El libro, obra perfecta entre consensos y disensos

Transmite conocimientos y pensamientos, del uno a los demás y viceversa, más allá del tiempo y del espacio

La UNAM conmemora en este 2021 al libro no sólo como obra, sino también como objeto.

A esa serie de páginas encuadernadas juntas, a ese artilugio que aun con los siglos que han transcurrido desde su invención “es un objeto que nació perfecto, que no ha tenido cambios mayores desde que Gutenberg imprimió su Biblia, porque las modificaciones han ocurrido en los últimos 20 años”.

Así lo definió Jaime Soler Frost del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), quien basó la perfección desde el origen de este ente, porque “no ha necesitado cambios, aun cuando sea un ejemplar único o un tiraje prolífico, pues cumple su función de transmitir el pensamiento de alguien a un número de personas que puede estar en otra parte del mundo o en otra época”.

A propósito del Día Mundial del Libro, a conmemorarse mañana 23 de abril, Soler Frost aseguró que gracias a que los libros nos permiten estar en otro punto y en otro tiempo, muchas personas han recuperado la lectura durante la pandemia.

“Puede tener mil formas y variantes: de bolsillo, del tamaño de un atril, pero este objeto siempre ha sido un gran acompañante en épocas de enfermedad, de guerra, de desastres, de circunstancias excepcionales.”

Y es que, según uno de los buscadores de Internet (Google) que emprendió el cometido de contar cuántos títulos diferentes de libros impresos y publicados existen en la historia del mundo, confirmó hasta su último informe (2010), la cifra de 129 millones 864 mil 880.

En tanto, la Universidad cuenta con un millón 787 mil 294 títulos, y siete millones 126 mil 584 volúmenes, de los cuales aproximadamente 451 mil 740 son libros electrónicos, disponibles en el sistema bibliotecario de esta casa de estudios.

Monumento a Gutenberg (1840), bronce sobre una base de granito.

Significación mágica

Alberto Partida Gómez, jefe del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México (BNM) del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, convive a diario con encuadernaciones renacentistas, de principios del siglo XVI, de cuero, con tapas de madera y herrajes.

“En principio, el origen de un libro es un texto que ha sido escrito, que ha sido pergeñado por un autor, en sus reflexiones, en sus invenciones, pero no todo texto es un libro. De tal modo que éste acaba siendo algo mucho más complejo que la obra de un autor”, aclaró el especialista.

Como decía Borges, “cuando oigo hablar del Quijote lo primero que hago es pensar en el Quijote de tapas rojas de la biblioteca de mi abuela”, dijo Alberto Partida, pues una obra tiene siempre una remisión a un objeto concreto.

El universitario, quien ha tenido entre sus dedos el ejemplar original de la Constitución de nuestro país en la caja fuerte del Archivo General de la Nación, así como crónicas del siglo XVII, informes de virreyes, incluso el juicio seguido a Hernán Cortés, comentó que éstos no cambian.

Desde el Fondo Reservado de la BNM en la Zona Cultural de Ciudad Universitaria, el experto mencionó que poseen contenidos que rebasan esa significación textual y que los convierte en objetos que llegan a adquirir condiciones incluso mágicas y religiosas.

Por ello, no sólo es un ente cultural en el sentido de la significación que le atribuyen los humanos, sino que es un producto material de la intervención de todo un conjunto de personas y de grupos que se dedican a su diseño y conformación.

“Elaborarlos en formatos extremadamente pequeños y colgarlos al cuello como una suerte de amuletos, que protegían sobre todo a los niños de las enfermedades y de los males de fuerzas desconocidas, no era raro verlo en la época Medieval, en la Europa clásica”, relató.

En el Medievo, continuó, la labor era elegir a los animales, que eran adecuados para la calidad de un objeto (libro) que se quería hacer, por ejemplo, para alguna dama de la corte. Se elegían las mejores pieles, eran curtidas, blanqueadas, y se encolaban para que recibieran la tinta. Eso lo hacían los pergamineros: preparaban tintas, plumas, el uso de la péndola, además del rayado para hacer los renglones, trazar la escritura, elegir el tipo de letra, rúbrica, corte, costura, elección de las tapas; incluso, se utilizaban piedras preciosas y metales.

Foto: Francisco Parra.

El más bello de la historia

Uno de los libros, quizá el más singular de la historia, según Jaime Soler Frost, titular del Departamento de Publicaciones del IIE, es Hypnerotomachia poliphili, (El sueño de Polifilo) del siglo XV. Su editor fue Aldo Manuzio (impresor y humanista italiano, considerado el primer editor literario de la historia e inventor de los libros de bolsillo).

“Éste se considera para los bibliófilos uno de los más bellos que se hayan hecho jamás. Manuzio inventó ahí la letra cursiva, en esta obra que tiene partes en latín, griego, con xilografías hermosas, el cual influyó en la producción libresca en los siglos por venir”, finalizó Soler.

La UNAM organiza la Fiesta del Libro y la Rosa para recordar el placer de la lectura, el valor imperecedero de los libros y la importancia que tiene para cualquier país el cultivo, la preservación y la difusión del arte y la cultura.

Al igual que el año anterior, la edición 2021 se efectuará en línea y habrá charlas, presentaciones de textos, lecturas y videos. El festejo se transmitirá por TV UNAM y en la página: http://www.fiestadellibroylarosa.unam.mx/

El uso de la tecnología digital y la pandemia impulsaron el reencuentro de las personas con el libro físico o electrónico, con lo cual se avivó el gusto por la lectura a pesar de que en el último año las ventas de este artículo disminuyeron 56.3 por ciento, de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

En 2020 las librerías, según la misma Caniem, vendieron aproximadamente 89 millones de libros físicos, 35 millones menos que en 2019.

Debido al cierre de establecimientos de venta de libros en México por la emergencia sanitaria, la comercialización alcanzó sólo siete mil 964 millones de pesos, cifra menor a los 11 mil 234 millones en 2019. En mayo de 2020 se reportó la contracción más pronunciada desde que inició la crisis sanitaria, al disminuir 56.3 por ciento las ventas.

La contingencia impulsó al libro digital; sin embargo, su presencia es aún baja, toda vez que representaba dos por ciento en 2019 y se calcula que al terminar 2020 se ubicó entre cuatro y cinco por ciento.

Cifras del Módulo sobre Lectura 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía revelan que la población de 18 años de edad y más declaró leer en promedio 3.4 ejemplares por año. En el mundo, según la ONU, en Argentina se lee una media de 4.6 libros per cápita, en España 11, y en Finlandia 47.

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