El gesto, habitáculo invisible en el que la persona se afirma

Participó la DAJU en Viendo voces, performance de danza e intervención escénica

Foto: Barry Domínguez.

Los gestos, esos trazos en el aire, efímeros y a la vez siempre presentes a fuerza de repetirse, inconscientes pero aprendidos; ¿qué dicen? Si con un control remoto imaginario pusiéramos mute a cualquier escena –de casa o de un noticiero, por ejemplo– ¿qué veríamos? ¿Qué entenderíamos sobre estos códigos? Más allá de su sentido inmediato, acaso un señalamiento, un énfasis o un desdén, el gesto se revela como habitáculo invisible en el que la persona se afirma: ese que manda, aquella que da o el que recibe; pero también la que plancha, el que acomoda su corbata, el o la que habla detrás de los micrófonos…

Viendo voces, performance de danza e intervención escénica en el espacio interior del Museo Experimental El Eco, en Ciudad de México, repara en el acto gestual: ese lenguaje paralelo a la voz, que afirma y confirma lo que se dice y desde dónde, con qué jerarquía social o desde qué rol de género. A través del movimiento, esa red visual que de tan normalizada pasa desapercibida, es puesta sobre el escenario para interrogarnos.

Se trata de una colaboración de la curadora mexicana Fabiola Iza con la artista colombiana María Isabel Arango, mancuerna que vuelve a embonar para este proyecto, que se presentó en el recinto de la colonia San Rafael, para el que fue diseñado exprofeso.

Construido a partir de sonidos cotidianos –un celular, una secadora de cabello–, el ambiente sonoro a cargo de Erin Lang acompasa a un grupo de bailarines de la Compañía Juvenil de Danza Contemporánea de la UNAM (DAJU), que bajo el trazo de su directora, la coreógrafa Andrea Chirinos, despliega una escena de ademanes concatenados; posturas que remiten tanto al espacio doméstico como al de la oficina o la política.

Al observar Viendo voces es inevitable remitirse a Jeanne Dielman (1975), video en el que la cineasta belga Chantal Akerman muestra a una mujer de pie tras la mesa de cocina, amasando a mano limpia un trozo de carne molida. El sonido de la carne siendo mezclada y aplastada una y otra vez cobra protagonismo en la repetitividad del acto de amasar de la mujer: una serie de sonidos y movimientos que millones de mujeres reproducen en sus cocinas, sin conciencia de lo que pueda implicar o significar esta gestualidad.

Salta a la vista, también, el trabajo de la artista estadunidense Martha Rosler, quien en su video Semiotics of the kitchen (1975) toma objetos propios de la cocina, menciona su nombre y ejecuta los gestos repetitivos que acompañan su uso: el giro circular de un puño cerrado en torno a un tazón, la posición del brazo al dar vuelta a la manija de un batidor de huevos mecánico, el sube y baja de la mano al emplear un rallador de queso…

“Sí, estamos muy influidas por muchas artistas que han trabajado estos gestos, esta génesis de arte feminista setentero, interesada por el trabajo doméstico”, comentó Fabiola Iza sobre esta colaboración en particular.

Explicó que antes de este proyecto, María Isabel Arango se interesó por la gestualidad política, a raíz del proceso de paz de Colombia. “Cuando las FARC estaban buscando representación política a cambio de dejar las armas, e iba a suceder el plebiscito, estas conversaciones ocurrían a puerta cerrada. Como ciudadana, ves gente gesticulando pero no sabes qué están diciendo; siempre había un desfase entre leerlo impreso y el momento que congelaba ese gesto en fotos o videos”.

El trabajo de Fabiola Iza se interesa en la retórica y la espectacularidad de la política, en la cual ve un contraste con el desenvolvimiento de algunas mujeres líderes, como la exprimera ministra de Alemania, Angela Merkel, de quien Viendo voces retoma algunos ademanes.

En la puesta, el espacio escénico se torna claustrofóbico, los bailarines-políticos interactúan entre laptops, un burro de planchar, un perchero o sartenes, en referencia al contexto pandémico, “donde tienes que trabajar desde casa y en tu vida profesional se filtra la privada”.

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