Instituyó elementos clave como el federalismo y la división de poderes

El legado de la Constitución de 1824 aún es relevante: académicas universitarias

Representó un avance significativo al definir la estructura política y jurídica del país: Paulina Barrera Rosales, investigadora del IIJ

Portada de la primera carta magna de México.
Al conmemorarse 200 años de la promulgación de la Constitución Política de 1824, se destacan elementos clave como la división de poderes, el federalismo, la libertad de imprenta y el control civil de las fuerzas armadas, entre otros aspectos fundamentales.

Sobre la relevancia histórica de este documento, las juristas Paulina Barrera y Lizbeth Padilla, académicas de la UNAM, coincidieron en señalar que éste fue producto de un siglo XIX lleno de efervescencia intelectual, cambios políticos y debates sobre la organización social, jurídica y política del país.

Un paso hacia la soberanía

En entrevista, Paulina Barrera Rosales, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, subrayó que la Constitución de 1824 representó un avance significativo al definir la estructura política y jurídica de México.

“Se decidió constituir una República, lo que implicaba que la soberanía residiría en la población, alejándonos de la idea de la legitimidad por derecho divino. También se adoptó la división de poderes, lo que evitaba la concentración del poder, especialmente tras la fallida experiencia del Imperio de Iturbide”.

Además, la también egresada de la Facultad de Derecho destacó la decisión de optar por un sistema federal, aunque reconoció que este modelo tuvo ajustes en los años sucesivos, finalmente se adoptó también en nuestra carta magna vigente. “Otro aspecto notable de nuestra primera Constitución fue el establecimiento de una religión oficial, ya que se declaró el catolicismo como única fe permitida, una disposición que posteriormente fue modificada con las Leyes de Reforma, introduciendo el principio de laicidad en nuestra identidad constitucional”.

Eje rector

Por su parte, Lizbeth Padilla, profesora de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, resaltó la trascendencia de la división de poderes instaurada por la Constitución de 1824, y señaló que fue uno de los puntos más innovadores de esta carta magna.

“Este documento estableció, por primera vez en México, la separación entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Si bien fue influida por la Constitución de Estados Unidos, la nuestra otorgó mayor autonomía a los estados, un aspecto que la distinguió de otros modelos de la época”, confirmó la también posdoctora del programa del Conahcyt para investigadores de alto nivel académico.

Un hito en la construcción de la identidad nacional

Paulina Barrera, quien también es doctora en Cambio Social y Político por las universidades de Turín y Florencia, hizo hincapié en la importancia de celebrar los 200 años de esta Constitución.

“Por primera vez México, como país independiente y soberano, decidió no depender de una potencia extranjera para definir cómo se iba a organizar la colectividad jurídica y política, y cuál sería nuestra identidad”.

Sobre los derechos incluidos en la Constitución de 1824, Barrera, quien entre sus principales líneas de investigación destacan la de democracia y el derecho constitucional, indicó que ésta protegía parcialmente ciertos derechos, como la igualdad ante la ley y el derecho de propiedad, pero no contaba con un catálogo integral de derechos individuales, que es una parte esencial para cualquier carta magna moderna.

“El artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, producto de la Revolución francesa, introduce el concepto moderno de constitución en el que se establece que para que un país tenga una debe incluir dos elementos: un catálogo de derechos que reconozca las libertades y derechos de los ciudadanos, y una arquitectura institucional, es decir, la división de poderes, acotó.

Limitaciones

Lizbeth Padilla reflexionó que, si bien la Constitución reconocía derechos importantes como la libertad de expresión y la propiedad privada, su implementación fue limitada por la persistencia de los fueros militares y eclesiásticos, que otorgaban privilegios especiales a estos grupos.

“Estos derechos estaban dispersos en diferentes artículos y se encontraban restringidos por la persistencia de los fueros militares y eclesiásticos. Esta dualidad muestra que, aunque la Constitución buscaba ser liberal y progresista en algunos aspectos, también mantenía estructuras tradicionales de poder que limitaban la extensión plena de los derechos individuales en la práctica”, describió la académica universitaria.

Contexto histórico en el siglo XIX

Paulina Barrera explicó que la Constitución de 1824 surgió en un contexto de intensos debates sobre la legitimidad del poder por derecho divino y la forma de organización política. México, influido por la independencia de las 13 colonias y la Revolución francesa, adoptó un sistema federal inspirado en el modelo estadunidense, pero con características propias.

