El extranjero ocupa un lugar muy marginal

Igual sucede con el connacional que emigra, “prácticamente desaparece del relato nacional, no existe”: Pablo Yankelevich

Obligados a irse a Estados Unidos.

Por la dimensión de las colectividades extranjeras en la construcción de cada una de las naciones, el valor de la historiografía mexicana en torno al estudio de la migración no admite comparación con aquella que se realiza en Estados Unidos. En nuestro país el peso ha sido muy menor en términos cuantitativos, estamos hablando de algunas decenas de miles de migrantes, frente a flujos de decenas de millones de connacionales que se van a la Unión Americana.

Coincidieron en lo anterior, los especialistas Pablo Yankelevich, director del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México (Colmex), y Adam Goodman, profesor de la Universidad de Illinois, en Chicago, al participar en la inauguración de los trabajos del Seminario de Historia de la Migración y la Ciudadanía en México.

En el encuentro, organizado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, el Colmex y el Centro de Investigación y Docencia Económicas, Yankelevich indicó que lo interesante no sólo es esa dimensión cuantitativa, sino también el papel que la historiografía le ha asignado en el relato nacional a la presencia extranjera.

Apuntó que la migración ha sido determinante en la conformación de la sociedad estadunidense en términos cuantitativos, frente a una dimensión cualitativa en México, “una especie de ancla que fija cuestiones centrales en la construcción del relato de la nación mexicana, de esto que llamamos identidad”.

Es decir, en el país hay un nosotros que se reconoce mestizo, “sólo desde hace poco se admiten dos afluentes: el español y el indígena, los campos que han sido privilegiados en los estudios, mientras que los extranjeros han sido vistos como esos otros extraños, los marginales.

Señaló que el campo de los estudios de lo extranjero en México está fuertemente marcado por el mestizaje y a la sombra de este imperativo de nación mestiza; esta área, desde la antropología y la historia del pasado de la migración, inició apenas hace medio siglo, de manera consistente.

Resaltó que en los orígenes de la historiografía sobre lo extranjero en México hay una preocupación –si se quiere antropológica–, la cual originó un seminario sobre minorías étnicas no indígenas, para estudiar a los extranjeros bajo la pantalla de lo indígena en México.

Yankelevich destacó que el extranjero que llega a México, como el mexicano que se va a Estados Unidos, ocupa en la historiografía mexicana un lugar muy marginal, en particular el connacional que emigra, “prácticamente desaparece del relato nacional, no existe”.

La historiografía mexicana ignora, no a decenas de miles, “estamos hablando del territorio mexicano, primera nación en el mundo que tiene más de 20 por ciento de su población viviendo fuera de la frontera y una historiografía que no se encarga de ello”, mencionó.

Al respecto, comentó que del lado de los migrantes extranjeros lo primero que encontramos en la historiografía son estudios sobre algunos de ellos que son notables: banqueros, comerciantes industriales, etcétera, gente que se integra exitosamente a la élite, “en relación con esto es lo primero que conocemos, pero no únicamente llega gente de éxito y sobre esos otros el silencio se instaló durante mucho tiempo”.

Puntualizó que la historia de la migración mexicana hacia Estados Unidos, por lo menos de la época de la posrevolución, se puede leer como la historia de un enorme fracaso, de una revolución que no fue capaz de emplear a sus nacionales y éstos se vieron obligados a migrar.

Idea de nación inclusiva

En el conversatorio Los Estudios Históricos Migratorios en México y Estados Unidos, Adam Goodman consideró que la concepción de Estados Unidos como un país de emigrantes surgió en cierto momento de la historia, durante la Guerra Fría, justo antes del movimiento de derechos civiles en ese país, que tenía mucho que ver con crear la idea de la nación inclusiva, no comunista, también, en el contexto geopolítico que aceptaba a toda la gente.

A finales de la década de 1950 surgió esa idea, por una parte gracias al libro Una nación de inmigrantes, del expresidente John F. Kennedy; por otra, debido a la diversidad de emigrados a Estados Unidos, sobre todo de América Latina, Asia y África, pero también de europeos, que llegaron después de 1965 a ese país.

Goodman opinó que estos estudios no pueden limitarse a los estudios históricos; hay gente de otros campos del área de las ciencias sociales que realizan trabajo esencial desde una perspectiva histórica, “que en mi caso ha sido primordial, pues no podría haber escrito mi libro sin el contacto con otros expertos, es como crear puentes entre campos”.

En ese sentido, el autor del libro La máquina de la deportación, la larga historia de expulsión de inmigrantes de Estados Unidos sostuvo que los historiadores están en el punto de desempeñar un papel más importante en la historia migratoria en México.

Mencionó que hay ciertos aspectos que distinguen el caso México-Estados Unidos: una frontera de tres mil kilómetros que se reabrió tras meses de restricciones por la pandemia; la migración de decenas de millones de personas y el hecho de que esa nación ha deportado casi 50 millones de mexicanos en los últimos 150 años, así como la demanda laboral estadunidense, “no son únicas, pero sí específicas del país vecino y sus historias interconectadas”.

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