El país carece de un tejido social humanitario y de paz

Es necesario tener una causa común, con niveles de conciencia y de comunicación a la altura de lo que está siendo desafiado por la propia capacidad criminal

Foto: Víctor Hugo Sánchez.

Es necesario reconocer que la desaparición de personas es un fenómeno social. Como sociedad no podemos permitirnos seguir pensando que se trata de un asunto individual. “Es un delito complejo que tiene diversas fuentes intestinas: paramilitar, militar, policial, incluso institucional”, consideraron Ulises Lara López y Pedro Isnardo de la Cruz Lugardo, académicos de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS).

En el foro La desaparición de personas también es un problema social, organizado por la entidad universitaria, Pedro Isnardo de la Cruz, especialista en temas como prevención de la violencia social, resaltó que cada vez más existe una violencia que nos acompaña en el país, la cual tiene que ver con la fragmentación social, la ausencia de un tejido social humanitario y de paz.

Ese, dijo, es el tema central del encuentro académico de hoy, es decir cómo construir paz, “cómo lograr que tengamos una causa común, humanitaria, con niveles de conciencia y de comunicación a la altura de lo que está siendo desafiado por la propia capacidad criminal y narcocriminal de potenciar el uso de las tecnologías para lograr sus fechorías”.

Ulises Lara, especialista en negociación y gestión de conflictos políticos y sociales, recordó que hubo una época en la que las desapariciones de personas fueron un problema político. “Desafortunadamente existió una etapa oscura en la que ser opositor significó en buena medida poner en riesgo nuestras vidas. Otro momento es la desaparición como fenómeno delincuencial masivo y que tuvo que ver con la guerra contra el narco, lo que culminó con miles de muertos, y que hicieron del país una fosa común”.

Esta historia tiene como fondo de gravedad las desapariciones forzadas a manos de particulares, ya no del Estado sino de grupos amparados bajo éste, y que actuaban con una orientación distinta, en este caso la trata de personas con fines de explotación sexual y trasiego de drogas, o para la actividad delictiva. “No sólo se les toleró, sino que en buena medida no se les persiguió; ello provocó que fueran las familias, y no el Estado, las que se dedicaran a buscar a sus familiares que fueron extraídos de manera brutal de su núcleo social, secuestrados y asesinados”.

El también vocero de la Fiscalía General de Justicia de Ciudad de México señaló que se trata de un problema social, porque está presente en nuestra vida cotidiana el hecho de que las personas puedan ser sustraídas y desaparecidas por particulares, pero también que sean declaradas ausentes de sus núcleos internos sociales.

Socialmente empezaron a surgir temas que después se reconocieron. Por ejemplo, en algunas parejas que llegaron a un divorcio en un plan de mucha confrontación, los hijos se convirtieron en el botín y había sustracción de los menores por parte de los padres por venganza. “Evidentemente ese es un fenómeno social”. Por otra parte, el suicidio y la migración comienzan a ser problemas de desaparición voluntaria.

Mujeres, las más afectadas

Enrique Camargo Suárez, comisionado de Búsqueda de Personas de Ciudad de México, dijo que, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, en el país hay poco más de 260 mil reportes de estos casos, 150 mil han sido localizadas y faltan 110 por ubicar.

Apuntó que los rangos de edad de las mujeres que son víctimas de este delito van de los 10 a los 24 años, y ellas son las que más desaparecen; en el caso de los hombres, las edades fluctúan entre los 19 y 34 años. Luego la curva va declinando, son pocas las personas de edades más avanzadas que se encuentran en este caso, en comparación con los grupos de niños y jóvenes.

En cuanto a Ciudad de México, agregó, la situación es similar, los picos están entre los 16 y 30 años, las mujeres en edades tempranas son las más afectadas, y poco a poco empiezan a dominar las desapariciones o reportes de hombres.

María Elena Solís Gutiérrez, quien preside la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos, A.C., expuso que esto “es alarmante, y ha generado que existan las comisiones de búsqueda y hayan surgido muchos colectivos en diversos estados del norte del país”.

Señaló que esa asociación tiene comunicación con algunos de esos colectivos, pues es importante que todos luchemos para que “este grave mal no siga pasando en nuestro país”.

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