Los Reyes Magos seguirán existiendo

El origen de esta tradición son unas cuantas palabras en el evangelio de Mateo, a lo largo de los siglos se ha convertido en una de las más importantes del mundo cristiano.

Entre las celebraciones más arraigadas de la época navideña en los países de tradición católica no hay ninguna que se festeje con más emoción que la del 6 de enero, día en que los niños esperan los regalos que los Santos Reyes les dejen junto al Nacimiento o al pie del árbol de Navidad. De esta manera festejamos la visita que tres magos hicieron al niño Jesús en el pueblo de Belén.

El origen de esta tradición son unas cuantas palabras en el evangelio de Mateo, quien no informa sobre cuántos eran ni sus nombres ni su origen, sólo que eran magos que llegaron de oriente siguiendo una estrella que se detuvo encima del lugar en el que había nacido el niño. Como regalos, llevaban oro, incienso y mirra.

Poco a poco, durante siglos se fue construyendo una de las tradiciones más importantes del mundo cristiano. Ahora sabemos que eran tres los magos, que se llamaban Melchor, Gaspar y Baltazar; que uno llegó de Persia, hoy Irán, otro de la India y el otro de Europa; que éste era un anciano de barba blanca, que el de mediana edad era un persa de barba negra y que el indio era un joven de raza negra sin barba.

Sin embargo, esto no siempre fue así. Antonio Rubial García, profesor e investigador del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en su ensayo “Los santos reyes en el imaginario medieval novohispano” señala que en el cristianismo primitivo en el 6 de enero se conmemoraba la natividad de Cristo.

No fue  hasta después que el emperador Constantino I reconociera a las iglesias cristianas (hacia el año 313) que se empezó a conmemorar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, por lo cual el 6 de enero quedó como el día de la adoración de los magos.

Construcción de una tradición

En el siglo III los padres de la Iglesia ya habían elaborado teorías sobre el origen de los magos y de cuántos eran. Algunas decían que eran astrólogos procedentes de Caldea o de Arabia o magos de Persia. A partir del número de regalos que llevaron, se consideró que eran tres, aunque en las iglesias cristianas de Armenia la tradición mencionaba a doce magos.

En el siglo V, Agustín de Hipona señaló que los magos representaban al mundo pagano, aunque todavía no se conocían sus nombres. Sin embargo, en el siglo VI los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar ya estaban bastante difundidos en el Imperio Bizantino, en algunas zonas de Armenia y en el occidente de Europa.

En el siglo VIII, el monje inglés Beda el Venerable consideró que los tres Magos venían de las tres regiones del mundo conocido, Asia, África y Europa, y que los regalos estaban relacionados con las necesidades de la vida cotidiana de la sagrada familia: el oro para su manutención, el incienso para dar buen olor al establo y la mirra para vitalizar el cuerpo de Jesús.

Hacia finales del siglo octavo y principios del noveno, durante el reinado de Carlomagno, los ya Reyes Magos fueron representados como tres generaciones de una dinastía que simbolizaban las tres edades del hombre.

Los restos de los Reyes Magos

Se dice que en el año 1164 se descubrieron los restos de los Reyes Magos en Milán, Italia, de donde el emperador alemán Federico I Barbarroja los llevó a la ciudad de Colonia, que a partir de entonces se convirtió en la sede de las coronaciones de los emperadores y en un importante santuario de peregrinaciones gracias a que se les empezó a considerar santos.

Hacia 1440, cuando los europeos empezaron a llevar esclavos negros al norte de Europa, en las pinturas empezó a aparecer un rey negro. Esta costumbre pasó de Alemania al resto de Europa, y a partir de entonces un rey negro de aretes y sombrero fue muy común en las pinturas de los reyes en Belén.

En el siglo XVI, a Gaspar, el persa, se le representaba con barba negra y turbante; lo acompañaba de pie Baltasar, el más joven, como rey de África; a Melchor, el anciano de barba blanca, se le consideró como europeo y siempre era el que se arrodillaba frente al niño Jesús y la Virgen.

