El mar profundo, regulador del clima y banco de diversidad biológica

La planicie abisal es el bioma más grande del planeta; hay una variedad de paisajes con hábitats complejos y más especies de las imaginadas

La corteza oceánica, que ocupa más de las dos terceras partes de la superficie de la Tierra, contiene al mayor ecosistema que caracteriza gran parte del planeta donde seguimos encontrando vida. Se llama mar profundo, y cuenta con gran diversidad de organismos como medusas, crustáceos y peces.

Estas zonas marítimas aportan servicios de aprovisionamiento (recursos biotecnológicos, minerales, hidrocarburos y energía geotérmica), de regulación (agua, reciclaje de nutrientes, almacén de calor y carbono), de soporte (hábitats, diversidad) y culturales (folclor, educación, investigación), afirmó Elva Escobar Briones, directora de Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML).

Aquí es factible encontrar las diversas escalas de tamaño, desde microorganismos unicelulares hasta organismos de tallas grandes; además, es una fuente de materias primas. Pero una de las funciones más relevantes es coadyuvar a la remineralización de la materia orgánica en elementos y compuestos simples.

Carbono, nitrógeno, fósforo, sílice y azufre, entre otros, son puestos nuevamente en forma disuelta en el agua y transportados a la superficie en los procesos de surgencia renovando nutrientes para la producción primaria.

Al ser los mares más grandes en el planeta, las implicaciones recaen en la dificultad y costos elevados para su estudio, los requerimientos de mejores herramientas como son los buques oceanográficos. Su complejidad, cambios y relativa dificultad para predecirlos requieren desarrollo tecnológico para contar con datos oportunos y de alta calidad para la toma de decisiones.

Pulpo Dumbo (Grimpoteuthis).
Pulpo Dumbo (Grimpoteuthis).

El mar profundo incluye tanto el agua que se encuentra a más de 200 metros como los fondos marinos. Sin embargo, al tener mayor uso de los recursos marinos hay una gran necesidad de contar con mejores datos, información de largo plazo que retroalimente a los modelos predictivos en temas de impactos ambientales, cambio climático y disponibilidad de especies de importancia económica.

El conocimiento limitado del mar profundo podría sugerir que a mayor profundidad hay menos diversidad biológica, “pero al estudiar la planicie abisal, el bioma más grande del planeta, hemos visto una variedad de paisajes con hábitats complejos y más especies de las que imaginamos que han evolucionado bajo estas condiciones”, dijo.

En los mares hay todos los grupos taxonómicos, con excepción de los onicóforos. Gracias a expediciones en los que se utilizan vehículos operados por vía remota (ROV, por sus siglas en inglés), los especialistas del ICML han recolectado muestras de estos ecosistemas únicos del mar profundo y de la gran diversidad que ahí habita.

Elva Escobar Briones expuso que el desarrollo tecnológico, como la telepresencia, permite que hoy en día los ROV envíen imágenes en tiempo real vía satelital a las aulas de clase, los laboratorios, facilitando la participación de alumnos, técnicos, investigadores y alfabetizando al público en general en temas de mar profundo.

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Efectos del calentamiento global en los mares

Se sabe de la gran dimensión que tienen los océanos, los cuales ocupan 71 por ciento de la superficie terrestre; “sin embargo, resulta poco conocido que, en promedio la profundidad de los mares en el planeta es de casi tres mil 800 metros y que 91 por ciento de los fondos marinos se encuentran por debajo de los 200 metros. La extensión de las planicies abisales es mucho mayor a la de los continentes”, mencionó la universitaria.

Es decir, la gran extensión y profundidad de los mares les confieren un papel trascendente en el planeta pues participan en la regulación de la temperatura y del bióxido de carbono (CO2). Esta capacidad cambia con las latitudes y épocas del año, en un estrecho intercambio con la atmósfera.

La directora del ICML señaló que los mares han retenido calor y CO2 por millones de años y llegan a un límite que vemos reflejado en el acelerado calentamiento y descenso del pH en el océano, lo que da paso al cambio en el nivel del mar, acidificación y desoxigenación de las aguas, afectando la vida marina.

Alertó que “la disminución del oxígeno en aguas tropicales conlleva el desplazamiento de especies de relevancia comercial a aguas templadas, afectando la pesquería”.

Ese fenómeno, abundó la universitaria, también perjudica al mar profundo, las consecuencias más perceptibles son en la costa. “En conjunto representa un daño severo para muchas especies, y los servicios que éstos proveen al ecosistema”.

Izquierda: Cangrejo de la familia Lithodidae. Derecha: Esponja perteneciente a la subclase Hexasterophora.
Izquierda: Cangrejo de la familia Lithodidae.
Derecha: Esponja perteneciente a la subclase Hexasterophora.

 

Protección del mar profundo

Para la protección del mar profundo, se han desarrollado iniciativas nacionales como las áreas naturales protegidas (Cuenca de Guaymas, la dorsal del Pácífico Oriental y del Pacífico profundo, incluyendo el parque nacional Revillagigedo) e internacionales, como las Áreas marinas biológica y ecológicamente significantes (EBSA, por sus siglas en inglés) y las Áreas de interés ambiental particular (APEI, por sus siglas en inglés) fuera de jurisdicción nacional.

Sin embargo, concluyó Elva Escobar Briones, se requieren más iniciativas de protección que permitan evitar cualquier condición que conlleve a pérdida permanente o pérdida severa temporal de las funciones de la diversidad biológica y los ecosistemas del mar profundo, parte de la labor que se realiza en la Universidad. “Quienes nos dedicamos a la investigación y la educación debemos apoyar al país en la toma de decisiones con el mejor conocimiento científico”.

Pez de la familia Ogcocephalidae. Coral utilizado como hábitat por las estrellas quebradizas. Fotos: Ocean Exploration Trust/Nautilus Live 2017
Izquierda: Pez de la familia Ogcocephalidae.
Derecha: Coral utilizado como hábitat por las estrellas quebradizas. Fotos: Ocean Exploration Trust/Nautilus Live 2017
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