El libre comercio amplió la brecha entre EE. UU. y México

Nuestro país sigue teniendo una gran dependencia productiva que quedó en evidencia tras la pandemia de la Covid 19: Ximena Valentina Echenique, de la FE

En la Facultad de Economía (FE) de la UNAM se realizó el Foro Nacional T-MEC: un balance a tres años de su implementación, en el que participan académicos de 20 universidades y más de 80 expertos de los sectores público y privado.

Dentro de las intervenciones estuvo la de José Benjamín Lujano López, académico de la FE, quien advirtió que el libre comercio no sólo no ha traído el crecimiento y desarrollo esperados para nuestro país, sino, por el contrario, ha abierto una brecha que se sigue ensanchando entre México y Estados Unidos.

Durante este periodo de liberalización y auge exportador, recalcó, se ha generado una gran divergencia entre los países que ratificaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pero en particular con la economía de los Estados Unidos. “Entonces esa convergencia que se repitió como mantra durante muchos años nunca sucedió”; más bien con el tiempo ocurrió todo lo contrario.

Por su parte, Rogelio Madrueño Aguilar, catedrático de la Universidad de Bonn, Alemania, enfatizó que el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), en primera instancia, puede considerarse como un esquema comercial exitoso de acuerdo con las necesidades de la región de Norteamérica, pero desconectadas de las fuentes de crecimiento y desarrollo para nuestro país.

Señaló que México se ha convertido en una especie de tercer país seguro, como facilitador de producción de América del Norte y una puerta de entrada a ese gran mercado regional. Por ello, consideró que es importante abrir la discusión sobre la política industrial nacional con el fin de dirigir los esfuerzos hacia la “economía verde”, en la que el Estado tendrá una mayor intervención para eliminar riesgos en las inversiones.

En tanto, Benjamín García Páez, profesor de posgrado de la Facultad de Economía, apuntó que sería absurdo que los países en vías de desarrollo no aprovecharan las oportunidades derivadas de los mercados mundiales que portan tecnología y capital, pero tienen que comprender que la globalización no es un atajo al desarrollo.

Afirmó que los gobiernos necesitan sustentar un plan de crecimiento apoyándose en inversores e innovaciones institucionales domésticas: “Se espera que, en el futuro, las economías latinoamericanas renuncien a la estrategia de desarrollo actual, y adopten una nueva ruta que conceda una importancia equilibrada a los mercados domésticos y los externos, así como a las políticas de promoción de exportaciones y a la sustitución de importaciones”.

Ximena Valentina Echenique Romero, profesora de la Facultad de Economía, al hacer un recuento de los impactos del T-MEC sobre el financiamiento para el desarrollo de México, comentó que nuestro país sigue teniendo una gran dependencia productiva que quedó en evidencia tras la pandemia de la Covid 19, porque hay una cadena de suministro a la estamos subordinados financieramente en el ámbito internacional.

“Cómo vamos a financiar el desarrollo que considera el problema de pobreza, de recursos naturales, de trabajo decente, de industria e innovación, así como de instituciones sólidas, a partir de un motor industrial que opera con estructuras oligopólicas”, señaló. Para hacerlo se tendrían que cambiar las estrategias de mercado y del proceso de intercambio de mercancías a nivel mundial, concluyó.

Por último, Liber Iván León Ortega, profesor de la Universidad Iberoamericana, destacó que no puede haber crecimiento sin estrategia industrial, ni una apertura comercial si no está acompañada de un plan con objetivos claros para obtener resultados positivos.

En ese sentido, apuntó que el T-MEC no es un instrumento que tenga como objetivo impulsar una integración incluyente ni que sea por sí mismo una opción de desarrollo; sin embargo, se observan algunas tendencias que pueden ofrecer oportunidades para la economía mexicana, siempre y cuando se promueva la asimilación de las nuevas tecnologías.

Cadenas de valor

Por otra parte, Clemente Ruiz Durán, catedrático de Posgrado de la Facultad de Economía, habló sobre la reestructuración y rediseño de las cadenas globales de valor y sus efectos sobre el mercado laboral. En el caso de la industria automotriz, apuntó que, contrario a lo que comúnmente se plantea, dichas cadenas no son dominadas por los países; en realidad el control lo tienen las empresas productoras.

El especialista comentó que otro punto por considerar en la industria automotriz en el marco del T-MEC consiste en las implicaciones que éste tiene en los diferentes niveles de rentabilidad, de salarios y de ocupación. Se puede presumir, dijo, que en América del Norte se ha desarrollado un maravilloso corredor automotriz que va desde Puebla hasta Toronto, pero las diferencias salariales siguen siendo significativas. Debemos tener claro, enfatizó, que salarios bajos no impulsan el desarrollo tecnológico.