Al hablar del contexto histórico en el que se llevó a cabo la creación de la Constitución de 1824, Barrera Rosales comentó que fue un periodo lleno de nuevas ideas y cambios sobre cómo nos organizamos social, política y jurídicamente. “No fuimos la excepción. En ese contexto, se pone en discusión la legitimidad del derecho divino, algo que también nos afectaba, ya que, aunque no éramos una monarquía, como colonia dependíamos de una”.

Al respecto, Lizbeth Padilla relató que luego de la caída de Agustín de Iturbide como emperador inició el debate sobre cómo debía organizarse este nuevo país, si México tenía que ser una república centralista o federalista. “La Constitución de 1824 finalmente optó por un sistema federal inspirado en los Estados Unidos, pero con matices propios”.

La profesora indicó que el proceso de redacción de la Constitución de 1824 fue llevado a cabo por un Congreso Constituyente, el cual estuvo integrado por diversas facciones políticas que representaban las ideas predominantes de la época; entre los actores políticos que desempeñaron un papel crucial en el proceso de redacción se encuentran Vicente Guerrero, quien ejercía una gran influencia política en el contexto posindependencia, y Manuel Gómez Pedraza, ambos, figuras clave en los debates.

Doce años en un ambiente de inestabilidad

La doctora Paulina Barrera, quien es coautora del libro Estado laico en un país religioso. Encuesta Nacional de Religión, Secularización y Laicidad, estableció que la Constitución de 1824 tuvo una vigencia muy breve, lo que refleja el contexto político y social volátil de la época.

“Aunque en la Constitución se reconocía la igualdad ante la ley, el país salía de un sistema de castas que había perdurado más de 200 años, en un contexto donde el racismo y la falta de acceso a la educación para todos estaban profundamente arraigados. Todo esto contribuyó a la corta duración de este primer ejercicio de reflexión sobre nuestra identidad”, describió Barrera Rosales.

Y es que la Constitución tuvo una vigencia de 12 años, luego de que en 1836 con Antonio López de Santa Anna en el poder, asumiendo un rol conservador, abrogó la legislación anterior por ser de un carácter federalista y procedió a estructurar el Estado como una república centralista, cuyas bases fueron lo que se conoció como las Siete Leyes.

A su vez, Padilla Sanabria concuerda en que los tiempos de la segunda década del siglo XIX eran turbulentos, pues era reciente la independencia y enfrentaba profundos problemas sociales, económicos y políticos. México se encontraba en una situación de gran inestabilidad política. Había conflictos entre diferentes facciones internas y una lucha por el poder.

“La Constitución de 1824 enfrentó una serie de desafíos significativos, uno de los principales fue la resistencia conservadora y los conflictos internos que surgieron por la implementación de un modelo federalista en un país acostumbrado al centralismo del periodo colonial. Además, la dificultad para aplicarla en un México políticamente inestable fue quizás el mayor reto, lo que eventualmente llevó a múltiples reformas y a que finalmente fuera reemplazada”, observó la académica de las FES.

Reflexión actual sobre su vigencia

Paulina Barrera consideró que la Constitución de 1824 marcó un momento clave para profundizar en debates que se dieron a lo largo de Occidente, y México no sólo heredó esas discusiones, sino que también contribuyó a ellas. “Aunque algunas de nuestras ideas constitucionales no se adoptaron directamente en otros lugares, nuestra nación fue parte de ese proceso global que llevó a la consolidación de los Estados nacionales”, agregó.

“En el contexto actual, es importante reflexionar sobre conceptos que tal vez damos por sentados, como el Estado de derecho, la división de poderes y la separación entre las instituciones militares y civiles. También es vital reconocer que, aunque ciertos derechos se establezcan en la Constitución, socialmente puede ser muy difícil que esos cambios se materialicen de inmediato. La estabilidad de una nación depende tanto del reconocimiento formal de derechos como del esfuerzo continuo por mantener la paz y el equilibrio social”, resaltó.

Por su parte, Lizbeth Padilla destacó que el legado de la Constitución de 1824 aún es relevante, “ya que sentó las bases del federalismo que continúa vigente hasta hoy. Aunque este marco ha evolucionado, los principios fundamentales, como la división de poderes y la estructura federal con 19 estados, cuatro territorios y un distrito federal, continúan siendo esenciales en la organización política del México moderno”.

No obstante, la académica mencionó que, a pesar de ser una constitución avanzada para su época, tuvo limitaciones claras, especialmente en lo que respecta a los derechos de las mujeres y otros grupos marginados. “Los derechos civiles reconocidos estaban restringidos por el contexto social y político de la época, y los fueros eclesiásticos y militares seguían limitando la igualdad ante la ley”.

Recinto parlamentario. Imágenes: cortesía Museo de las Constituciones.
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