Debido al aumento de los viajes por todo el mundo conocido, algunos pintores empezaron a incluir camellos, caballos y elefantes en sus pinturas de las adoraciones. Al caballo se le asociaba con Europa, al camello con Asia y al elefante con África.

Los Reyes Magos en la Nueva España

En la mentalidad de los primeros misioneros en la Nueva España se estaba repitiendo la evangelización de los primeros años del cristianismo, y en sus discursos y actos estaba presente el fin del mundo, dice el académico.

La evangelización de los indígenas representaba la salvación de la Iglesia, que había sufrido una gran pérdida por la herejía protestante. Por lo tanto, los frailes se sentían con el deber de mantenerlos en su pureza original.

En este contexto, los Reyes Magos fueron clave en la evangelización. Para los misioneros era un buen argumento predicar que el mensaje cristiano iba dirigido a todas las naciones del orbe, entre las cuales se encontraban los indios americanos.

“El primero que representó escenas de nacimientos vivos fue Francisco de Asís. En esas representaciones aparecía una señora vestida de la Virgen María, un señor como San José, el Niño, la mula, el toro, y los pastores; por supuesto, llegaban los Reyes Magos a venerar al niño”, afirma el académico.

Desde la Edad Media, los franciscanos fueron los grandes promotores del teatro evangelizador, y cuando llegaron a México, parte de sus enseñanzas se dieron a partir del teatro; por medio de estas representaciones comunicaron el cristianismo a los nativos, y una parte importante fue el discurso de los Reyes Magos.

“En su Historia de los Indios de la Nueva España, Motolinía menciona el éxito que la celebración de la fiesta de los reyes tuvo entre los indios, porque les parece que es fiesta suya”.

Muy pronto, el 6 de enero se celebraba en todo el territorio. En 1587 fray Antonio de Ciudad Real observó en Tlaxomulco, cerca de Guadalajara, una fiesta de los Reyes Magos.

“En su descripción, los tres personajes bajaban a caballo desde un monte hasta el atrio de la iglesia de los franciscanos. Los reyes estaban acompañados por dos indígenas a pie, uno llevaba un guion o estandarte y el otro un costal con regalos y ofrendas”, dice Antonio Ruibal.

Por un cordel que se tendía entre el cerro y la iglesia unos indios iban bajando la estrella que guiaba a los reyes, quienes al llegar al atrio eran recibidos con gran algarabía por españoles e indios. Sin embargo, en 1769 las representaciones fueron prohibidas por el arzobispado de México por las irreverencias y profanaciones de las vestiduras sagradas.

Los regalos a los niños

No se sabe cuándo empezó la costumbre de dejar regalos a los niños la mañana del 6 de enero. “Hay muchas tradiciones que se pierden en los tiempos, y aunque muchas de nuestras tradiciones cristianas nacieron en la Colonia, otras se generaron en el siglo XIX, y las tomamos prestadas de Europa”, dice el académico.

La tradición de dar regalos a los niños no es una tradición colonial, sino que tiene que ver con la consolidación de la burguesía; creo que surgió en el siglo XIX, explica el investigador.

En las fiestas navideñas, entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, tenemos también la tradición anglosajona de Santa Claus, afirma el académico puma. Un fenómeno totalmente mercadotécnico que todavía no ha logrado desplazar la tradición cristiana de los nacimientos, de las celebraciones del 25 de diciembre, de la comida de Navidad, y por supuesto la fiesta de Reyes, que sería la última parte de este ciclo festivo del invierno.

“No creo que desaparezca la tradición de los Reyes Magos porque es una fiesta muy bonita. Incluso tenemos nuestro ‘puente Guadalupe-Reyes’, dos fiestas religiosas a pesar de que vivimos en un mundo cada vez más secularizado. Aunque la gente cada vez tiene menos apego a la religión, ésta sigue siendo un factor que nos da esperanza y posibilidades de sobrevivir en este caos”.

“En fin, no creo que vayan a desaparecer estas fiestas, que son simbólicas y parte de una identidad que no se pierde a pesar del bombardeo de otras formas culturales”, finalizó.

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