Minería y sector energético

Fabiola Jezavel Flores Nava, académica de la FE, apuntó que a 29 años de su implementación, el TLCAN, hoy T-MEC, viene a formalizar un proceso que lleva más de 42 años gestándose: la desaparición de las bases técnico-productivas de los Estados-nación latinoamericanos, a tal punto que se convirtieron esencialmente en subastadores de su naturaleza y de su fuerza de trabajo; es decir, todo el proceso de despojo que comenzó en México desde principios de la década de 1980 sólo ha servido para fortalecer el escenario político relativo a la industria minera en el país, ya que favorece a empresas privadas, nacionales y extranjeras.

El panorama es complicado, apuntó. La renegociación del T-MEC en el área de la minería no cambió; por el contrario, se reforzó el mismo camino y está pendiente cómo se negociará en términos internacionales la nueva ley y los daños que ha generado la industria extractiva minera en México.

Por su parte, Vania del Carmen López Toache, profesora investigadora de la Facultad de Economía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), señaló que la firma del TLCAN implicó la integración subordinada y dependiente de la economía mexicana hacia las de Estados Unidos y Canadá.

Resaltó que el T-MEC sí promueve una apertura de mercado del sector energético mexicano, contrario a lo que se ha comentado, y ha reducido limitaciones impuestas por el TLCAN sobre sus inversiones. El sector público aporta por la vía de inversión en energías convencionales, en particular gas natural, y está sustituyendo a las empresas españolas en ese sentido.

Sergio Martínez Rivera, académico del posgrado en Economía de la UNAM, señaló que realizar un balance de tres años de funcionamiento del T-MEC es complejo, “en realidad lo que tendríamos que estar haciendo es un recuento general de lo que ha sido la apertura comercial de casi cuatro décadas hacia el exterior”.

Se celebra que este nuevo acuerdo comercial incluya un capítulo acerca del medio ambiente. El T-MEC tiene una comisión ambiental que estará revisando constantemente los acuerdos en la materia. “Observamos que a medida que se intensifica el comercio, existe una transferencia de biocapacidad, ya no sólo de valor y de trabajo, materializada en una mercancía”.

Agricultura

Juan Luis Hernández Pérez, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, consideró que ambos acuerdos comerciales (TLCAN y T-MEC) han tenido un pacto nulo en el sector agrícola, generando un alto grado de importación de alimentos. Sólo una elite de empresarios agrícolas se ha beneficiado de este modelo. Aunque, aclaró, también los impactos negativos se han profundizado por la pandemia, el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, así como la crisis económica mundial.

Añadió que el T-MEC, el cual entró en vigor oficialmente el 1 de julio de 2020, no implica algún cambio radical en el comercio agrícola trilateral; en todo caso, incorpora disposiciones complementarias para el comercio de productos agropecuarios de los tres países. “La mayoría de las disposiciones originales del TLCAN permanecen en el T-MEC, por ello no hablamos de un cambio radical o innovador”.

China

Mariana Aparicio Ramírez, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, indicó que en la pandemia un gran aliado del país fue China; mientras que la expectativa de Estados Unidos de ser socio comercial y político de México se incumplió, no porque no quisiera el entonces presidente Donald Trump, sino porque la política comercial de ese país en cuestiones de seguridad nacional es evitar u obligar a los empresarios e industrias estadunidenses a no exportar ningún bien prioritario relacionado con dicha seguridad. En tanto, el país asiático no tiene esa restricción.

China es fuente y origen de inversión, innovación, ciencia, tecnología y de turismo, agregó, por ello, las oportunidades comerciales son muchas para México; pero el país necesita un plan de acción integral que le ayude a aprovecharlas y potencializarlas en los próximos años. “Cualquiera que sea el escenario en el periodo pospandemia, nuestra realidad exige mucho, porque cada vez más los aspectos políticos en el comercio y las inversiones son determinantes para generar crecimiento y desarrollo en el país”, señaló.

Por su parte, Raúl Netzahualcoyotzi Luna, académico de la BUAP, indicó que la emergencia del país asiático en esta incipiente configuración multidimensional o globalización trae aparejada una nueva interacción del comercio, sobre todo la distribución de las ganancias globales para cierta región de América del Norte, Europa y Japón.

“El avance fundamental es que China quiso hacer una apertura comercial, la misma que hizo México, es decir, incorporarse a los organismos internacionales; pero el gigante asiático traía un proyecto propio, trataba de desarrollar ventajas competitivas, un cambio drástico en el espacio mismo de acumulación de capital en ese país”, expuso.

En su oportunidad, Raquel Isamara León de la Rosa, especialista de la BUAP, resaltó que en México hay una tendencia hacia el nearshoring, aunque es generada por la relocalización a partir de dos factores clave: por un lado, el T-MEC con este proceso de renegociación y su implementación y, por el otro, la propia evolución de la economía china.

Puntualizó que México no puede llegar a desbancar a la nación asiática como potencia manufacturera debido a la propia orientación de la evolución económica china; la vinculación entre ambos países seguirá, el tema energético se ha mantenido a lo largo de los años y hay un potencial dentro de ello, no sólo en términos de hidrocarburos mediante los fondos que se han firmado, sino también en cuestión de energías limpias por el liderazgo de China en el ámbito mundial.

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