Efervescencia colectiva el 12 de diciembre

El misticismo y la cuestión social

La gente necesita adherirse a una serie de certezas, dice académica de la FCPyS

Tiene que ver con los vínculos comunitarios y familiares que se generan.

Antes de la pandemia había una asistencia de peregrinos a la Basílica de Guadalupe de alrededor de 11 millones, mientras que ahora se están pronosticando alrededor de cuatro, señaló Vanessa Reséndiz, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).

Si uno escudriña qué sucedió en México durante el confinamiento con las creencias y las prácticas religiosas, agregó, se podía ver a gente en ciertas celebraciones mortuorias, sabiendo que esa persona tenía o murió de Covid-19. En zonas, sobre todo rurales, esta situación estaba presente, “porque nosotros tenemos una mirada mucho más racional, secular y podríamos adherirnos a estas medidas de sanidad, de prudencia; sin embargo, hay gente que se fue incluso más allá de un sentimiento religioso, al de los vínculos sociales”.

Arriesgarse

Acotó que las personas que acuden a la Basílica de Guadalupe, en términos de jerarquía valórica, saben, según ellos, que en el marco de su fe “su seguridad, su salud, no depende de ellas sino de esta idea que tienen de Dios, de la Virgen y que si pasara algo es voluntad de ese ser. Es una cuestión que para nuestra mentalidad secular es muy difícil de creer, muy cuestionable quizá”.

Más allá de la trascendencia estaríamos hablando de los elementos, la eficacia social de las creencias religiosas y, en este caso, tiene que ver con los vínculos comunitarios y familiares que se generan y que obviamente son muy distintos a una mentalidad secular, mencionó.

Las multitudes en la Basílica de Guadalupe, precisó, son muy similares a otros momentos que hemos tenido en México, “estamos hablando de lo que Émile Durkheim llamó efervescencia colectiva, de tipo religioso, pero que ya lo antecedieron otro tipo de efervescencias colectivas que no necesariamente eran religiosas, como la Fórmula 1, por ejemplo”.

Agradecer que se está vivo

Vanessa Reséndiz dijo que la fiesta guadalupana es una efervescencia colectiva fragmentada. Es de gran parte de la población mexicana, católica en particular, pero dado el contexto que todavía tenemos de la pandemia se divide en núcleos de tipo doméstico o en las calles o parroquias de las colonias.

Indicó que se refleja la necesidad de la gente de salir. El fervor religioso de la gente motiva esta efervescencia colectiva. El año pasado vivíamos en una especie de incertidumbre; ahora podemos ver por parte de los peregrinos una serie de agradecimientos: de estar vivo, de haber pasado las penurias.

La gente necesita adherirse a una serie de certezas, afirmó. “En este tipo de casos tienen que ver con lo que Max Weber llamó afinidades electivas, es decir, no sigue a todos los actos, a todas las vírgenes. ¿Esto a qué se debe? Hay una serie de identificaciones. Frente a un contexto de pandemia donde está presente la incertidumbre de las condiciones de salud, estos sentimientos colectivos de tristeza, de desasosiego, ocasionan de alguna manera la búsqueda de apegos, de referentes y en este caso, la advocación a la Virgen de Guadalupe, que ya tiene muchísimos años y que para gran número de estudiosos, como parte de este proceso identitario, lo que genera es el adherirse a una cuestión de protección frente a esta figura de tipo materno”.

Es muy interesante que, pese a que actualmente tenemos toda una serie de movimientos feministas que son críticos a las figuras tradicionales, sobre todo de la Virgen católica, “hay mucha gente que sigue uniéndose a estas dimensiones protectoras de la idea de la madre y de la parte religiosa; más frente a este contexto de crisis sanitaria, pero no es un apego que sea mediado por las jerarquías religiosas, sino que se trata de uno en el que la individualidad, la cuestión muy subjetiva de las personas, entra en una experiencia de orden espiritual, más abierta, que no se cierra a lo meramente dogmático o jerárquico de las figuras pastorales de determinadas formas religiosas, en este caso católicas. Entonces, lo que tenemos es algo que sigue presente en la gente, es lo que otros autores han llamado ‘creo, pero no pertenezco’; es decir, hay personas que creen en un Dios, la Virgen, pero no se sienten obligados a seguir todos los preceptos de la fe religiosa a la que pertenecen”.

Vanessa Reséndiz puntualizó que el eje rector de la gente ya no son los códigos dogmáticos, valorativos, de las instituciones religiosas a las que pertenezcan, sino que tiene que ver, principalmente, con una cuestión más que se le ha conocido como de espiritualidad, más subjetiva. Sin duda alguna, la pandemia nos remite a eso, a un afianzamiento no sólo de certezas y seguridades, la gente busca encontrar un sentido a su vida, incluso más allá de lo meramente material, finalizó.

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