Trama que explora la tensión social entre fuerzas contemporáneas
El mar es un pixel, redes y reputación en escena

La propuesta parte de una premisa aparentemente sencilla: en una aldea indefinida, cercana al imaginario del siglo XIX, aparece una lista misteriosa en la puerta de una iglesia. Los habitantes no saben si se trata de un reconocimiento positivo o de una condena, pero pronto descubren que la histeria colectiva que provoca su existencia es más decisiva que el propio contenido. La inclusión o exclusión en la lista se convierte en termómetro de honor y pertenencia, detonando temores, deseos y pasiones que se magnifican con la llegada de un juguete humanizado, metáfora de la tecnología que todo lo amplifica.
Con una trayectoria que abarca más de 50 obras escritas, 40 montajes dirigidos y colaboraciones internacionales en países como Alemania, España, Uruguay y Holanda, además del Premio Ariel por el guion de Una película de policías (2022), Gaitán confirma con esta producción su interés en situar al teatro como espacio de discusión urgente sobre los dilemas de nuestro tiempo. Por ejemplo, reunir en un mismo escenario dos ejes muy actuales: el honor y la tecnología.
“La pulcritud del propio nombre ha vuelto a adquirir un peso central. La angustia ante la posibilidad de que éste se manche es una pulsión contemporánea, de ahí nuestro deseo compulsivo a figurar en ciertas listas y alejarnos de otras”, explica.
El director reconoce que la cultura de la cancelación, aunque no es el centro del montaje, se vuelve inevitable como trasfondo.
“Me interesa que el público salga interpelado, que la obra lo coloque en zonas de conversación que no cedan a la tentación de reafirmar posturas concebidas a priori”, expresa el director.
El segundo eje de la pieza se encarna en “el juguete”.
“’El juguete’ se presenta como un acto de magia, un regalo inesperado que toca a tu puerta y promete mejorar la calidad de vida de un segundo a otro. Apoyo profesional, logístico, emocional, sexual; la certeza que amenaza con llenar todos los vacíos; una utopía tan bien diseñada que termina por volverse siniestra”, detalla.
“Me interesaba crear una entidad que encarnara la relación psicótica con la novedad tecnológica. Nos pasó con la televisión, con internet y hoy con la inteligencia artificial: euforia y angustia conviven en cada avance”, menciona Gaitán.
El mar es un pixel propone una especie de ciencia ficción anacrónica que, sirviéndose del humor y el conflicto dramático, combina tradición y contemporaneidad. Un ejemplo de esta “novedad-antigua” es que el texto está escrito en verso, con rima y métrica rigurosas, pero en un castellano actual que busca reproducir el efecto del Siglo de Oro: musicalidad accesible para el público de hoy.
La escenografía, diseñada por Mario Marín del Río, consiste en un sistema de telones móviles que ocultan y revelan personajes y objetos, expandiendo o contrayendo el espacio, acompañando un poco el viaje emocional de los protagonistas. Este dispositivo es la concreción del universo abstracto que ocurre en la cabeza de los personajes, comenta Gaitán, conforme están en una buena lista o están en una mala lista. Evoca tanto lo teatral clásico como una metáfora de los filtros tecnológicos que median la percepción de la realidad.
El elenco está integrado por Hernán del Riego, Daniela Arroio, Verónica Bravo, Michelle Betancourt y Emmanuel Lapin; sus personajes están concebidos como arquetipos contemporáneos: el consejero, la inversora, la emprendedora, el juguete y el mensajero.
Más allá de la trama, El mar es un pixel se plantea como un ensayo escénico que cuestiona el modo en que los dispositivos tecnológicos potencian las pasiones colectivas, mientras el honor se vuelve una moneda frágil en una economía de prestigio.
La puesta se estrenará el 9 de octubre en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón con funciones los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas (suspende el 12 de octubre, y el 1 y 2 de noviembre).