y coherente, en el que se determina cuál es la cuestión meramente jurídica y se separa de la social, económica o moral.

Adame Goddard consideró que el derecho romano es consistente y –aunque reconoció una influencia de la filosofía griega especialmente en cuestiones de dialéctica– estimó que dicho influjo no permeó mucho en el derecho civil.

Bueno y equitativo

Para el autor, la combinación del derecho como arte y ciencia implica una práctica de lo bueno (entendido conforme a la virtud romana, la confianza y la rectitud moral) y de lo equitativo (comprendiendo este término como igualitario y justo).

Adame Goddard recordó que para los romanos la jurisprudencia era la ciencia de todas las cosas divinas y humanas. Por eso el jurista debe tener una cultura general que le permita resolver casos concretos y determinar lo que es justo.

“Hoy, la ciencia jurídica requiere de ciencia teórica que le otorgue bases firmes; pero necesita también lo práctico para distinguir actos voluntarios y libres. Lo importante del derecho es discernir, ser prudente ante cada caso y aplicar el ejercicio de las experiencias”, finalizó.

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