El Nobel a Paz, por su escritura apasionada y de amplios horizontes

Se caracterizó por la inteligencia sensorial y la integridad humanística: Academia Sueca

La mañana del miércoles 10 de octubre de 1990, mientras preparaba la conferencia que debía pronunciar en la inauguración de la exposición México: esplendores de treinta siglos en el Museo Metropolitano, Octavio Paz recibió en su habitación del Hotel Drake, en Nueva York, la llamada de un periodista en la que le informaba que le habían otorgado el Premio Nobel de Literatura.

Más tarde, durante la conferencia de prensa que se organizó en uno de los salones del hotel, Paz contó que poco después le llamó el presidente de la academia sueca para confirmar el galardón.

Al contestar las preguntas de reporteros de todo el mundo se dijo sorprendido por la noticia, pero que le había dado mucho gusto, sobre todo porque “años antes había estado más pendiente del premio”, y que el Nobel era relevante para él y para las literaturas mexicana e hispanoamericana. Además, afirmó que esa distinción no lo iba a cambiar y que lo obligaba a seguir escribiendo.

“No creía que me lo fueran a dar, por varias razones, pero la más importante es que el año anterior se lo concedieron a Camilo José Cela, y parecía muy difícil que le dieran el Nobel dos años seguidos a escritores de la misma lengua.”

También expresó que se le otorgaba “por razones legítimas de orden literario, no por mis opiniones políticas. Se le ha dado el premio a un poeta que también es un ensayista”.

De acuerdo con la Academia Sueca, se le concedió el Nobel de Literatura por “su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística”.

Su andar por el mundo se inició en 1937, a los 23 años, cuando fue invitado al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que se realizaría entre el 4 y 17 de julio en las ciudades de Madrid, Barcelona y Valencia, España.

En 1943, gracias a la Beca Guggenheim en Artes se fue a estudiar a la Universidad de California en Berkeley, y en 1945 se integró al servicio diplomático mexicano en Francia, donde permaneció hasta 1951.

En París se sumergió en la literatura francesa y en el surrealismo, que para Paz fue no sólo una estética, una poética o una política, “aunque haya sido todo eso”, sino también una forma de vida y un intento por sustituir los valores burgueses por otros, como el erotismo, la poesía, la imaginación.

“En este sentido, me siento surrealista, pero desde otro punto de vista me siento muy alejado de la estética surrealista”, declaró muchos años después, aunque reconoció que en su formación fueron muy significativos los surrealistas, con quienes hizo amistad entre 1946 y 1947, “que en esa época estaban más cerca de los libertarios.”

En 1950, durante su estancia en París apareció El laberinto de la soledad, el ensayo más importante sobre la identidad del mexicano.

Después de ejercer algunas tareas diplomáticas regresó a Francia en 1959, y en 1962 fue nombrado embajador de México en la India. Por la masacre del gobierno mexicano a estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, la respuesta de Paz fue dejar la embajada.

Revistas literarias

Pero Octavio Paz no sólo fue poeta y ensayista y diplomático, también fue creador de revistas literarias desde su juventud. En 1931, a los 17 años, fundó Barandal. Y desde esa edad hasta su muerte, a los 84 años, no dejó de ejercer el oficio de editor. En 1933 surgieron los Cuadernos del Valle de México, de 1938 a 1941 publicó la revista Taller, y entre 1943 y 1945, El Hijo Pródigo.

Luego de dejar la embajada en la India, durante algunos años fue profesor en algunas universidades de Estados Unidos, y a su regreso a México, en octubre de 1971, fundó la revista Plural, hasta que en 1976 desapareció por presiones del gobierno de Luis Echeverría. Ese mismo año empezó a publicar Vuelta, revista que apareció hasta su muerte.

El 10 de diciembre de 1990, al concluir su discurso de aceptación, Paz recibió de manos del rey de Suecia Carlos XVI Gustavo la medalla, el diploma y un premio de 700 mil dólares.

Enfermo de cáncer y de flebitis, Octavio Paz Lozano falleció el 19 de abril de 1998. “Para la Universidad Nacional es un verdadero privilegio haber contribuido a la formación del primer escritor mexicano galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Las generaciones de la literatura mexicana del nuevo siglo continúan nutriéndose con la lectura de su obra. En nuestras aulas se siguen y seguirán estudiando su poesía y sus ideas sobre el papel del intelectual en el mundo moderno”, escribió el entonces rector Juan Ramón de la Fuente en Octavio Paz de vuelta a la UNAM, texto que se publicó en julio de 2005 con motivo de la inauguración de la Sala Octavio Paz en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

También podría gustarte