El enfoque pedagógico debe ser el aprendizaje, no los programas

No hay soluciones homogéneas y únicas.

El enfoque pedagógico que debe adoptarse en el próximo regreso a clases presenciales en el ámbito de la educación básica, tiene que estar centrado en las necesidades de aprendizaje de los alumnos, y no en la cobertura y el avance de los planes y programas de estudio.

Así lo consideró Yazmín Margarita Cuevas Cajiga, doctora en Pedagogía y secretaria general de la Facultad de Filosofía y Letras, a propósito del anunciado retorno a las aulas de alumnos de preescolar, primaria y secundaria el próximo 30 de agosto.

“La educación básica es muy compleja en México, porque comprende un cúmulo de alumnos de diferentes niveles; nos referimos a 25 millones de estudiantes, un millón 200 mil maestros y 233 mil escuelas de diferentes modalidades, urbana, rural e indígena, por lo que no hay soluciones homogéneas y únicas.”

Indicó que se debió planear y proyectar un regreso, no puede hacerse sólo así, y decir “aquí no pasó nada y vamos nuevamente”; hay que determinar a qué se desea que regresen los alumnos, “a cumplir el plan de estudios o a señalar y reconocer que se tendrán estudiantes con diferentes niveles de aprendizaje”.

La especialista en políticas educativas expuso que aun cuando hay alumnos que durante la pandemia han logrado un autoaprendizaje, por sus características socioeconómicas y biológicas, hay otros que no han recuperado la instrucción en el año que no han asistido a la escuela.

“En otros países seleccionaron cinco aprendizajes para cada grado, que fueran imprescindibles y en ello basaron las clases, el problema es que los planes y programas de estudio en México están centralizados”, mencionó.

La forma en el que el sistema educativo mexicano confrontó a la pandemia, fue darle prioridad a la cobertura de los contenidos y los planes de estudio y no a lograr los aprendizajes, describió.

No obstante, lo que necesitamos es un plan donde intervengan colaborativamente los profesores para diagnosticar a sus propios grupos tras la educación remota.

“El maestro debe tener la sensibilidad para trabajar con sus alumnos, hablo de un enfoque pedagógico, que se le llama ‘Centrado en el alumno’ o ‘Centrado en el aprendizaje’, porque se parte de las necesidades y los intereses de los educandos, más allá del contenido”, opinó. “Mucho se habla de un modelo híbrido, pero no está suficientemente trabajado ni siquiera en la educación superior”.

Docente, actor fundamental

Para Cuevas Cajiga, el actor fundamental en el regreso a las aulas será el docente. “Tenemos que confiar en ellos, pedirles que hagan diagnóstico de aprendizaje de su grupo y, a partir de eso, que tomen las decisiones de qué es lo que tienen que trabajar con los estudiantes”.

Antes de la pandemia, continuó, el maestro de educación básica era una figura muy desvalorada. Hoy en día, el Estado, los padres de familia y los propios alumnos reconocen que no se puede tener educación sino se tienen profesores.

Sin embargo, por diversos motivos relacionados con el SARS-CoV-2, se estima que en Latinoamérica no regresarán a las aulas 25 por ciento de los docentes, y en México hasta un seis por ciento de todos los niveles educativos, afirmó.

No obstante, dijo, es cierto que de América Latina somos de los países que no han abierto sus aulas; naciones como Uruguay y Chile ya lo han hecho.

“Sostengo que se debe regresar, primero por una cuestión de socialización, el aprendizaje tiene siempre un lado social, se da entre compañeros, entre pares y con la dirección del maestro; los padres no están preparados para ser profesores”, concluyó.

Texto de título Autorretrato, el cual forma parte de las lecturas de infancia y juventud del escritor jalisciense Juan José Arreola, reunidas en el libro Lectura en voz alta, editado por Porrúa en su colección “Sepan Cuantos…”:

Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos, de nariz corva aunque bien proporcionada, las barbas de plata que no ha veinte años fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes no crecidos, porque no tiene sino seis, y éstos mal acondicionados y peor puestos, sin correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos: ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César, Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y quizá sin el nombre de su dueño, llámese comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades; perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos V.

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